El Príncipe de los Berrinches

17 9 2
                                    

Me quedé dormido, pero al despertar, la rabia volvió a encenderse dentro de mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me quedé dormido, pero al despertar, la rabia volvió a encenderse dentro de mí. ¿Dónde estaba Soobin? Se suponía que debía estar cuidándome, o al menos mostrar alguna señal de vida.

Sí, puede que lo haya corrido, pero eso no significa que realmente deba marcharse.

Los pasillos del palacio resonaban con los pasos apresurados del príncipe heredero. Yeonjun, con las mejillas encendidas y el ceño fruncido, avanzaba con determinación, dejando tras de sí a un par de sirvientes desconcertados. Su objetivo era claro: encontrar a Soobin y hacerlo entender que un príncipe como él no podía ser ignorado.

Finalmente, lo encontró en el patio de entrenamiento, ajustando su espada mientras conversaba con otro guardia. El sol iluminaba la figura de Soobin, destacando la firmeza de sus músculos bajo la armadura ligera, pero lo que realmente encendía la furia (y quizás algo más) en Yeonjun era la despreocupación en su rostro.

—¡Soobin! —exclamó el príncipe, su voz alzándose por encima del bullicio.

Soobin levantó la mirada, y aunque su rostro permaneció serio, Yeonjun detectó el leve movimiento de sus ojos, como si estuviera suspirando internamente.

—¿Qué ocurre, Alteza? —preguntó, su tono neutral, casi frío.

Yeonjun se plantó frente a él, cruzando los brazos de manera dramática.

—¡Ocurre que llevo horas buscándote! ¿Acaso no es tu trabajo estar siempre disponible para mí?

Soobin arqueó una ceja, claramente sin impresionarse.

—Mi trabajo, Alteza, es protegerlo, no entretenerlo. Si busca compañía, estoy seguro de que los sirvientes estarán encantados de atenderlo.

La respuesta brusca dejó a Yeonjun boquiabierto por un momento. Nadie, nadie, se atrevía a hablarle de esa manera. Pero lo peor no era la falta de respeto; lo peor era que Soobin ni siquiera parecía afectado por el disgusto del príncipe.

—¡Cómo te atreves! —gritó Yeonjun, dando un paso más cerca de él—. Soy tu príncipe, Soobin. Tu príncipe. ¡Deberías cuidarme con más... delicadeza!

Soobin inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras, pero luego volvió a ajustar su espada con una calma exasperante.

—Con todo respeto, Alteza, creo que la delicadeza no es algo que le falte en su vida.

Las palabras eran como un golpe directo al orgullo de Yeonjun. Sus ojos se abrieron en indignación, y por un momento, no supo qué decir. ¿Cómo podía ser tan insensible? ¿Tan indiferente?

—¡Eres insoportable! —soltó finalmente, dándole un ligero empujón en el pecho. Por supuesto, Soobin ni siquiera se movió.

—Y usted es un berrinche andante —respondió Soobin, con un tono seco, pero sus labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible, lo que enfureció aún más al príncipe.

Yeonjun giró sobre sus talones, dispuesto a marcharse, pero se detuvo a medio camino. No podía simplemente dejarlo ganar. No esta vez.

—¿Sabes qué, Soobin? —dijo, volviendo a encararlo con una expresión altiva—. Eres tan aburrido que incluso me cuesta entender por qué me molesto en hablar contigo.

Soobin dio un paso hacia él, su altura imponiéndose sobre la figura delgada y delicada del príncipe. Sus ojos oscuros se clavaron en los de Yeonjun, y su voz, baja pero firme, retumbó como un trueno en el pecho del joven.

—Si soy tan aburrido, Alteza, ¿por qué insiste tanto en buscarme?

Yeonjun sintió que su rostro se encendía al instante. No tenía una respuesta para eso, o al menos no una que pudiera decir en voz alta. Se mordió el labio, frustrado por sentirse atrapado en su propio juego.

—¡Eres imposible! —exclamó finalmente, y antes de que Soobin pudiera responder, el príncipe salió corriendo del patio, sus pasos resonando en los pasillos vacíos.

Soobin observó cómo se marchaba, cruzándose de brazos mientras una sonrisa suave, casi imperceptible, asomaba en el borde de sus labios.

—Caprichoso... —murmuró para sí mismo, antes de volver a su entrenamiento.

En su habitación, Yeonjun se dejó caer sobre el diván, cubriéndose el rostro con las manos. No entendía cómo alguien podía hacerlo sentir tan frustrado y tan fascinado al mismo tiempo.

—Soobin es un tonto... —susurró, aunque en el fondo sabía que el verdadero tonto era él.

 —susurró, aunque en el fondo sabía que el verdadero tonto era él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⌇ 🍥 彡 ‧₊˚ ᴹʸ ʰᵉᵃʳᵗ ⁱˢ ᶠᵘˡˡ ᵒᶠ ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ ꒱ 𓈒 ✦

ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ (soojun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora