Veintidós

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Estábamos en la pequeña sala de Levi, un espacio perfectamente ordenado y minimalista, aunque ahora lleno de papeles, cuentas y pantallas de laptop abiertas con búsquedas de vuelos. Erwin, sentado en el sillón junto a una mesa improvisada con hojas esparcidas, revisaba atentamente las cifras mientras Levi daba vueltas como un león enjaulado.

—Carajo, mi dinero se va ir a la mierda —murmuró Levi, frustrado, mientras se pasaba las manos por el cabello oscuro, desordenándolo un poco, algo raro en él. Se dejó caer en el respaldo de una silla, agotado antes de que siquiera hubiéramos llegado a un acuerdo.

Le miré, entendiendo su tensión pero con algo de culpa por lo que venía. —Eso es lo de menos, te devolveré luego —dije con un tono firme, tratando de calmarlo.

Erwin levantó la vista de la pantalla y nos miró a ambos, con ese aire calmado que siempre parecía mantener, incluso en el caos. —No se trata solo del dinero, —interrumpió, su voz profunda pero serena—. Necesitamos asegurarnos de que todo encaje. El tiempo, los documentos, las fechas... Si algo sale mal, no solo perderemos dinero.

—Ya lo sé, maldita sea —respondió Levi, lanzándome una mirada de reojo que podría perforar metal. Sus ojos grises brillaban con una mezcla de ansiedad e impaciencia. Estaba claro que la idea de Hange, varada al otro lado del mundo, lo estaba carcomiendo por dentro. Pero Levi no era de los que lo admitían fácilmente.

Decidí no responderle directamente, no ahora. En lugar de eso, me acerqué al escritorio donde estaba la laptop abierta y señalé uno de los vuelos que Erwin tenía marcado. —¿Este podría funcionar? Sale en dos días y tiene escalas decentes. El precio no es tan malo en comparación con los demás.

Levi se inclinó hacia adelante, revisando con ojos críticos la pantalla. —¿Y el pasaporte? —preguntó sin mirarme, su voz ahora más controlada pero todavía tensa.

—Ya lo tiene todo en regla —respondí rápidamente. Hange siempre había sido organizada para esas cosas, al menos dentro de su caos.

Erwin asintió. —Entonces lo reservamos. Pero necesito que ambos mantengan la calma. Si algo se complica... —Dejó la frase en el aire, como solía hacer, obligándonos a pensar en todas las posibles consecuencias.

Levi suspiró profundamente, resignado. —Está bien. Hagámoslo ya. Pero no prometo no querer matarte si esto sale mal —dijo, mirándome con esa expresión que mezclaba exasperación y un toque de afecto que rara vez dejaba ver.

Asentí, guardándome una sonrisa. Porque si había algo seguro, era que por Hange, haríamos lo que fuera.

Rápidamente, Levi sacó su celular del bolsillo y, con dedos ágiles, empezó a escribirle un mensaje a Hange. Podía sentir la tensión en el aire mientras tipeaba, el ceño fruncido y la mandíbula apretada.

—Voy a avisarle ahora mismo —murmuró, más para sí mismo que para nosotros.

—El vuelo estará en dos días, a las [hora], el [fecha]. Ve preparando todo —escribió con precisión y sin rodeos. Levi siempre era directo, especialmente cuando estaba preocupado. Pulsó “enviar” sin dudarlo, como si el acto de comunicarle esto a Hange le aliviara un poco de la carga que llevaba.

—¿Crees que responda rápido? —le pregunté, tratando de romper un poco la tensión. Sabía que Hange a veces desaparecía en sus propios proyectos y no revisaba el celular por horas.

Levi me lanzó una mirada que era mitad irritación, mitad cansancio. —Claro que va a responder. Sabe que no tenemos tiempo para estupideces.

Erwin, que seguía revisando números en la laptop, levantó la vista. —Si ya sabe que el vuelo está reservado, hará todo lo posible por no complicarlo. La conocemos. —Su voz tenía esa calma que ayudaba a equilibrar el ambiente, aunque Levi seguía pareciendo una olla a punto de explotar.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Hange Zoe | High Enough Donde viven las historias. Descúbrelo ahora