Hange Zoe | High Enough

Veintiuno

Me desperté con la respiración acelerada, estaba sudando, parecía ¿asustada? Me encontraba en mi habitación con Ymir, ella estaba durmiendo plácidamente en su cama, me senté en el borde de la cama, me pare y caminé hasta el baño.
Mis hojos parecían mapache, parecía que estaba llorando pero ni me acuerdo si lo hice o no, me toque la cara con preocupación y me acordé....

Flashback

Me había comido el visto más monumental de mi vida. Lo supe, lo vi, pero estaba demasiado ebria como para que me importara realmente. Con esa mezcla de resignación y alcohol en las venas, me desplomé en la cama y me quedé profundamente dormida, como si al cerrar los ojos pudiera borrar la vergüenza del momento.

Y entonces soñé. Soñé que Hange estaba de vuelta, como si nunca se hubiera ido. Ahí estaba, con su sonrisa amplia y esos ojos llenos de vida que siempre me hacían sentir que todo estaba bien. En el sueño, estábamos juntas de una manera que nunca pensé que sería posible: nos casamos. Recuerdo con claridad cómo su risa llenaba el aire cuando intercambiamos votos, cómo sus manos, cálidas y firmes, sostenían las mías.

El sueño no terminó ahí. La escena cambió y, de repente, yo estaba embarazada. Mi vientre redondeado era como una promesa, una extensión de nuestra felicidad. La miraba y no podía dejar de pensar en lo perfecta que se veía, en lo completo que se sentía el mundo con ella así, a mi lado, tan nuestra.

Era todo tan real que me dolió despertar. Abrí los ojos y la cruda realidad me golpeó como un balde de agua fría. Hange no estaba. Ni el anillo, ni la promesa, ni el bebé. Solo yo, mi resaca, y el eco de un sueño que jamás sería más que eso.

Fin del Flashback

Me miré al espejo al recordar todo, mi vista se nubló en segundos, estaba llorando, sentía mis lágrimas caer descontroladamente, Ymir se había despertado y entró al baño preocupada de porque yo no estaba acostada.

— Tn, Mierda... — Dijo para envolverme en sus brazos — por qué lloras?— preguntó acariciándome el brazo.

Me hundí en su cuello abrazándola fuertemente.

— Soñé con ella...— hice una pausa y respiré — soñé que volvió y vivíamos las dos felices...— Respondí sin dejar de llorar.

— Dios.... Tn, sabes que ella se fue por algo... superala— Respondió.

— No puedo! Sabes que fue el único — me calle, ella sabía que ella fue el único amor que tuve, pero era mejor no decirlo.

La tarde pasó sin grandes cambios. Ymir intentaba distraerme hablando de cosas simples o recordando momentos graciosos, pero cada tanto el silencio volvía, pesado y difícil de ignorar. Aunque trataba de mantenerse tranquila, podía notar en su mirada que estaba preocupada. Sabía que quería ayudarme, pero parecía no saber cómo.

En un momento, me sugirió salir a caminar, pero no tenía ganas. Me quedé sentada al borde de la cama, mirando el suelo, sin fuerzas para moverme. Ymir se sentó a mi lado y no dijo nada más, respetando el silencio. Puso su mano cerca de la mía, como queriendo darme apoyo sin invadir mi espacio.

Cuando finalmente hablé, solo dije algo pequeño, como “tengo sed”. Ymir se levantó rápido, casi aliviada de poder hacer algo por mí. Cuando volvió con un vaso de agua, me lo ofreció con paciencia. Al principio no lo tomé, pero no insistió. Solo esperó hasta que lo acepté.

El resto del día fue igual. Ella intentaba hacerme sentir mejor con pequeños gestos, y yo seguía atrapada en mis pensamientos. No me dejó sola ni un momento, aunque se lo pedí. Su compañía, aunque silenciosa, era lo único que evitaba que me sintiera completamente perdida.