El aire alrededor del árbol era tenso, cargado de un frío que se sentía mucho más opresivo que el habitual de la montaña. La niebla envolvía a los dos cambia-formas como una cortina que separaba este enfrentamiento del resto del mundo. Jungkook estaba allí, firme y en guardia, su espada sostenida con ambas manos, mientras su mirada se fijaba en Hana con clara frustración.
Su agarre en la empuñadura era sólido, pero no agresivo. No había movimientos bruscos, solo una tensión que vibraba en cada músculo de su cuerpo, como un arco tensado al borde de disparar.
—Hana... quítate —dijo con un tono bajo y controlado. Era una orden contundente pero la Alfa no se movió.
Hana se mantenía frente a la puerta del árbol, su cuerpo en una postura defensiva, con el peso distribuido de manera uniforme en ambos pies. Sus manos descansaban cerca de las dagas que llevaba, pero no las había desenfundado. Sabía que dar el primer paso, aunque le aseguraría una ventaja como cazadora, también significaría cruzar un límite que prefería evitar.
—No puedo hacer eso, Jungkook —respondió con calma, aunque por dentro su mente trabajaba frenéticamente. Su instinto le decía que atacara, que usara la indecisión del Alfa en su favor, pero su corazón sabía que no debía ser ella quien desatara esa tormenta.
El guerrero avanzó un paso, su espada aún en alto, pero sin intención inmediata de atacar. Cada fibra de su ser parecía debatirse entre sus emociones. Su naturaleza Alfa lo empujaba a actuar, a proteger, a eliminar la amenaza que creía que Taehyung representaba. Pero el hombre que era, la promesa de cuidar de los suyos, lo retenía.
—Él no debería estar aquí. Esa cara... esas marcas...te engaño todo este tiempo —su voz se quebró ligeramente, pero no bajó la espada—. No podemos ignorarlo.
Hana inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos fijos en los de Jungkook, buscando algún indicio de que podría razonar con él.
—Entiendo cómo se ven las cosas —comenzó con suavidad—. Hemos tenido problemas con identidades confusas y podemos estar susceptibles...
—No lo entiendes —gruñó Jungkook, dando otro paso adelante. Su tono no era agresivo, sino cargado de un dolor profundo—. ¿Por qué no entiendes que trato de protegernos?
La niebla pareció espesarse a su alrededor, como si la montaña misma quisiera ocultar lo que estaba a punto de suceder. Ambos cambiaron sutilmente de posición, comenzando un baile lento y calculado.
Jungkook era implacable, sus pasos deliberados, sus ojos siempre fijos en su objetivo. A pesar de su estado, no era un guerrero impulsivo; cada movimiento era medido, sus músculos tensos pero controlados. Hana, por su parte, respondía como una experta cazadora, manteniendo la distancia justa, observando cada pequeño gesto, lista para reaccionar si era necesario.
—No quiero pelear contigo, Jungkook. —Su voz tenía un filo de sinceridad, pero también una advertencia implícita, porque sabía que, si luchaban, no habría vuelta atrás, una pelea entre dos Alfas solo terminaba cuando el otro no podía continuar.
—Entonces quítate o tendré que hacerte daño —Sus palabras eran un mandato, pero el leve temblor en sus manos mostraba que no era tan simple para él.
Por un instante, ambos se quedaron inmóviles, estudiándose el uno al otro. Hana podía sentir la intensidad del conflicto interno de Jungkook. No atacaría a alguien cercano a él, incluso en su estado iracundo. La violencia contra los suyos era su última opción, pero la rabia que lo consumía estaba empujándolo al límite.
—Si lo dejas en mis manos, me aseguraré de que todo termine rápido —dijo Jungkook finalmente, su tono más bajo, casi como un ruego.
Hana dejó escapar un suspiro. No había duda de que el guerrero desataría toda su rabia sobre Taehyung apenas lo viera.
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Me convertí en un cambia-forma Omega al ir a otro mundo /Jimin/Y.GxN.JxJ.K
FanfictionLuego de morir producto del veneno de una medusa, Jimin dejo el mundo humano lleno de arrepentimientos y anhelos. Pero al parecer "reencarno" o algo así intuye él, cuando una mujer desconocida afirma ser su madre, y alguna especie de extraño chaman...