26. Luto interrumpido

159 22 26
                                    

Sentía la culpa pellizcándome la piel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sentía la culpa pellizcándome la piel. Había estado todo el día tan distante de Derian debido al recuerdo de Samuel, un pensamiento incesante que perforaba mi mente cada vez que regresaba a mí.

Había traicionado a Derian, y, de cierta manera, me sentía como un completo infiel, a pesar de no haber besado los labios de Samuel. Lo experimentaba porque esos sentimientos que tantas veces intenté apagar jamás lograron irse, y ver de nuevo su rostro, aunque ahora tan cambiado de cómo era antes, devolvió a la superficie todos esos sentimientos que creí ajenos a mí después de tanto tiempo.

Derian parecía tan melancólico y perforado por dentro, pero, por alguna razón, quiso mostrarse fuerte frente a mí. Quizás sabía que, si se rompía ante mis ojos, yo también lo haría, y no habría quien nos consolara a ambos en aquel momento tan difícil. Me dolía verlo así, sabiendo que ya no le quedaba nadie más en el mundo, excepto yo, con un corazón traicionero que empezaba a quemarse de culpa, como madera ardiendo en el fuego intenso de una hoguera. Todo el viaje en auto me odié profundamente. Quería evaporarme del universo, y, después de mucho tiempo, deseé haber muerto en aquellas dos oportunidades en las que pude ir directo a la luz, pero desaproveché ambas.

¿Cómo me atrevía a traicionar al amor de mi vida por alguien que ni siquiera podía pronunciar la palabra amor cuando trataba de referirse a nosotros?

Era nefasto pensar que había herido a Derian, pero más aún saber que él ni siquiera era consciente de ello, pues no sabía lo que había hecho. O quizás sí, porque su mirada hacia mí nunca dejó de ser inquietante. Tal vez estaba siendo demasiado paranoico, con la culpa, apuñalándome las entrañas y presionándome para escupir la verdad absoluta. 

Salí de la funeraria con indignación e impotencia en el corazón. Apenas habíamos estado allí dos horas, y ya querían echarnos del lugar, cortándole los minutos de luto a Derian. Solo le permitieron ver el rostro de su padre por última vez durante quince escasos minutos, condenándolo a no volver a hacerlo nunca más en el resto de su larga vida. Eso me rompía el corazón más de lo que ya lo había estado en los últimos dieciocho años. Sin embargo, lo que más me mortificaba era que Derian parecía aceptar aquel destino, un destino donde era huérfano y nunca más podría ver a su amado padre.

¿Por qué aceptaba ese melancólico final siendo tan joven y lleno de vida?

Parecía que le daba igual lo que pasara con su vida, y eso me preocupaba profundamente, porque yo seguía amándolo y deseaba lo mejor para él pese a cualquier circunstancia que se le atravesara. 

Caminé en círculos, tratando de digerir la impotencia que se desbordaba de mi pecho. Estaba tan inmerso en mis pensamientos que, cuando Samuel se posicionó junto a mí, ni siquiera me sobresalté. Pasaron unos segundos antes de que mi mente se acomodara y mis ojos volvieran a contemplarlo. Esta segunda vez, sin embargo, sí me sobresalté de inmediato. Giré hacia todos lados, preocupado y temeroso de que Derian pudiera descubrir mi traición y pensar lo peor de mí. Pero, aunque mis ojos lo buscaron por todas partes, él no estaba.

Si te QuEdAs conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora