En caída libre

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Sólo éramos el y yo, no hacía falta más. Aún sujetándonos de las manos bajo el agua cristalina. El tiempo se detuvo y todo era claro. Aquí era justo donde debía estar, junto a Mathew. En sólo unos pocos segundos bajo el agua me deshice de la duda inminente que me inquietaba, y tomé la desición de estar junto a el; juntos ante todo.

Mathew me tomó nuevamente entre sus brazos y salimos juntos a la superficie. Lo primero que observé fueron sus hermosos ojos azules mirando profundamente hacia los míos. Sólo supe sonreír y recostarme sobre su pecho.

Así pasaron dos increíbles meses junto a Matt, llenos de ampr detalles y muchas primeras experiencias... Al final de la semana siempre regresábamos a nuestro lugar especial, se había vuelto nuestro santuario, nuestro gran escondite. Fué el lugar que vió crecer nuestros sentimientos todos los domingos. Todas mis inseguridades desaparecían con tantos gestos de amor, con tantas palabras y recuerdos lindos junto a Mathew. Podía olvidarme de todo lo malo junto a el. Nuevamente estábamos allí, en nuestro lugar especial. Luego de reír, jugar y nadar un rato, decidimos sentarnos a comer algo. Inmediamente al salir del agua comencé a temblar del frío y solo pasaron unos cinco segundos cuando Mathew me envolvía en una toalla tibia y suave. No podía evitar sentirme protegida junto a él, con sus detalles siempre. Tomé un poco de agua que Mathew me ofreció, estaba muy fría y tenía cierto sabor extraño.
Mathew se recostó al lado mío y yo puse mi cabeza sobre su pecho mientras mirábamos la copa de los árboles y descansabamos un poco.

Tenía que hacer esta pregunta, esa pregunta que rondaba en mi cabeza justo desde el principio. Esa pregunta que había estado tratando de evadir pero ya no podía hacerlo. Esa duda que me dejaba pensando en miles de escenarios diferentes en donde no habían respuestas claras ni evidentes. Me armé de valor y las palabras salieron de mi boca mucho mejor de lo que había pensado.
-¿Cómo pasaste de odiarme a hacer tanto por mi?- dije mientras intentaba no mirar a Mathew hasta no recibir una respuesta.
-Vaya, te tomó más tiempo de lo que pensé hacerme esa pregunta.- dijo el sin ninguna expresión en su voz. Entonces sentí una sensación extraña, no podía imaginar cuál sería su respuesta.
-Eso no contesta mi pregunta, pensé que después de lo que te hice querrías venganza, pensé que esto sería una trampa...- dije y me quedé callada mientras esperaba su contestación. Un silencio nos invadió a los dos, al escuchar lo que le dije parecía haberse perdido en algún pensamiento. Y los nervios me traicionaban de nuevo. Luego de unos dos minutos de silencio absoluto en nuestra conversación él sólo dijo:
-¿No te has percatado lo diferente que eres? Has sido la única que se ha atrevido a desafiarme, eso implica valentía Dalila. Y admiro eso además de todo el resto de cosas que me encantan de ti.- Mathew me besó y distrajo mis pensamientos hasta que olvidé de que estábamos hablando. Matt se levantó y dijo que buscaría la próxima sorpresa en el auto y yo solo quedé contemplando el agua. Un sentimiento de duda aún me acompañaba, Mathew no había contestado mi pregunta, sólo la evadió con una respuesta que mis oídos creyeron. Pero entonces comencé a recordar el día en el que Jeremy llegó hasta mi casa. Recordé sus palabras...

"El te puede hacer daño..."

Comencé a sentir una especie de mareo y pequeñas imágenes aparecían frente a mis ojos, eran recuerdos. Jeremy en mi casa, el primer día de clases chocándome con Mathew, el gran baile...
El vaso de agua amarga.

"El te puede hacer daño..."

La frase retumbaba en mi mente y recuerdo un fuerte dolor de cabeza. No podía ver nada, era como si la luz desvaneciera ante mis ojos. Y lo ultimo que pude escuchar fué...

-Sorpesa primita.-

Mathew regresaba acompañado por Pía.

Me enamoré de un imbécil (Wattys 2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora