Capitulo 23: Partido contra Ravenclaw parte 2

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A las once menos cuarto el equipo de Gryffindor se dirigió a los vestuarios. El tiempo no podía ser más distinto del que había imperado en el partido contra Hufflepuff. Hacía un día fresco y despejado, con una brisa muy ligera. Esta vez no habría problemas de visibilidad, y Harry, aunque estaba nervioso, empezaba a sentir la emoción que sólo podía producir un partido de quidditch. Oían al resto del colegio que se dirigía al estadio, Abby estaba emocionada, pero le preocupaba que Nicy o los dementores volvieran a aparecer. Harry y Abby se quitaron las ropas negras del cole­gio, sacaron del bolsillo las varitas y se las metieron dentro de la cami­seta que iban a llevar bajo las ropas de quidditch, Abby se ajustó la funda de la varita por dentro del cuello de la camiseta. Esperaban no necesitarlas. Se preguntaron de repente si el profesor Lupin estaría entre el público viendo el partido.

—Ya sabéis lo que tenéis que hacer —dijo Wood cuando se disponían a salir del vestuario—. Si perdemos este parti­do, estamos eliminados. Sólo... sólo tenéis que hacerlo como en el entrenamiento de ayer y todo irá de perlas.

Salieron al campo y fueron recibidos con un aplauso tu­multuoso. El equipo de Ravenclaw, de color azul, aguarda­ba ya en el campo. La buscadora, Cho Chang, era la única chi­ca del equipo y a pesar de los nervios, Harry no pudo dejar de notar que era muy guapa. Ella le sonrió cuando los equipos se ali­nearon uno frente al otro, detrás de sus capitanes, y sintió una ligera sacudida en el estómago que no creyó que tuviera nada que ver con los nervios.

—Wood, Davies, daos la mano —ordenó la señora Hooch.

Y Wood le estrechó la mano al capitán de Ravenclaw.

—Montad en las escobas... Cuando suene el silbato... ¡Tres, dos, uno!

Harry y Abby despegaron del suelo y las Saetas de Fuego se levantaron más rápido que ninguna otra escoba. Abby ya había atrapado la quaffle gracias a su nueva escoba y volaba a toda velocidad hacia los postes de gol. Harry planeó por el estadio y empezó a buscar la snitch, escuchando todo el tiempo los comentarios de Lee Jordan, el cuarto merodeador:

—Han empezado a jugar y el objeto de expectación en este partido son las Saetas de Fuego que montan los hermanos Abby y Harry Potter, del equipo de Gryffindor. Según la revista El mundo de la escoba, la Saeta es la escoba elegida por los equipos nacionales para el campeonato mundial de este año.

—Jordan, ¿te importaría explicar lo que ocurre en el partido? —interrumpió la voz de la profesora McGonagall.

—Tiene razón, profesora. Sólo daba algo de información complementaria. La Saeta de Fuego, por cierto, está dotada de frenos automáticos y...

—¡Jordan!

—Vale, vale. Gryffindor tiene la pelota. Abby Potter se di­rige a la meta a toda mecha, porque la Saeta de Fuego puede acelerar en...

-¡Jordan! ¿Que te acabo de decir?

Harry pasó como un rayo al lado de Abby y en dirección contraria, buscando a su alrededor un resplandor dorado y notando que Cho Chang le pisaba los talones. La jugadora volaba muy bien. Continuamente se le cruzaba, obligándolo a cambiar de dirección.

—Enséñale cómo se acelera, Harry —le gritó Fred al pa­sar velozmente por su lado en persecución de una bludger que se dirigía hacia Alicia.

Harry aceleró la Saeta al rodear los postes de la meta de Ravenclaw, seguido de Cho. La vio en el momento en que Abby conseguía el primer tanto del partido y las gradas ocu­padas por los de Gryffindor enloquecían de entusiasmo: la snitch, muy próxima al suelo, cerca de una de las barreras.

Harry descendió en picado; Cho lo vio y salió rápida­mente tras él. Harry aumentó la velocidad. Estaba embar­gado de emoción. Su especialidad eran los descensos en picado. Estaba a tres metros de distancia...

La hermana de Harry Potter y el prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora