Capítulo 45: Perfecta

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Fue perfecta. Y no, no estoy exagerando. Mi primera vez fue perfecta. Claro que me había dolido. Por supuesto que me había sentido un poco avergonzada al desnudarme, y en parte un poco decepcionada por no haber llegado al orgasmo; aunque según mis amigas hay que practicar el sexo varias veces antes de tener un orgasmo real.

Pero lo que sentí, fue impresionante. Sentí que conectaba, no solo con Daniel, sino también conmigo misma. Conocí una parte de mí cuya existencia desconocía. Me sentí segura, libre, capaz de hacer cualquier cosa. Sentí que podía acercarme al precipicio, mirar abajo y no temer ni a la altura ni a la caída. Por primera vez me sentía fuerte y valiente.

Me giré y observé el sereno rostro de mi novio. Me incorporé y busqué mi ropa interior con la mirada. Mi sujetador se encontraba debajo de la mesa donde estaba la tele, pero no había ni rastro de mis bragas.

-¿Pasa algo?

Miré a mi novio el cual no me quitaba el ojo de encima. Me agaché y le di un besito en los labios.

-¿Has perdido algo? -me preguntó.

-Mis bragas -ambos reímos- . ¿Qué tal has dormido?

-¿Yo? Mejor que en toda mi vida -sonrió aferrándose a la almohada-. ¿Cómo te sientes?

-Diferente -me encogí de hombros-, pero en el buen sentido. No sé cómo explicarlo. Me siento como una nueva versión de mi misma. ¿Entiendes

-Creo ... creo que sí -me miró con el ceño fruncido; no, no había comprendido lo que quería decirle.

-Da igual, yo me entiendo -le aparté un rizo rebelde de la frente-. Tengo hambre.

-¿Nos preparamos y vamos con las maletas ya hechas a la cafetería de ayer?

-Perfecto -asentí con ganas.

Me vestí con unos pantalones verdes caqui y una camiseta con estampado floral más unos botines negros con unos tacones bastante considerables. No me llevó mucho tiempo hacer la maleta, Daniel no había cogido demasiadas cosas para el fin de semana; al final resultó que mis bragas se habían escondido entre las sábanas de la cama.

Fuimos a la cafetería del día anterior y nos dimos el lujo de pedir el desayuno especial del local, el cual consistía en café, o café con leche en mi caso, un súper zumo de naranja, que por mucho que dijesen que era natural estaba más que claro que era del supermercado, y para rematar, un auténtico banquete en un solo plato: huevos benedict sobre tostadas, con salsa holandesa y acompañamiento de bacon y espinacas; y como Daniel odiaba las espinacas, pude disfrutar de una ración doble.

-Llevaba tanto tiempo sin comer huevos benedict -dijo Daniel con los ojos cerrados saboreando el trozo que tenía en la boca.

-Fuimos a un brunch hace un mes -contesté mientras pinchaba unos trozos de espinaca.

-Pues eso, hace mucho tiempo -le dio un trago a su café.

-Me da mucha pena volver a casa, este fin de semana ha sido increíble.

-Sí que lo ha sido, ha sido estupendo poder pasar unos días nosotros solos. Por cierto, hay algo que quería comentarte.

-Dímelo -le di un trago a mi café provocando que gran parte del dibujo que habían hecho con la leche se esfumase.

-Creo que mi padre sabe lo nuestro, o al menos lo sospecha.

-¿Y eso?

-Ha estado dándome algunas señales últimamente. Y justo antes de venir aquí me dio una charlita.

-¿Una "charlita"? -hice comillas en el aire con mis dedos.

-Sí. Empezó diciéndome que estaba muy contento por este viaje bla, bla, bla, y que si alguna vez quería hablar de algo con él que lo hiciese, que él quería lo mejor para mí. Y de pronto me preguntó que había de nuevo en mi vida, que si había alguna chica, y así.

-Ah -me quedé procesando la información recibida durante unos instantes-. ¿Por qué crees que si lo supone no te lo ha preguntado directamente?

-Tal vez no esté seguro e intente que se lo contemos nosotros -se encogió de hombros.

-Tal vez deberíamos -me miró boquiabierto-. A ver, no hoy, y mañana tampoco. Pero en realidad no me preocupa demasiado que lo sepa tu padre. Es comprensivo y quiere lo mejor para ti. La que me preocupa es mi madre, te aseguro que no se lo tomaría nada bien.

-No puedes estar totalmente segura de ello.

-Oh, sí que lo estoy. Mi madre considera que lo más importante es la apariencia. Tener una familia perfecta, amistades perfectas y que sus hijos tengan relaciones con gente aun más perfecta -esbocé una sonrisa de resignación-. Tu padre quiere lo mejor para ti, mi madre sin embargo, quiere lo mejor para ella, pues considera que lo mejor para ella también es lo mejor para mí.

-Bueno, tarde o temprano lo sabrá -se encogió de hombros.

-Pues mejor que sea tarde, cuanto más tarde mejor -me llevé un trozo de huevo a la boca pero no lo saboreé, no dejaba de darle vueltas a la reacción de mi madre en cuanto se enterara de mi relación con Daniel.

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora