La mano de Daniel acariciaba lentamente mi brazo haciendo que erizase la piel. Aquella era una escena que había leído en muchísimas novelas románticas, y siempre que las leía pensaba que eran estúpidas, simples clichés y que escenas así no había en la vida real, pero ahí estaba yo, y aquello era real.
Era una sensación agridulce, pues aunque sabía que estaba mal y que lo mío con Daniel no podría seguir adelante y que además estaba comenzando una relación con mi mejor amigo, no podía evitar que me gustase. Porque en aquel momento no se me ocurría un sitio mejor para estar. No había otro sitio como aquel. No había mejor sitio que estar sobre la cama abrazada por los brazos de Daniel.
Quería parar el tiempo, disfrutar de aquellas caricias y aquel aliento cálido chocando en mi nuca por la eternidad. Quería quedarme ahí tumbada, con los ojos cerrados disfrutando de un acto de amor tan puro y perfecto.
Me besó la mejilla y las comisuras de mis labios se torcieron involuntariamente hacia arriba formando una pequeña sonrisa.
-Sé que estás despierta -susurró en mi oído.
-¿Y? ¿Tengo que levantarme? Estoy muy a gusto aquí -dije sin abrir los ojos.
-Estás preciosa cuando duermes -acarició mi cuello con la punta de su nariz- Te quiero -me giró e hizo ademán de acercar su rostro hacia el mío.
-No, por favor -dije poniedo una mano en su pecho.
-Vamos, solo una vez -me rogó- Necesito besarte, solo una vez, necesito un último beso para cerciorarme de que no estoy equivocado.
-¿Equivocado respecto a qué?
Me agarró del mentón y acercó su rostro al mío. No dij nada, simplemente me quedé mirando el azul de sus ojos. Rozó sus labios con los míos superficialmente. No diría que sentí una descarga eléctrica recorriendo mi cuerpo pues no lo sentí. Lo que sentí fue fuego, una mezcla de ansia y pasión que no sabía que llevaba dentro. Solo había rozado nuestros labios, y me había bastado para encender una llama en mi pecho .
Aquel beso era especial, sin duda alguna, Daniel me besaba haciendo que sintiese cosas que nunca había sentido antes.
-Sabía que no me equivocaba -murmuró apartándose tan solo unos centímetros- Te amo -dijo sonriendo.
-Dani, no sigas con eso... -me mordí el labio.
-¿Por qué no podemos estar juntos? -preguntó irritado.
-Somos hermanastros, la gente hablaría pestes de nosotros.
-Me da igual lo que la gente piense o diga de nosotros.
-A tí sí, y a mí también, pero, ¿y a nuestros padres? ¿crees que a ellos les daría igual?
-Katy a llegado un momento en el que me importan un rábano. Te necesito. Llevo meses intentando evitar esto que siento por ti pero no puedo, ya no, y me he hartado de intentar oprimir este sentimiento y...
-Pues lo siento -lo interrumpí- Tienes valor y lo aprecio, por desgracia yo no lo tengo, y no me atrevo a hacerles esto a nuestros padres -intenté contener algunas lágrimas traviesas- Lo siento, pero esto no puede ser, y sé que con el tiempo conseguiremos seguir adelante -agarré su mano- Conocerás a otra chica, mucho mejor que yo, y que te dará menos problemas. Te enamorarás de ella y te olvidarás de mí.
-No, no lo haré, no me enamoraré de otra –dijo negando con la cabeza
Me agarró la cara con ambas manos y me besó. Pensé en resistirme, pero la idea de que tal vez aquel sería el último beso que le diese me lo impidió completamente.
Narra Daniel
Se equivocaba. Katy se equivocaba completamente. Yo la amaba y sabía que no me enamoraría de otra que no fuese ella, y por ello, haría lo que hiciera falta para que ella comprendiera que estaba tan perdida como yo. Le haría ver que al igual que yo con ella, ella no podía vivir sin mi. Le haría comprender que no podíamos vivir el uno sin el otro. Le haría comprender que teníamos que estar juntos, y que aquello no se podía cambiar.
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Enamorada de mi hermanastro
RomanceCuento las horas, los minutos, los segundos, cuento el tiempo que falta para que podamos estar a solas, para que solo estemos él, yo y nuestro amor. No sé por qué, puede que siempre lo amase o tal vez fue por la ternura con la que me trataba o tal v...