Capítulo 6: Enredar mis dedos en tu cabello

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Salí del baño y comencé a bajar lentamente las escaleras que daban a la planta baja cuando de pronto escuché parte de la conversación entre Daniel y Raúl.

— ¿Se puede saber a qué viene todo esto?

— Viene a que no quiero que ella sufra.

— ¿En serio? ¿Me vas a hacer una escena de celos de hermano mayor? Solo vamos a tener una cita, no tiene nada de malo. Katy ha sido mi mejor amiga desde que somos niños, tu solo la conoces desde hace... ¿cuánto? ¿año, año y medio? Yo nunca le haré daño, la quiero y considero mi mayor privilegio y prioridad hacerla feliz.

— Bien, me alegro oir eso -me levanté al mismo tiempo que oía como Katy comenzaa a bajar las escaleras y Raúl hizo lo mismo-. Pero que te quede claro, como tengas un momento de debilidad e intentes propasarte con ella, te perseguiré hasta los confines de la tierra y te partiré la cara en dos, ¿entendido? No me caes especialmente bien.

— Entendido, y tranquilo, que el sentimiento es mutuo. 

De pronto se formó un gran silencio y aquello me puso los pelos de punta. 

< ¿Por qué no hablan? ¿Se estarán estrangulando el uno al otro? >

Bajé corriendo las escaleras que me quedaban y entré en el salón para ser testigo de algo que no me esperaba. 

Daniel y Raúl se estaban mirando fijamente, ninguno de los dos apartaba la mirada y la tensión flotaba en el aire. 

¿Y ahora qué? ¿Se van a besar o algo así? >

— ¿Se puede saber qué estáis haciendo? -pregunté y ambos giraron los rostros para mirarme. 

— Nada, solo estábamos hablando -me contestó Daniel.

  ¿Hablando de qué? -pregunté acercándome a Raúl y dándole dos besos en las mejillas- Hola -lo saludé. 

   Hola -me saludó- De nada, ya sabes, cosas de tíos, ¿verdad Daniel?

   Verdad Raúl -le contestó secamente. 

   Muy bien... -murmuré- ¿Nos vamos? -pregunté cambiando de tema. 

   Sí, claro -rodeó el sofá y me miró esperando a que hiciera lo propio- ¿Vamos?

   Ahora se irá, tu vete arrancando la moto -le dijo Daniel. Mi amigo le hizo caso omiso y me miró esperando la respuesta que aún no le había dado.

   Vete tú, ahora mismo saldré yo -le dije.

   Está bien -contestó.

Salió de casa dejándonos a Daniel y a mi a solas. 

— Cuídate, ¿vale? -me acarició la mejilla con el pulgar. 

— Tranquilo, no me hará nada -le sonreí de lado- Además, si me hiciera algo lo perseguirías hasta los confines de la tierra y le partirías la cara en dos, ¿verdad? -dije riendo leve. 

  ¿Nos has oído? -preguntó riendo también. 

   Sí, y debería enfadarme contigo por haber amenazado a mi mejor amigo pero la verdad es que en parte me gusta saber que estarías dispuesto a hacer lo que sea por mí -pasé mis dedos por su pelo castaño- Te está creciendo el pelo.

— Lo sé, tengo que ir a cortármelo.

  No lo hagas, me encanta enredar mis dedos en tu cabello -sonreí. 

— Y a mi me encanta que lo hagas -ambos sonreímos-. Llámame si pasa cualquier cosa.

— Tranquilo, estaré bien -me puse de puntilla y besé su mejilla- Adiós. 

— Adiós. Ah, y no vuelvas muy tarde. 

 Tranquilo, papá -volví a sonreírle y salí de casa. 

Caminé a paso acelerado hasta la moto de Raúl y, cuando me hube puesto el casco que me había dado, me senté detrás de él y él hizo rugir a su fiera. Nuestra cita acababa de empezar. 


Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora