Capítulo 5: Hasta los confines de la tierra

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 Narra Daniel

 Esperé unos segundos hasta escuchar cómo Katy cerraba la puerta del baño. Abrí la puerta de la entrada y me encontré con aquel tipejo. 

— Hola Daniel -dijo sonriendo.

— Hola -le dije secamente- Entra.

— Gracias -pasó a dentro mientras se quitaba los guantes de cuero- ¿Está Katy?

— Sí, está peinándose, no tardará mucho, pero antes quiero hablar un poco contigo.

— ¿Conmigo? -frunció el ceño.

— Sí -asentí con la cabeza.

— ¿Sobre qué?

— Mejor sentémonos.  

Fuimos al salón y nos sentamos uno al lado del otro en el sofá. Miré detenidamente al chico que estaba sentado a mi lado. Tenía el cabello azabache un poco largo y elevado hacia el lado izquierdo. Tenía los ojos de color miel y una ligera barba de dos días. Vestía unos pantalones negros bastante desgastados con una camiseta gris y una cazadora de cuero negra. 

< ¿Qué demonios ve Katy en este elemento? >

-Voy a intentar ser breve -comencé- Katy es una persona increíbles, no solo es mi amiga sino que además es mi hermanastra y la quiero muchísimo, ni te haces una idea de cuánto la quiero. Haría lo que fuese por ella, ¿entiendes a dónde quiero llegar?

— No tengo ni idea -negó con la cabeza. 

— Está bien. Dime, ¿qué intenciones tienes con Katy?

— ¿Qué es lo que no entiendes? Te he preguntado qué intenciones tienes con ella. 

— ¿Se puede saber a qué viene todo esto?

— Viene a que no quiero que ella sufra. 

— ¿En serio? ¿Me vas a hacer una escena de celos de hermano mayor? Solo vamos a tener una cita, no tiene nada de malo. Katy ha sido mi mejor amiga desde que somos niños, tu solo la conoces desde hace... ¿cuánto? ¿año, año y medio? Yo nunca le haré daño, la quiero y considero mi mayor privilegio y prioridad hacerla feliz. 

— Bien, me alegro oir eso -me levanté al mismo tiempo que oía como Katy comenzaa a bajar las escaleras y Raúl hizo lo mismo-. Pero que te quede claro, como tengas un momento de debilidad e intentes propasarte con ella, te perseguiré hasta los confines de la tierra y te partiré la cara en dos, ¿entendido? No me caes especialmente bien. 

— Entendido, y tranquilo, que el sentimiento es mutuo. 

Nos quedamos mirándonos durante unos instantes. Sosteniendo la mirada del otro con fuerza. Parecía una batalla, y el primero que apartase la mirada perdería. 

— ¿Se puede saber qué estáis haciendo? -preguntó una tercera voz que acababa de entrar en escena.  

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora