— ¿Tienes sueño? -preguntó al verme bostezar.
— Un poco, pero da igual, estoy bien -apoyé mi cabeza en su hombro- ¿Y esta? -señalé otra foto.
— Ah, esta es de cuando fuimos a Disneyland. Una foto bonita, ¿verdad?
— Sí, está muy bien -en la foto salía Rob sentado en un banco con un monísimo niño de ocho años sentado a su lado- , eras un niño precioso.
— Gracias -sonrió-, esta foto la sacamos tras bajar de la montaña rusa. Mi padre tenía tal mareo que tuvo que sentarse intentando no vomitar.
— ¿De verdad? -miré detenidamente la foto- Pues en la foto parece que está perfectamente.
— Es un suertudo, es completamente fotogénico, siempre sale bien en las fotos.
— Su hijo tiene la misma suerte -le besé la mejilla y me tumbé sobre un montón de almohadas.Miré mi reloj de muñeca y vi que eran las dos de la madrugada pasadas. No tenía muy claro si esto de las citas nocturnas en el fuerte eran muy buena idea, no tenía ni idea de cómo hacía Daniel para tener energías para ir a clase al día siguiente.
Miré de reojo a mi novio el cual miraba con atención el álbum de fotos que tenía en las manos. Dani me había despertado en mitad de la noche. Al parecer el hablar sobre la muerte de su madre no le había hecho tanto mal, pues había cogido los álbumes de fotos de cuando era joven y había comenzado a mirarlas mientras me contaba las historias que había detrás de aquellas imágenes.
— Mira esta -sacó la foto del álbum y se tumbó a mi lado. Cogí la foto en la que salían su madre y él haciendo masa de galletas.
— Es preciosa.
— Fíjate bien en mi madre.Estaba preciosa. En realidad, su madre salía preciosa en todas las fotos. Daniel se parecía mucho a su padre, pero los ojos eran de su madre. Tenían los mismos ojos, el mismo brillo en la mirada.
— ¿Te has dado cuenta? -me preguntó.
— ¿De qué?
— Fíjate en la blusa que lleva mi madre -hice lo que me dijo.
— Oh.
— Exacto.— Tengo una blusa muy parecida.
— Yo diría que es exactamente igual -dijo reparando la blusa de color salmón- ¿Recuerdas la primera vez que te vi con esa blusa?
— ¿Acaso tu te acuerdas? -sonreí-, me sorprendes Daniel.
— Me acuerdo perfectamente del día en el que nos conocimos -metió la foto con cuidado en el álbum-, llevabas aquella blusa, unos vaqueros oscuros y unas botas marrones.
— ¿Y qué pendientes? -arqueé una ceja.
— No te pases -abrazó mi cintura-. ¿Acaso tu te acuerdas de cómo iba vestido yo?
—Recuerdo que llevabas una chupa de cuero y tenías barba -acaricié su suave mejilla- echo de menos tu barba, era sexy.
—¿Ah, sí? -sonrió de lado- ¿te parezco sexy con barba?
—Me parecer irresistible.—Tú sí que eres irresistible -dijo antes de lanzarse sobre mi y besar mi cuello.
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Enamorada de mi hermanastro
RomanceCuento las horas, los minutos, los segundos, cuento el tiempo que falta para que podamos estar a solas, para que solo estemos él, yo y nuestro amor. No sé por qué, puede que siempre lo amase o tal vez fue por la ternura con la que me trataba o tal v...