Capítulo 48: Croissant

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Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, y antes de darnes cuenta, Daniel y yo ya llevábamos casi siete meses juntos. ¿Si fue difícil mantener el secreto? Si tengo que decir la verdad, no. Fue fácil, parecía un juego de niños, éramos dos niños con un gran secreto entre nuestras manos y el juego consistía en que nadie lo descubriese; fue demasiado fácil.

Y fue aun más fácil con la ayuda de Rob. No pudimos fingir por mucho tiempo ante él, pues él ya lo suponía, y como sospechábamos, solo estaba esperando a que nosotros decidiéramos contárselo. Sabía que se lo tomaría bien. Rob era un romántico, al igual que su hijo, uno de esos hombres que piensan que el amor puede con todo y contra todo, y que si amas a alguien lo demás no importa.

Sin embargo mi madre no era así, no era una romántica perdida, el romántico era mi padre. Haciendo referencia a la novela El Diario de Noah de Nicholas Sparks, mi padre sería Noah, romántico, impulsivo y apasionado, mientras que mi madre sería Allie, la hija de una familia rica, con estudios que considera que lo más importante es tener un buen empleo, un marido decente con un buen empleo y un buen puesto en la sociedad. Nunca entendí por qué mis padres acabaron juntos, eran muy distintos para acabar juntos.

Junio casi había llegado. Todos estábamos muy estresados con los exámenes finales, tanto los estudiante de bachiller como los universitarios. Pero aun así, saber que después de los exámenes tendría tres largos meses para estar al lado de Daniel me animaba y estaba segura de que a él también.

Aquel martes comenzó como cualquier otro día, pero no fue para nada un martes corriente. Aquel martes marcó un antes y un después en mi vida, me hizo ver la realidad en la que vivía. Hoy en día me pregunto, ¿cómo un día que empieza de manera tan bonita puede acabar de una manera horrible?

Aquel martes desencadenó una serie de discusiones, gritos, palabras hirientes que hoy en día desearíamos no haber dicho en su momento... Pero aquello no pasó hasta la tarde, como he dicho, la mañana fue muy bonita.

-Katy, Katy, Katy, Katy, Katyyyy -canturreó Daniel en mi oído mientras me sacudía el hombro.

-Dani, Dani, Dani, Dani, Daniii -canturreé riendo.

-Arriba, que hay que ir a clase.

-¿Puedo quedarme solo un ratito más?

-Sí, pero hay dos croissants en la cocina, no te enfades si cuando bajas ya no queda ninguno para tí.

-Estoy segura de que quedará una para mí, no eres tan glotón como para comerte la mía -hundí los brazos bajó la almohada y enterré la cara en ella.

-Créeme, puedo ser mucho más glotón de lo que te puedes imaginar.

Dani salió de la habitación y yo no tardé en quedarme dormida en seguida. Pero al rato no fue Daniel quien me despertó, fue ese desagradable pitido agudo que provenía de esa asquerosidad llamada despertador.

-Algún día te juro que te estamparé contra la pared -solté un bufido y lo apagué de un manotazo

Me levanté e hice la cama. Lo siguiente que hice fue abrir el armario y coger, literalmente, lo primero que vi; unos pantalones negros básicos y un jersey largo, hasta medio muslo, blanco con dibujos asimétricos negros. Cogí de los cajones del armario una camiseta negra de tirantes y la ropa interior. Todo esto rematado con una botas negras con tacón bajo.

Bajé a la cocina donde Daniel estaba desayunando tranquilamente. Vi que tenía un croissant a medio comer en la mano y que el plato que había sobre la mesa estaba vacía.

< No puede ser... >

-¿Te estás comiendo mi croissant?

-Te advertí de que podía pasar -le dio dos bocados y se lo terminó.

-Serás...

-¿Glotón? -rió.

(***)

-¿Qué haremos esta tarde? -pregunté mientras esperaba a que el semáforo se pusiese en verde para poder seguir avanzando hacia el instituto.

-¿Esta tarde? -frunció el ceño.

-Tienes planes, ¿verdad?

-Creo que sí, creo que hoy es el día en el que íbamos a quedar el grupo de estudio. Ya lo siento.

-Tranquilo, da igual. Me iré a casa y aprovecharé para preparar los apuntes, no me vendrá mal estudiar para los finales.

-Me parece bien. ¿Tu madre vuelve a tener guardia de noche?

-No, pero creo que me dijo que tiene una operación, creo que era un trasplante hepático.

-¿Qué es eso?

-Cuando le dan un trozo de hígado sano a uno enfermo.

-Ah -asintió pensativo-. ¿Seguro que no te gustaría ser médico?

-No te pases, mi madre ya me insiste bastante con ese tema.

-Vale, vale -rió. Aparcó el coche en la acera del establecimiento-. Por cierto, te espera una sorpresa en tu mochila.

-¿En mi mochila? -cogí mi mochila y abrí la primera cremallera; la grande. No me pareció ver nada fuera de lo común en ella pero de pronto divisé un paquete de papel. La cogí y sentí que mis dedos se hundían en torno a algo blando-. ¡Eh! ¡Es mi croissant! -reí mirando el contenido de la bolsa-. ¡Sabía que no eras tan glotón!

-Tenías razón -sonrió-. Ahora tienes croissant de postre.

-Yo lo quería para el desayuno.

-No haberme llamado glotón -se acercó a mí.

-Te llamaré como me de la gana, glotón -me acerqué también.

-Dios, adoro cuando me provocas.

-Y yo provocarte.

No había casi gente cerca de donde estábamos, y la poca que había eran desconocidos, no pasa nada porque unos desconocidos vean a una pareja morrearse en el coche, ¿verdad?

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Capítulo cortito y sin aportar nada nuevo, lo sé, pero es que este va a ser un capítulo de transición porque en el siguiente... bueno, pasará algo; lo dejo ahí.

Espero que os guste este capítulo tan cortito. ¡Solo quedan dos capítulos para el final!

Os mando un beso enoorrmeeee!!!

Enamorada de mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora