CAPÍTULO 3: "Tengo Miedo"

26 3 0
                                    

Mi cuarto era oscuro. Había poca luz, blanca, en el techo. Por la noche nos apagaban las luces 22:30 para dormir obligatoriamente, y levantarnos entre las 8:15 a las 10:30 hs, al parecer es común hacérselo a los nuevos. No tenía espejo, ni vidrio. Sentí que la ropa que me dieron sobraba de mi cuerpo, pero seguía sintiendo ese temor a desbordar, aunque hoy en día no sé de qué lado sería la caída. Miraba mis manos, acostada. Solía cerrar los ojos e imaginar ser delgada, sonreír y estar bien. Caminando de un lado a otro, con una ansiedad que no podía controlar e impulsos que me estaban dominando. Sentía más de una pequeña voz, decían: "Tania, sos tan delgada, pará" "vos sos un monstruo, no tenés solución" "si estás mal, descárgate" "Solo una vez más"

Mis ojos se cerraron y mi mente se abría cada vez más. De repente recordé que en el baño, dentro del botiquín, había gasas y cosas de primeros auxilios. Fui corriendo al baño, y allí estaba, solo a un paso de abrir el botiquín, las voces no callaban, y yo no frené. Dejé sobre la cama la tijera y las gasas, cuando comencé a ponerme algo ansiosa e histérica. Mi cuerpo no dejaba de moverse, quise resistir pero... cuando tienes un arma en la mano es difícil soltarla o no usarla, cuando ves una salida, una puerta, no esperarás para abrirla.

Apreté fuerte mi muñeca izquierda con la derecha, recordé mi dolor y una lágrima bajó por mi mejilla, tomé la tijera y la abrí, primero coloqué su punta presionando, luego la deslice... otra lágrima corrió, y pude ver, que sucedió al mismo tiempo que la gota roja que iba deslizándose por mi mano.

Me coloqué las vendas y me abrigué, de ese modo no verían las gasas. Me acosté, tapé mi frío cuerpo, mientras mis ojos pesaban cada vez más...

Un ruido que provenía de la puerta me despertó.

- ¡va! ¿quién es? ¡quiero dormir! – poniéndome otra blusa y una campera, vi mi herida, la cual necesitaba un cambio de venda urgente.

- ¡hola!... paso con mis llaves en tres... dos...- solo llegué a sacarme la antigua y la tiré. Por suerte la herida estaba cerrada. Abrí la puerta.

- Hola... ¿sos? – la miré detalladamente, no parecía mala, ni una internada, o consejera zorra

- Mi nombre es Valeria, una de las chicas de ayuda psicológica del tratamiento ¿vos sos? - dándome su mano

- Tania

- Bueno Tania... vamos a desayunar.- me llevó del brazo hasta el comedor.

Estábamos tomando leche chocolatada, había ricas ricas magdalenas, no podía no comer nada, por lo tanto elegí una sola. Valeria me acompañó a mi cuarto. Me sentí mal, rara, después de un largo tiempo comí sin desesperación, y luego no lo vomité. Sentía que estaba engordando. Fui a ducharme mientras la ayudante psicológica seguía en mi cuarto, junto al baño.

Me estaba cambiando cuando no pude más... vi mis uñas que casi desaparecían, noté mis labios resecos, como quebrantados, sentí mis huesos del cuello p'0or primera vez, y la cortadura de aquella noche que no resistió la presión, hoy dolía, mucho, sequé mis lágrimas y me puse el buso. Salí a afrontar donde estaba, y quien era Valeria... necesitaba ayuda.

- ¿Qué te pasa?- su preocupación no parecía fingida dejó la cama y se paró junto a mí.

- Nada

- ¿segura? – acariciando mi cabeza

- Hoy no. No estoy lista- al parecer afrontar que tendría su ayuda no era tan fácil como parecía.

- Está bien. Debe ser difícil. Pero estoy, ¿sí? Estoy.- abrazándome... me sentí protegida, sentí que tenía miedo, pero esta vez, el temor era a volver a fallar.

LA MEJOR VERSION DE MI MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora