Capítulo 13: "¿Compañera?

9 0 0
                                    

- Adelante- dijo mientras se acomodaba en su silla

- Permiso. Buenas tardes – entrando

- ¿Cómo estás? – dijo Arenas

- Preocupada, feliz, ansiosa, exaltada

- Entiendo – interrumpiéndola

- Mi hija está afuera, ¿le digo que pase o quiere que antes hablemos a solas?

- Sólo tengo que comentarlo el cuarto ya está asignado. Su compañera se llama Tania Álvarez tenía 14, en poco tiempo va a cumplir sus quince. Es algo sensible. Es bulímica y tiene otro problemas

- ¿Cómo? ¿Qué otros problemas?- su cara se tornó a solo preocupación

- Se corta. Y creemos que alguien como su hija va a ayudar a la chica a que se dé cuenta que ser delgada no es salud.

- Sí, claro. Entonces que mi hija tenga sobrepeso es salud? Ella también está enferma – elevando su voz

- No, ya lo sé. Yo no dije eso, me refiero a que su hija necesita adelgazar y Tania necesita engordar

- ¡ah sí! La gorda y la flaca, ¿no? – agarrando su cartera

- Por favor Sra. Tenemos un grupo de profesionales que saben lo que hacen.

- Bueno, perdóneme, estoy nerviosa

- Me di cuenta.

- Bueno- elevando su voz nuevamente- ¿y no cree que pueden ser una mala influencia mutua?

- Para nada, es una terapia. Funciona así. además, de ser así lo detectaríamos en seguida, antes de que llegue a mayores.

- Está bien, ustedes son los que saben

- Dígale a Rocío que pase si quiere

- Sí.- parándose

Pasaron unos quince minutos, el director comenzaba a perder la paciencia

- Acá está – dijo la madre abriendo la puerta

- Hola Rocío – se paró el director con una sonrisa

- ¿qué? – con cara seria, sin ningún grano de amabilidad.

- Bueno... eh... ¿cómo estás? – acercándose a la muchacha

- ¿le importa? – dijo Rocío mirando directo a los ojos del sr. Arenas

- Obvio que sí. Por eso te queremos ayudar

- ¿si necesito ayuda como cree estoy? ¿Cree que estoy bien? – levantando una ceja

- Que buen sentido del humor que tiene la nena – riendo falsamente – presiento que se llevará bien con Tania

- ¿Quién es Tania? – su cara se llenó de intriga

- Tu compañera de cuarto amor - dijo su madre abrazando su brazo

- ¿iupi? – con ironía y una sonrisa acompañó la última palabra.

- Bueno... ya podes instalarte si querés.

- ¿si quiero?

- No. Perdón. Quise decir... Andá a instalarte – sentándose en su silla negra

- Chau. – abriendo la puerta

- ¡ahora te alcanzo ro! – gritando hacia el pasillo – en unos días vengo a ver cómo anda

- Ok. Ahora necesito hacer unos trámites. Pedí la habitación en recepción y llevala

- Si. Chau. – yéndose

LA MEJOR VERSION DE MI MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora