CAPÍTULO 4: "Un amigo, sólo pido uno"

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Hoy desperté pensando que tal vez necesitaba estar ahí... pero me apenaba la idea de que opinen de mí sin saber lo que me sucede. Entendí que cuando me autolesionaba o utilizaba los dedos para adelgazar tenía en mente que el dolor del alma es el más fuerte. Sentí que no necesitaba una verdadera contención, una persona que esté conmigo en lo bueno y en lo malo, claramente esta vez sería en lo malo. Alguien que me escuche, que me quiera, aconseje... necesito un amigo. ¿Sería Valeria? ¿O solo estaría fingiendo para cumplir su trabajo? Ella era bella, de una sonrisa contagiosa, tenía unas pocas pecas, pero notorias, sus ojos eran café, su cabello no era negro, aunque tampoco castaño, tenía unas mejillas tiernas , como las de una niña que come muchos dulces, aunque su cuerpo no se acercaba al de una persona robusta, simplemente tenía un cuerpo definido. No era una persona de alta estatura, y parecía compañera, le importaba la gente, trataba de sacar sonrisas la mayor parte del tiempo... es algo chistosa si lo piensas, ¿acaso no es lo contrario a Lucila? ¿Será alguna clase de método del centro de rehabilitación? En fin, sea lo que la simpática de Valeria sea, me agradaba.

Salí del cuarto dispuesta a hablar con mi posible nueva amiga, pero distraída en mis pensamientos, me golpeé con una de esas máquinas de agua, cuando eso sucedió llevaba mi compañero en un bolso... el cuaderno, todos mis pensamientos vivían ahí. Al golpearme, dejé caer el bolso, y las cosas que deseaba ocultar cayeron...

Traté de recoger todo muy rápido... guardé las gasas, en el apuro, mi dedo tocó la punta de la tijera, creando una mínima cortadura, que parecía más como si hubiese sido una raspadura o un accidente cocinando. Unas zapatillas negras con blanco aparecieron junto al bolso, guardé la tijera y miré hacia arriba, con el cuaderno en manos.

- Asique... ¿buscas un vaso para el agua en el piso? – metiendo sus manos en el bolsillo él sonrió

- No exactamente – me levanté con algunas dificultades, ya que sostenía el cuaderno abrazado a mí, como si fuera un tesoro secreto.

- ¿Necesitas ayuda?

- No, gracias- lo miré fijamente a los ojos, manteniendo la seriedad, como si necesitara saber quién era, por qué estaba allí, necesitaba saber todo, porque por alguna razón no sabía, no podía analizarlo como a los demás. El joven parecía diferente. Seguramente mientras pensaba esto, y eso implica que mi vista permaneció en sus marrones ojos, por algún tiempo.

- Me llamo Lucas – extendió su mano hacia mí con una sonrisa, con el deseo de saludar amablemente

- Hola Lucas – sonreí estrechando su mano. Tal vez era un buen comienzo conocer su nombre, algo era algo, ya podía saciar un poco mis ansias de críticas o de saber y analizar como un detective, era un lindo primer dato

- Hola... - me dio el pie para decirle mi nombre con un gesto que realizo con su mano izquierda, como si estuviésemos en una película

- Tania – mi sonrisa duró unos cinco segundos, hasta que recordé que iba camino a mostrarle el cuaderno a Valeria- me tengo que ir.

- ¿tan rápido? Apenas nos saludamos... por cierto... lindo libro

- Gracias, y justamente el cuaderno es lo que me lleva a decirte adiós – le expresé la última sonrisa, la cual duró esta vez, unos dos minutos...- chau Lucas.

- Nos vemos Tania – dijo mientras me veía ir camino a la oficina de la ayudante psicológica

Mi sonrisa acabó cuando toqué la puerta de la oficina, y mis nervios crecieron cuando escuché:

- ¡Pase!

- Hola... - entrando

- Tomá asiento Tania, me alegra que hayas venido ¡que sorpresa!- sonrió mirándome atentamente

Solo le di una pequeña mueca de sonrisa, y era un indicio de que no era una visita alegre.

- ¿Qué pasó chiqui? – dijo sentándose junto a mí

- Esto es mío, pero quiero que lo leas, así me vas a entender mejor – le entregué el cuaderno mientras mis ojos se ponían vidriosos – además así vas a ayudarme a entenderme a mí misma

- Ay Tania – tomó el cuaderno, lo dejó sobre el escritorio y me abrazó- está bien ¿sí? Vas a poder, sos fuerte

La miré y le sonreí, la sentí tan cercana... este día había empezado tan real. Tal vez después de todo podría conseguir aunque sea una verdadera amistad.

Me levanté y dejé que tuviera mi cuaderno en sus manos. Al soltarlas, ella vio mi última marca. Me estaba yendo cuando me frenó

- ¡Tania! Mañana vení, que tenemos que charlar de algo... reciente.

- Quedate tranquila, ahora sé que estás... voy a venir – al terminar la frase, me fui.

LA MEJOR VERSION DE MI MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora