CAPÍTULO 1: "No quiero ser perfecta"

53 4 0
                                    

      Mi nombre es Tania Álvarez. Tengo catorce años. ¿Mi problema? La perfección. Obviamente no en mí. Me fastidia la gente que se considera perfecta, o los que se dicen perfectos, las parejas perfectas, y las personas con caras perfectas, vidas perfectas; digamos que es lo no real. La mayoría de ese grupo de perfección pasan su tiempo pensando en que decir, o mejor dicho que no decir, su vida entera se basa en el cuerpo, y cuanta menos carne tengas, cuanto más tus huesos se desgasten y se peguen automáticamente a tu piel, más hermoso eres. La popularidad también consta de eso, y no puedes ser perfecto si no eres superficial, egoísta, un ser pensante que decide fingir tener una cabeza con poca utilidad, y no pasemos por alto lo de maltratar al que crees inferior. Así que... No quiero ser lo que llaman "perfecta", quiero ser la mejor versión de mi misma.

      Ahí se acercaba... Fingiendo que su vida estaba tan bien que puede cargar con más problemas, y ajenos. La mujer sacudía su cabello rubio mientras sus tacos rojos hacían notar su presencia, cada paso era una mirada, y una mirada mía eran más pensamientos, más pensamientos y deducciones, hipótesis, análisis, opiniones, para ser sincera, la joven no parecía saber que clase de problemas la esperaban cuando el pasillo sobre el cual desfilaba, llegue a su fin.

- Buenas tardes.- con una sonrisa que se agrandaba con cada persona que clavaba, fijaba y no sacaba su mirada a las largas piernas de la rubia consejera, aún de nombre desconocido.

De repente una voz me sacó de mi cabeza. Lamentablemente me devolvió al mundo del habla, del sufrimiento, del problema... simplemente al mundo verdadero.

- Mi nombre es Lucila, voy a ser la consejera del grupo d.

- Hola.

- Supongo que te voy a tener...- haciéndome una mirada desde mis delgados tobillos hasta mi opaco y quebrado cabello, al parecer ya no era la única analizadora en el lugar

Con una sonrisa que las dos sabíamos el nivel de falsedad y de temor que contenía, me levanté de aquella silla negra que había sido mi soporte por una larga hora y media, para ir rumbo a mi primer, "encuentro de cura", sí así es, no solo en la televisión están las cosas ridículas.

Entré al cuarto... sus paredes eran grises, la depresión se podía percibir desde lejos. Como siempre, cada segundo, mi mente no dejaba de trabajar... mis ojos veían cosas que a la ciencia también le costaría explicar. Delgados, hermosos, y casi perfectos... otros, rellenos, o con grandes mejillas, muslos grandes, y gordos brazos. Mi mente no supo comprender si ella misma se engañaba, o estaba en lo cierto y los del espantoso lugar tenían razón.

LA MEJOR VERSION DE MI MISMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora