En el continente europeo también vivía Inés. La menor de las amigas de Alberto, a quien conocía desde tercer grado. Siempre usaba metáforas y veía el mundo de manera diferente. En sus años de colegio, ella siempre soñó con ser una gran escritora y vivir en Alemania. Tenía los pasatiempos de cantar y tocar la batería pero no quería ser nada relacionado con la música. Inés nunca pensó en casarse ni en tener hijos, sólo se concentraba en hacer realidad sus sueños, formar una familia nunca estuvo dentro de sus planes.
Irónicamente, el destino no se apegó del todo a los planes de Inés. Ella envió un novela a un concurso de cuentos, esperando ganar. En lugar de recibir un correo anunciando que había ganado, recibió uno diciendo que había hecho plagio. Sorprendida por el mensaje, Inés fue a reclamar personalmente a donde se organizaba el concurso y le dijeron que un tal Pablo había concursado con una historia de la misma trama. Lo mismo le pasó a Pablo. El organizador les dijo a ambos que esto era un problema legal pero ninguno de los dos quiso pelear por la historia.
El organizador decidió eliminar las novelas del concurso y ni Pablo ni Inés ganaron el premio... pero encontraron algo mejor: amor. Inés y Pablo se casaron unos años más tarde, unidos por la literatura. A Inés le encantaban los poemas que le hacía Pablo y lo romántico que él era, usualmente. Pablo le pidió matrimonio a Inés el día en que ella se ganó el premio nobel de literatura; con un anillo que en lugar de tener la típica gema, tenía una figura de libro hecha de diamante. A Inés le costaba bastante confiar en las personas, pues a lo largo de su vida había sufrido varias decepciones pero con el tiempo, aprendió a confiar en Pablo, quien no la iba a defraudar.
A Inés le hubiera gustado tener un niño, le encantaban los nombres: Michael, Matthew, Geoffrey... Durante su embarazo, hizo una lista de los nombres que le pondría a su futuro bebe varón. Una vez más, el destino se desvió de los planes de Inés y en lugar de tener un hijo, tuvo una niña. Tiró la lista a la basura y le puso a su querida hija Amanda, como la protagonista de uno de sus libros mejor vendidos.
La pequeña Amanda, le rogaba día y noche a Inés y a Pablo que le compraran un cachorro porque se sentía demasiado sola. Desde que el perro de la infancia de Inés murió, ella juró no volver a tener mascotas jamás en su vida. Pero las suplicas de Amanda eran insoportables, hacía rabietas incontrolables por el perro y tanto insistió que Inés terminó adoptando un tierno perrito Bernés de la Montaña. El nuevo integrante de la familia se llamó Lucky, por el perro de una de las películas favoritas de Amanda. Lucky y Amanda se volvieron inseparables, iban juntos a todos lados. El perro esperaba a la niña todos los días después de colegio. Dormían juntos y, cuando no le gustaba la verdura del almuerzo, Amanda se la daba a Lucky. Inés estaba impresionada de cómo ese perro comía de todo y nunca le pasaba nada.
Lo único en lo cual el destino estuvo de acuerdo con los planes de Inés fue en lo que se relacionaba a la literatura. Inés y Pablo trabajaron en una de las editoriales más reconocidas. Inés fue una de las mejores escritoras y a pesar de ser profesional en la literatura, todavía cantaba y tocaba la batería de vez en cuando. Tuvo una linda familia en Berlín, Alemania y aceptó lo que el destino le trajo sin ninguna clase de reproche. Muchas personas con sus críticas negativas se interpusieron en el camino de Inés pero ella nunca se dejó derrumbar por las bolas demoledoras de los comentarios. Aprendió que la vida está llena de situaciones inesperadas, que la casualidad no existe, que lo único que cuenta a la hora de soñar es la voluntad y que no importa que tan pequeño sea el cambio, siempre va a traer grandes diferencias que aun en su vida diaria se siguen apareciendo.
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Una familia numerosa
HumorAlberto Cabrera, un hombre solitario y exigente pensó que con sólo chasquear sus dedos conseguiría una esposa, pero no fue tan sencillo. Myndí Amaya: la única mujer dispuesta a cumplir los altos requerimientos de Alberto. Una química que crecerá s...