— ¿¡…!?—
— ¿¡Qué está pasando!? —
Las ondas de choque habían llegado al lugar en el mismo piso donde Aisha y el resto de su grupo estaban parados.
Los Aventureros miraron hacia arriba cuando las estruendosas explosiones les llegaron.
—¿¡B-Bors!?
— ¿¡Que es esto!?
— ¿¡Que está pasando!?
Por encima de ellos, las paredes de cristal volaban, los pisos se abrieron, los techos se derrumbaron y los canales se desbordaron en caos.
••••
Una sección del piso 25 que estaba conformada por varias capas se derrumbó por completo, habiendo perdido sus soportes.
— ¡¡El piso se está derrumbando…!!
— ¡Corran! ¡¡Corran!!
Algunos aventureros desafortunados huyeron desesperadamente para evitar ser arrastrados por la estructura que colapsaba.
En la enorme caverna, la Gran Catarata escupió una masa de escombros de cristal y cadáveres de monstruos, hinchándose y rugiendo como una ola gigante.
El grito del Calabozo era interminable.
Las explosiones continuaban.
Las luces parpadeaban y los cristales en la habitación vibraban y saltaban arriba y abajo por los impactos,
El estruendo era ensordecedor.
La tierra temblaba bajo sus pies, los cristales se resquebrajaban y el Calabozo rugía con una furia primigenia. Explosión tras explosión, el caos se expandía como una plaga, devorando todo a su paso.
•••••
En medio de aquel infierno de escombros y sombras danzantes, Ryuu sintió que el tiempo se detenía.
Su respiración se volvió errática, sus pupilas se dilataron y su cuerpo, ya exhausto, comenzó a temblar incontrolablemente.
_No… No puede ser…_
El grito del Calabozo le resultaba demasiado familiar.
Demasiado aterrador.
El colapso del piso 25, las ondas de choque, la destrucción masiva… Era igual. Exactamente igual a aquella vez.
Su mente se nubló.
Las llamas carmesí de la desesperación volvieron a devorar su razón.
El eco de los gritos de sus compañeras muertas se fundió con el estrépito del derrumbe.
El hedor a sangre y cenizas, la sombra de la bestia abriéndose paso entre la masacre…
_Otra vez._
—No… —murmuró en un hilo de voz, su cuerpo se encogió sobre sí mismo.
Blake sintió cómo sus dedos, débiles y helados, se aferraban a su ropa con desesperación.
—No… No… ¡No otra vez!—
Su grito desgarrado resonó entre las ruinas.
Ryuu forcejeó, tratando de liberarse de los brazos de Blake, su mente estaba atrapada en el pasado, su cuerpo reaccionando por puro instinto.
Pero los brazos que la sostenían no cedieron.
—Basta —su voz fue baja, pero firme.
Suavemente, pero sin dejar espacio para resistencia, Blake la sostuvo con más fuerza, acunándola contra su pecho.
