Capítulo 30

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El viaje más incómodo que había tenido en mi vida. Maldita la hora en que le dije que sí a Laura, pero por algo me lo pedía y yo debía ser buena amiga y acompañarla. Para eso estoy ¿No?

Narra Laura Wess:

Varios minutos después y algunos kilómetros llegamos a la gran casa Kaulitz. Lo digo porque de verdad era grande, mi departamento caía unas 3 veces dentro del recinto sin problemas.

Tenía un color blanco y era muy bella – Bienvenidas a nuestro hogar – dijo Tom entrando el auto al estacionamiento.

Tom muy amablemente nos bajó las maletas respectivas mientras que Alex y yo mirábamos sorprendidas la casa, era quizás por el no haber estado antes en algún lugar así.

Al abrir la puerta nos encontramos con una sala de estar iluminada por las grandes ventanas alrededor, con un lindo juego de sillones y una escalera de anchos peldaños decorado con alfombra y pasamanos de fierro forjado negro con lindas decoraciones.

-Bill...

- Bill está en su habitación, arriba, la segunda puerta a la izquierda.

- Gracias – y subí veloz. Quería acariciarlo, tenerlo cerca otra vez.

Al llegar a la puerta estaba indecisa si tocar o solo abrirla. Preferí tocar, era su casa y su espacio. Toque una vez y esperé impaciente. Toque dos veces, me puse más nerviosa que la primera vez que lo vi. Toque una tercera y mi pulso se aceleró hasta sentirlo en la garganta.

No respondió.

- ¡Laura! – gritó Alex desde abajo – ayúdame con las maletas.

- ¡Voy!

Y antes de bajar vi otra vez la puerta. Estaba insegura si abrir, aun no estaba del todo claro el efecto que había causado romper el hechizo de esa bruja.

Bajé por las escaleras y ahí estaba Alex tratando de subir su maleta. Tom pasó por su lado y se la arrebató, Alex no lo podía creer y yo me tapaba la boca para no dar una gran risotada. Tom repitió el mismo gesto conmigo, debo decir que era muy atento.

Nos indicó donde estaba el baño, su habitación, las habitaciones de Georg y Gustav (yo no podía creer que tuvieran una habitación propia en la casa) y la habitación de visitas.

Dejamos nuestras maletas ahí y le pedí a Tom la ducha, me sentía exhausta con el viaje y muy nerviosa para ver a Bill.

Narra Alex:

- ¿Algo para tomar?

Tom abrió el refrigerador y me pasó una cerveza. Qué manera de ponerme nerviosa, casi se me resbala la botella de la mano.

- Gracias le respondí tímidamente.- Linda casa.

- Si, nos cambiamos hace algunos meses- Tom- Aún tratamos de ambientarla como queremos.

- Van por un buen camino- dije sonriendo.

Me miró con una leve sonrisa en sus labios – Ven. Esta es una de las mejores habitaciones.

En mi mente volaba mi imaginación cuando me llevaba por un pasillo lleno de ventanas donde se podía ver el jardín con una linda piscina.

Me imaginaba a Tom y yo, una cama, solos. ¡Qué fantástico! Se me erizaba la piel tan solo crear ese escenario en mi cabeza.

Abrió una puerta y, aunque no era lo que yo pensaba, estaba bastante bien.

-Vamos a jugar- En la mano ya tenía el taco para la mesa de billar.

- No te quiero ver llorar Tom, soy buena en esto.

- Lamento decirte, que yo también soy bueno.

Tan competitivos los dos. Empezamos de a poco, un número tras otro. Las cosas se ponían más tensas. No voy a mentir, yo quería ganar.

Cuando se disponía a pegarle a la bola se veía tan sexy , me daban ganas de cerrar la puerta y besarlo sin parar.- ¿Qué miras?- me encontró desprevenida.

-Nada importante, solo como vas a perder.

-Eso ni lo sueñes, hermosa.

Ya íbamos en la numero diez cuando fue mi turno. Estaba muy difícil de pegarle y que esta entrara en la butaca de la mesa. Me dí una vuelta por alrededor mientras Tom se burlaba, lo golpeé con mi codo.

Cuando encontré un ángulo más fácil para jugar, traté de poner bien el taco.

Sentí el cuerpo de Tom por mi espalda y pasó sus manos por mis brazos hasta llegar a las mías. Mi corazón latía fuerte cuando sentí su respiración cerca de mi oído.

Le disparó a la pelota y esta cayó en la butaca. Me tomó de la cintura y giró mi cuerpo de tal manera que quedé mirándolo a los ojos.

Puso una de sus manos en la mesa y su boca llego hasta mi oído izquierdo- Bienvenida a Los ángeles.

Su boca tomo la mía y fue como si mil mariposas tuvieran llamas en las alas y llenaran de temperatura mi cuerpo. Su lengua entraba y salía tomando lo que le pertenecía. Yo sabía que le pertenecía.

Tomo mi trasero y lo subió a la mesa de billar y rodeé con mis piernas su torso. Besaba mi cuello y volvía a mi boca, yo hacía el mismo recorrido y soltaba algún gemido desesperado por más acción.

-¿Tom?- Se escuchó la puerta cerrarse- ¿Estás ahí?

Nos quedamos mirando. Asustado me bajó de la mesa, arregló un poco su ropa y me dio el taco.

-Aquí estoy nena- Mis mariposas en dos segundo habían caído. Muertas.

Tom dulcemente arregló un poco mi cabello y me guiñó el ojo- Actúa.

- Tom, cari... – Sentí su mirada en mí, mientras yo le pegaba a la bola once- ¿Hola?

- Hola – Subí la mirada y sonreí.

- Ella es Alex, la amiga de Laura.

Le pasé mi mano para saludarme y la aceptó- Ah, recuerdo algo que me dijiste.

- Mucho gusto Ria.- No me respondió, salvo por una mueca en su cara. Luego se lanzó sobre Tom para besarlo.

Que repulsivo ver a Tom con ella besándose en mis narices. Salí de la sala y llegué al jardín trasero. Necesitaba un poco de aire para calmar mis ganas de golpear lo que se me cruzara en el camino.

Narra Laura Wess:

Ahí estaba yo frente a su puerta con el pelo mojado y el cuerpo fresco. Un vaso de agua y la medicina que había comprado en la farmacia.

Inhalé y exhalé profundamente al golpear la puerta- Puedes entrar. Respondió su voz al otro lado de la pared.

Abrí la puerta lentamente.

Las luces estaban apagadas y las cortinas cerradas – Tom, lo siento por no recoger a las chicas, yo...- Me decía por debajo de las mantas.

-Hola Bill.

- Laura.

Se sentó alborotado en la cama y me quedó observando con su cabello desordenado. Me acerqué a él.

- Te compré este medicamento para tus dolores

Sacó de mi mano el medicamento y bebió el vaso de agua – gracias.

Dio vuelta su cuerpo dándome la espalda y me senté a su lado tocando su cabello.

Estaba pasando exactamente lo que temía. Bill ya no me quería de la misma forma, había sido en vano hacer este viaje. Tomaría mis maletas y a Alex e iríamos por un hotel esta noche y al otro día veríamos un vuelo directo.

Suspiré, dejé de acariciar su cabello y me dirigí a la salida antes de que una lágrima cayera por mi mejilla.

-¡No te vayas! – Me di vuelta- No te vayas... Por favor.

Invaded By YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora