Hoy era el día en el que nos reuniríamos con los chicos en el jardín lateral de Laguna Negra.
Aún no había encontado el momento ideal para contarle mi plan de escape a Emma.
Supongo que lo mejor será decírselo cuando acabe de exponer el trabajo de los líquenes de biología.
Biología era a segunda hora.
Tuvimos repaso en clase de Psicología para el exámen del miércoles... Vaya aburrimiento...
Llegó el cambio de clase. Corrí a la taquilla para recoger mi pen drive donde tenía el power point de los líquenes.
Era la tercera en exponer y aunque hubiera estudiado mucho y me lo supiera genial estaba muy nerviosa.
Empecé a ponerme pálida... Oh no porfavor. Siempre que había una exposición me daba un ataque de pánico.
Junté mis manos y empecé a moverlas nerviosamente.
Me acordé entonces de todas aquellas veces que aburría a Emma explicándole mi exposición, entonces miré a la gente y me imaginé que todas las caras que me miraban era la de Emma y los nervios desaparecieron.
Saqué sobresaliente gracias a aquel truco. Ea ya tenía tiempo para pensar en decirle a Emma el plan.
Le dije que me acompañara al baño de chicas y cerré la puerta. Le expliqué mi plan.
Mi plan consistía en comportarnos mal para que nos volvieran a meter en la celda para escapar por el agujero.
Emma lo entendió de inmediato así que decidimos colarnos en el despacho de la directora y buscar información de ella sin que nadie nos viera y luego dibujaríamos con tiza negra a la directora con cara de sapo y así nos meterían en la celda.
El despacho de la cara de sapo era en la cuarta planta.
Una vez en ella, nos dirijimos sijilósamente hacia el despacho.
La respiración de ambas era agitada porque si este plan fallaba todo se iría al garete.
Mientras Emma rebuscaba por los cajones yo me metí en el portátil de la sapa.
Tenía un montón de documentos interesantes.
Me interesé especialmente en uno que ponía todos los pasadizos secretos de La espina de la rosa (si, por lo visto hay).
Decidí imprimir esa página por si nos era útil en algún momento.
Luego pinché en un documento sin nombre.
Tragué saliva y me puse pálida al ver fotos de las alumnas de La espina de la rosa con todas y cada una de las historias; desde el abandono hasta cada familia de acogida o bien desde datos familiares hasta datos de cada familiar. Me extrañó saber que la historia de Amber no era muy diferente a la mia.
Encontré los datos de la cara de sapo y empezaron a oirse unos pasos aproximarse subiendo la escalera.
Emma dijo que fuéramos al balcón de la ventana.
Las pisadas sonaban más fuertes y yo sentía que el corazón se me salía del pecho.
Los papeles no estaban impresos, se habían quedado atascados!!!
Yo sentía que me daba un ataque.
-Aylin dejalo ya!!! Vamonos!!!- dijo Emma con la respiración aún más agitada que yo.
YA!!! Cogí los papeles y entré en el balcón justo cuando el pomo de la puerta giraba.Teníamos que salir de ahí colgándonos de los barrotes del balcón para saltar a el de abajo.
Primero lo hizo Emma y luego yo.
Entramos en la habitación del balcón de abajo que resultó ser la biblio de libros antiguos.
La cruzamos en silencio acausa del estrés acumulado.
Tenía los papeles en la mano; lis arrugué y los guardé en el bolsillo.
Rompí la tiza negra por la mitad y le dí uno de los dos a Emma.
Nos dirijimos al patio y empezamos a dibujar a la cara de sapo.
Enseguida se formó un círculo alrededor nuestra y no había nadie que no se riera.
Obviamente se acercaron hasta los profesores.
Los dos tios musculosos más cercano nos agarraron por los brazos cuando la directora se lo dijo mientras echaba espuma por la boca.
-Eh!- grité revolviéndome.Nos volvieron a meter en la celda.
Esperamos a que todo el mundo estuviera dormido para salir por el hueco.
Me pesaban los pies al andar.
Tardamos unos 15 o 20 minutos en llegar a nuestra parada.
Allí estaban los chicos, sentados en el césped.
-Aylin, tenías razón... Mi director... Es un tipo raro y tiene un secreto...- dijo Nick preocupado mientras yo tomaba asiento a su lado.
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En manos del destino.
Teen FictionNick se acercó a mi. Me tendió su mano. -¿Me concedería estos tres bailes señorita?- me preguntó caballerosamente. Yo me levanté y me incliné y le respodí -Sería un placer - le dije agarrando su suave mano con cuidado. ¿Porqué acepté? Ni yo misma lo...