Especial 5

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—¡Papá, aaaaaahh! —el grito del pequeño Andá resonó por toda la casa, mientras el niñito corría tambaleándose de un lado a otro, intentando escapar de su hermano mayor, que fingía perseguirlo. Ahora, Aob tiene tres años y tres meses, mientras que el pequeño Andá tiene un año y cinco meses.

—¿Qué está pasando aquí? —la voz de Itt se oyó mientras salía a ver a los niños. Andá corrió hacia él y lo abrazó por la pierna, intentando trepar de inmediato. Entonces, Itt lo cargó. Andá soltó una risita encantadora mientras rodeaba su cuello con los brazos. Aob llegó corriendo con un guante de lobo en la mano.

—¡Huir del Lobo! —exclamó Andá enseguida. Aunque aún no hablaba con claridad, Itt lo entendió perfectamente, gracias a la experiencia con el mayor.

—¿El hermano Aob estaba corriendo detrás de ti? —preguntó Itt. Andá asintió con energía, mientras Aob se reía a carcajadas.

—¡Fue Andá quien me pidió que lo persiguiera! —explicó Aob, ya hablando con más claridad.

—Ah, entiendo. Solo se asustó porque pensó que no iba a lograr escapar a tiempo. Pero, ¿y papá Day? ¿Ya bajó del cuarto? —preguntó Itt, ya que los dos planeaban llevar al niño a una actividad fuera de casa ese día.

—¡Sí, ya bajó! —respondió Aob de inmediato. Entonces, Itt tomó a Andá en brazos y se dirigió a la sala de estar, con Aob caminando justo detrás.

—¿Y hasta dónde corrieron? —preguntó Day con voz suave.

—¡Andá corrió hasta papá! —respondió Aob. Ahora estaba más alto y con la piel un poco más morena, por las actividades y deportes al aire libre que hacía con frecuencia.

—¿Ya preparaste las cosas de nuestro hijo? —preguntó Itt a Day. Él asintió con la cabeza mientras revisaba que no se le hubiera olvidado nada.

—¿Y la comida? —preguntó Day.

—También ya está lista. Pero, ¿ya le avisaste a Thip a qué hora vamos por ellos? —preguntó Itt, refiriéndose a Thip, una madre soltera cuyo hijo se llama Sirin. Thip había solicitado un préstamo para comprar una casa y se había mudado hacía unos seis meses. Esto hizo muy felices a Aob y Sirin, pues ahora podían jugar juntos con frecuencia. Por las tardes, Day e Itt solían llevar a Aob a jugar con Sirin en el jardín del condominio. A veces jugaban en casa de Day. Cuando Thip tenía compromisos y no podía llevar a Sirin, Itt se ofrecía a recibirlo en casa, porque confiaba en que lo cuidaría bien. Sin embargo, Thip no solía dejarle al niño con frecuencia, por temor a molestar. Pero hoy había aceptado la invitación para una actividad en grupo, ya que tenía el día libre.

—Ya le avisé. En cuanto metamos las cosas al auto, la vuelvo a llamar —respondió Day.

—¿Crees que habrá mucha gente? —preguntó Itt, para saber cómo prepararse con los niños.

—Creo que no. Limitan el número de personas por día —respondió Day, lo cual tranquilizó a Itt. —¿Están listos? —preguntó Day a los niños.

—¡Estamos listos!... ¡Punto ya! —respondieron Aob y Andá al unísono, cada uno a su manera, haciendo que Day e Itt sonrieran. Luego, llevaron a Aob al asiento infantil en el coche. Itt llamó a Thip para avisarle que estaban saliendo. Thip llevaría a Sirin en su propio auto, ya que no cabían todos en uno solo.

—Papá, ¿y Sirin? —preguntó Aob, ahora hablando con más claridad.

—Sirin va con la tía Thip, hijo —respondió Day, mientras Itt ponía música infantil en el coche.

Itt miró hacia atrás y rió al ver a Andá moviendo la cabeza al ritmo de la música y tratando de levantarse, aunque aún no pronunciara bien las palabras ni siguiera el ritmo. Aob, por su parte, daba pequeños golpecitos con los pies y se levantaba animado.

LS (DB) 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora