Capítulo V: Mhinin.

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¡Holaa!

¿Qué tal estáis todos/as? ¿Bien? Perfecto.

Aquí estoy. Sí, otra vez. Y traigo un capítulo conmigo. Qué ganas tenía de actualizar. Sí, sé que suena raro viniendo de la autora, pero es verdad :3. Y, como os prometí, es más largo que los anteriores ;).

He decidido dejar la nota de autora al principio para deciros que la imagen multimedia es el colgante de Luciana. No es exactamente como me lo he imaginado (en mi imaginación es de diamante, transparente, no rubí), pero es lo más parecido que he podido encontrar. ¿Es bonito, no? A mí me encanta *-*.

Si os gusta la historia, me haríais un favor enorme (realmente ENORME) con compartirlo con todos vuestros amigos y seguidores :) y, por supuesto, me haríais un doble favor si también le dierais a la estrellita.

Y bueno, eso es todo. Aquí tenéis el capítulo cinco, que lo disfrutéis.

Besos,

Constança ♡.

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Capítulo V:

Abrí los ojos. Estaba en un claro en medio de un bosque. Delante de mí había cuatro troncos de árboles talados, cada uno con un arma. Supuse que debía coger una, pero una extraña sensación de déja vú me detuvo. ¿De qué me sonaba esa escena? No me dio mucho tiempo para pensar en ello, ya que, un segundo después, una flecha pasó silbando al lado de mi oreja, y una silueta de mujer empezó a formarse ante mí. Desenfundó su espada mientras me sonreía de forma perversa. ¿Pero qué narices...? Oh, vale, ya sabía de qué me sonaba esto. Me faltó tiempo para echar a correr y entrar en el bosque.

Oía pasos detrás de mí y sabía que la extraña mujer me estaba siguiendo. Llegué a un pequeño claro con un riachuelo en medio. Y supe lo que venía a continuación. Me agaché justo a tiempo para que la flecha no se clavase en mi hombro izquierdo y seguí corriendo. Cuando una pendiente de roca se elevó ante mí, no dudé en rodearla. En esos momentos, lo último que necesitaba era partirme la cabeza. Me escondí detrás de una roca y respiré profundo. Mis sueños llegaban hasta ahí, no tenía ni idea de qué venía a continuación, y por tanto no sabía qué hacer. Cerré los ojos con fuerza, intentando concentrarme, pensando qué hacer, y una imagen vino a mi cabeza.

Abrí mis ojos. Seguía escondida detrás de una roca, aunque no era la misma. Daba igual, lo importante era lo que pasó a continuación. Una explosión hizo que la roca saltara en pedazos, y yo con ella.

Asustada, eché a correr. Cuando estaba ya a unos cuantos metros de la roca, ésta explotó. Desde luego, la mujer esa me tenía manía o algo. Y mientras corría como si me fuera la vida –tal vez porque realmente sí me la jugara--, otra luz volvió a cegarme por completo.

Me atreví a abrir los ojos de nuevo y a mirar lo que había alrededor. Vi las paredes oscuras y grises de la habitación en la que había entrado minutos antes. Exhalé un suspiro de alivio. No más siluetas femeninas que me persiguen ni flechas que salen de la nada. La hechicera estaba mirándome fijamente.

No sabía qué hacer, así que le sonreí. Una sonrisa tímida y nerviosa. Ella me sonrió de vuelta, tranquilizadora, y me tendió unos cuantos colgantes. Parpadeé, sorprendida. Ni me había dado cuenta de dónde los había sacado. Los observé atentamente. Cada uno era de una forma, color y materiales distintos, aunque todos eran igual de bonitos. En total había ocho.

-Lo que has visto ha sido una alucinación provocada por mí para que reaccionaras y sacases a relucir tu don-oh, vale, así que no estaba loca. Menos mal-. De esta forma, ya no quedan dudas. Luciana, a partir de ahora estos collares mostrarán qué tipo de don posees a los demás. Obviamente, solo los valgics sabemos distinguirlos de los collares normales. Cada colgante es único, pero el material del que están hechos identifica el don. El tuyo es el diamante.

Miré a la mujer ladeando la cabeza, extrañada.

-Pero si no tengo ningún don. Usted misma acaba de decir que la alucinación debía revelar cuál era el mío, y no he sabido usar ninguno de los poderes. Algo habrá fallado en mis genes o algo, porque es...

-Luciana-me interrumpió-claro que tienes un don, solo que tienes uno muy poco conocido, casi extinto. Eres muy especial-me lanzó una mirada penetrante, como queriendo recalcar sus palabras-. Apuesto a que llevas algunas semanas teniendo unos sueños muy... realistas. ¿No es así?-asentí-Esos son sueños premonitorios. Tu mente funciona diferente a la del resto del mundo, Luciana. Es mil veces más compleja y maravillosa. Con entrenamiento podrás desarrollar telequinesis, provocar alucinaciones, leer el pensamiento e incluso algunos han conseguido controlar a voluntad suya a los demás. Lo que haces ahora –predecir el futuro-- solo es la punta del iceberg. Pero ten en cuenta que debes usarlo siempre para el bien. Por suerte-me sonrió amablemente- este don solo se da en personas con buen corazón. Será que por eso es tan poco común.

Me quedé mirando a la mujer, totalmente embobada y boquiabierta. Cuando me di cuenta, cerré la boca e intenté mantener toda la dignidad que me quedaba.

-Y éste es el colgante propio de tu don. Tiene una pequeña cantidad de magia que te protegerá cuando estés en peligro, pero solo lo podrás usar una sola vez. En el reverso de los diamantes debes escribir tu nombre.

Observé atentamente el colgante. La cadena, fina y de plata, sostenía una lágrima hecha de diamantes que en su centro tenía una lágrima más pequeña también de diamante. Precioso.

Tomé el colgante de la mano de la mujer y me lo puse con suma delicadeza, casi con temor a romperlo. Miré hacia la puerta y luego de nuevo a la hechicera. Ésta asintió y salí de la sala. Parpadeé varias veces hasta que mis ojos se acostumbraron al cambio de oscuridad a luz.

Mi madre contenía la respiración, claramente nerviosa, en la primera fila, y a mi padre la tomaba de la mano. Me giré y el hombre que anunciaba nuestros dones miró hacia la base de mi cuello, abriendo los ojos casi imperceptiblemente en lo que, supuse, sería una señal de sorpresa.

-La princesa Luciana Lavigne, segunda en la línea de sucesión al trono, ha finalizado ya su Reconocimiento. Lleva en su cuello la lágrima de diamante-el hombre hizo una pausa y por el rabillo del ojo vi a Tiffany abrir los ojos desmesuradamente-y, por tanto, la princesa Luciana posee el Don de Mhinin.

La enorme sala estuvo unos segundos en silencio para luego prorrumpir en aplausos durante más de un minuto. Me quedé estupefacta. Pues sí que debía ser raro mi don...

Valgic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora