Valgic.

Capítulo XIV: Señor Clifford.

Paul Clifford en el multimedia.

Capítulo dedicado a Ilenia. Gracias por ayudarme con el nombre del chico y de su hermana :).  

Dadle a la estrellita y comentad ;).

N/A

Como ha habido cierta confusión, aquí os dejo unas aclaraciones:

Steveson Clifford: Rey de NA del Norte, en la novela simplemente se le menciona como "el rey".

Paul Clifford: Príncipe heredero de 28 años de NA del Norte. Se le menciona como "Paul", "Señor Clifford" o "el príncipe".

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Capítulo XIV:

Estornudé por sexta vez consecutiva. Dios, ese día iba a morir de tanto estornudar. Me miré en el espejo que estaba limpiando. Tenía los ojos llorosos y moqueaba, por no hablar del picor que se había instalado en mi garganta y no me dejaba hablar.

Me di la vuelta y localicé al causante de mi tortura: un enorme gato gris que parecía una nube de humo. Se paseó delante de mí, pavoneándose de su abundante pelaje, y se dejó caer en su cama tamaño gato. Por el amor de Dios, ¿qué clase de persona mandaba construir todo el mobiliario de una habitación tamaño reducido para su gato? Oh, es cierto, la reina.

-Oye, ¿estás bien? Parece que vayas a morir. No quiero hacerme cargo de un cadáver, así que, si te va a dar algo, mejor vete a agonizar a las habitaciones del servicio-la voz del príncipe me sobresaltó.

Rodé los ojos mentalmente y di unos pasos hacia la puerta. Y justo cuando pasaba por su lado, estornudé en su dirección. Y ese estornudo no lo causó mi alergia a los gatos.

***

Oí un fuerte golpe. Lo sabía. Alguien tenía que resbalar y caerse con el agua, era ley de vida.

Levanté la cabeza del suelo mojado y vi a la princesa tirada en medio del pasillo. Me acerqué para comprobar si estaba bien. En ese momento, la reina se me acercó a paso rápido.

-¡Valerie! Eres una inútil, ni guardar el equilibrio sabes. Tienes suerte de que haya algunos príncipes interesados en ti. Esa belleza, que por cierto es lo único bueno que tienes, la has heredado de mí. Deberías besar el suelo por donde piso, inútil.

Le tiró el abanico cerrado que llevaba en la mano a la cara y, luego, desvió la atención de su hija a mí y me miró de arriba abajo.

-Eres la nueva canguro de mi hija. A ver si me deja en paz de una vez por todas-y una vez dicho, se dio la vuelta y se marchó meneando el trasero y susurrando algo sobre su "queridísimo gatito".

No pude sino que reírme de su actitud, moviendo las caderas exageradamente, sacando culo y levantando la barbilla más de lo normal. Cual pato intentando desfilar por una pasarela. Oh, por favor, que alguien grabara eso.

Miré a la niña, que seguía en el suelo mirándome con sus enormes ojos verdes, y no pude evitar sentir cierta tristeza.

-¿A qué te gusta jugar, Val?

***

Me agaché para sentarme en las escaleras de una de las terrazas de palacio mientras miraba el atardecer, esperando poder relajarme después de tres horas jugando al pilla-pilla y al escondite con Val. Esa chica no tenía límite.

Me estiré y apoyé los codos en el escalón de detrás mientras contemplaba la fantástica vista que se abría ante mí. Toda la ciudad quedaba bajo mis pies, bañada por la luz ambarina del atardecer.