Capíutlo XXIV: ¿Puedo besarte?

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Dadle a la estrellita y comentad :).

Capítulo XXIV:

Miré enfurruñada a Paul mientras éste me sonreía. Realmente no lo soportaba. Continué limpiando la cómoda de su habitación mientras él me hablaba, matando el tiempo antes de que acabara mi turno y siguiéramos con las "clases". No le presté atención y me sumí en mis pensamientos.

Habían pasado cuatro días desde que se presentó en mi habitación. Cuatro largos días contándole sobre nuestra historia y nuestros poderes. Cuatro largos días en los que la única compañía que había tenido era la suya, la de su hermana y la de Roza. Debía de ser por eso por lo que su presencia se me hacía cada vez más tolerable.

-¿Mel?-su aliento rozó mi oreja y me sobresalté-Estás empanada.

Rodé los ojos y le pasé el plumero por la cara.

-Apártate de mí.

Vi algo que me pareció decepción en sus ojos. Leí sus pensamientos.

¿Tanto me desprecia realmente?

Repentinamente, me sentí culpable. Oh, Dios, no podía sentirme culpable por eso. Él mató a mi hermana. Aun así, susurré:

-No te desprecio-pareció sorprendido. Una chispa de un sentimiento que no reconocí brilló en sus ojos, y me asustó. Preferí cortar de raíz cualquier cosa entre él y yo-. Pero sigues siendo el asesino de mi hermana. Apártate de mí.

Y salí de su habitación. Ya dejaríamos la charla para otro día.


***


Parpadeé varias veces y me froté los ojos, adormilada. Alguien llamaba a la puerta. ¿Qué mierdas...? ¡Eran las tres de la mañana! Abrí, dispuesta a asesinar a quienquiera que estuviera al otro lado. Me encontré de frente con un par de ojos verdes sonriéndome.

-Está lloviendo.

Parpadeé de nuevo, aún medio dormida.

-¿Qué tiene eso que ver con presentarte en mi habitación a las tres de la mañana?

Él no contestó, simplemente me cogió de la mano y me arrastró hacia el exterior por la puerta de servicio. Un torrente de agua me empapó de arriba abajo, despertándome de golpe, nada más poner un pie fuera. Vale, estaba dormida, pero no lo suficiente como para no saber que eso no era normal.

Me giré hacia Paul, en busca de una explicación razonable. Pero no pude mantener la seriedad al verle tan o más empapado que yo, con el pelo castaño pegándose a su frente.

-Me dijiste una vez que te gustaba estar bajo la lluvia, pues aquí estamos.

Inevitablemente, mi sonrisa se ensanchó. Eso era... dulce. A pesar de cómo lo había tratado, estaba siendo dulce conmigo. Tiró de mi mano –que aún seguía entrelazada con la suya-- y nos alejamos más de la puerta.

Cerré los ojos y sentí la lluvia fría sobre mi piel, traspasando la fina tela de mi camisón. Y en ese momento dejé de pensar en nuestro plan, en la masacre de mi país, en la muerte de mi querida hermanita, dejé de pensar en el pasado y me dediqué a sentir el presente.

-¿Te gusta?-preguntó.

-¿Estás de broma? Es fabuloso.

Un Paul sonriente me atrajo a sus brazos. Apoyé mis manos en sus hombros y empezamos un baile lento bajo la lluvia. No pude evitar pensar que era muy cliché. Y no pude evitar reír cuando me di cuenta de que no me importaba.

Valgic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora