Capítulo: 21

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Un te quiero.


Mi teléfono móvil comenzó a vibrar con desesperación, sin descanso, hasta que yo, sin estar aún despierta del todo, contesté a la persona al otro lado. No era consciente de lo que hacía, mi palabra salió sola. "Si" había dicho sin saber a qué se lo decía. Cuando quise volver a la realidad el pequeño aparato descansaba sobre mi vientre.

Abrí los ojos tanto como me era posible, había dado un sí, había dicho si a ser Cenicienta. Otra vez comenzó esa sensación donde se mezclaba el miedo, el pánico y el terror con una pincelada de esperanza.

Alumnos y profesores caminaban por los pasillos del edificio con un destino, yo caminaba hacia la salida, después de cruzar la pesada puerta ya no sabía dónde acabaría aquel día. Me quedaba una hora para ir a firmar un contrato que me convertiría en una Cenicienta sobre un escenario. Pasada esa hora el papel yo no me pertenecería.

Yo trataba de convencerme con mentiras y miedos del pasado que dejar pasar esa oportunidad era lo mejor. Pero cuando estaba casi convencida aparecía esa vocecita en algún lugar de mi cabeza diciendo "Es mi sueño" y comenzaban de nuevo las mentiras y los miedos del pasado.

Mis pies caminaban solos, ignorando la vocecita en algún lugar de mi cabeza y creyéndome mis mentiras y miedos del pasado. Iba en dirección al metro sin saber dónde dejaría, que este, me llevará.

—Angie. —

Su voz fue clara y segura tal y como él solía ser. Caminó hacía mi los pocos pasos entre nosotros que nos separaban. Su mirada era dura sobre mí. Mi figura, más pequeña que la suya, estaba intimidada por su cuerpo musculoso.

—Tienes algo que hacer ¿no? —

— ¿Cómo lo sabes? —susurré.

—Lo sé y punto. —miré mis botas negras, Zayn suspiró arrepentido por el tono duro que utilizaba. — Sube al coche, tienes que firmar un contrato. —

Tal vez lo más coherente hubiera sido salir corriendo, huir de él, complacer a Jame y alejarme de Zayn. Era peligroso, controlador y quien sabe, puede que mi acosador. Lo sabía todo de mí, sabía dónde encontrarme, aunque eso tampoco era muy complicado de saber, no solía cambiar mucho los lugares que visitaba.

Miré sus ojos brillando, como acostumbraban a estar, sus pupilas ligueramente dilatadas o era yo quien las veía así por el filtro que mis sentimientos hacia él formaban. Antes esos ojos no me pude negar, caminé y entré, sin una sola palabra que se quejara en el proceso.

Zayn conducía respectando las señales de tráfico, parando en los semáforos en rojo, a una velocidad razonable. Yo me hacía cada vez más pequeña en el asiento del lujoso coche. Cuando paró quise salir corriendo con miedo, quise huir de mi sueño.

—Angie, lo hago por ti. —me miró. —Lo sabes ¿verdad? —

Yo solo me encogí de hombros. No estaba segura si lo hacía por mi o porque era algún tipo de entretenimiento para él.

—Pequeña, yo... —suspiró. — Lo hago por ti, créeme. —

Fue fácil firmar el contrato, un simple garabato un papel, lo difícil sería hacer lo que me había comprometido hacer con ese garabato en un papel. Yo no era de las que ganaban, más bien era de las que perdían, una y otra vez hasta que ya no había nada que perder ¿Seria el momento de cambiar eso? Ese día, yo, no lo creía así.

—No creo que esto haya sido buena idea. —susurré cuando cerré la puerta del coche.

—Sí lo es, solo estas asustada. — Zayn arrancó el coche y este comenzó a moverse.

El vehículo se desplazó ágil por las calles de Manhattan, pronto supe que no iría a trabaja, que una vez más Zayn tenía planes en los que me había incluido sin preguntarme primero, sin dejarme decidir.

Mientras nos acercábamos a la costa Zayn estaba relajado, inmerso en unos pensamientos que como todo él, eran un misterio para mí. Sus manos se amoldaban al volante y sus ojos examinaban la carretera.

—Ayer Liam me preguntó por ti. —

Un segundo estuvieron sus ojos despegados de la carretera y pegados en mí. No podía decir si ese comentario mío fue de su agrado o no, su expresión fue dura pero sus palabras suaves.

— ¿Qué preguntó exactamente? —

—Que si habías pasado por allí. —

— ¿Qué le respondiste? —

—La verdad. —

Jugué con mis dedos en mi regazo esperando su próxima pregunta. Era extraño como unas veces podía hacerme sentir tan grande y fuerte y otras, tan pequeñas y débil. No sé cómo lo hacía, pero lo hacía y no parecía costarle mucho esfuerzo.

Es difícil saber cómo unas personas, de las muchas que se cruzan en nuestras vidas, nos hacen sentir seguros protegido a su lado, y otras lo contrario, pero aún es más difícil saber coma una persona puede conseguir ambos extremos.

— ¿Comenzaste hacerle preguntas? —

—No. —

Paró el coche, a unos metros estaba el mar cantando su continua canción, esperando nuestra llegada. La brisa marina jugaría con nuestro cabello, la melodía del océano entraría en nuestros oídos, nos contaría secretos que no entenderíamos y serian ignorados. Nos sentaríamos sobre la fina arena, no haríamos nada por impedir que se metiera en nuestra ropa, sería inútil.

Buscó en mis ojos la verdad, pero la verdad era la que yo, ya le había dado. Así que buscó y buscó y no encontró nada diferente a lo que ya tenía, a diferencia de él, si le respondí y con una verdad insignificante para mí, pero importante para él.

Bajó del vehículo y yo cual niña inocente y asustada lo imité. Quité mis botas para caminar en la arena, como segundos antes había hecho Zayn. Caminamos, no sé cuánto tiempo, el suficiente para que Zayn aclarara su mente. Se sentó mirando como el mar mojaba la arena y yo, con mis palabras silenciadas, me senté junto a él.

El baile del agua salada no cesó ante nuestras atentas miradas, continuó sus movimientos, llevándose arena y trayendo arena. Esa danza seguiría aunque el mundo quisiera pararla, ignorando lo que sucede a su alrededor, no la pararían los actos de extraños, tampoco sus palabras.

—Hasta que llegaste, tan pura e inocente, siempre creí que todos tenemos un demonio dentro. — giró su cabeza para mirar mis ojos que yo lo estaban mirando a él. — Yo siempre saco el demonio de todo el que se me acerca, pero en ti no lo encuentro, empiezo a creer que no lo tienes. — apartó mi pelo bailarín de mi campo de visión. — Y si lo tienes no lo dejaré salir, porque te dominaría, y a mí me gusta cómo eres. — ahora era yo quien buscaba la verdad en sus ojos. —Te quiero demasiado para dejar que algo te destruya. —


Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora