Capítulo: 29

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 Un ángel descansando sobre las nubes.


No había parado de llover esa noche, el agua abundante había caído sobre mí en aquella esquina en la cual paré cuando mis pies ya no podían seguir corriendo y mis piernas flaquearon. El suelo estaba frio y mojado, como todo mi cuerpo.

Las gotas del agua de lluvia corrían por mi pelo hasta caer de él. El frio pasó a formar parte de mí, no lo sentía pero lo tenía. Se había colado en mis huesos, y yo lo había dejado gustosa.

La lluvia paró un poco antes de que el sol saliera tímido. No me di cuenta de cuando eso pasó, solo sé que pasó. EL sol trataba de darme calor y el viento de consolarme con sus caricias, pero ninguno lograba su propósito.

Mi espalda estaba apoyada en algún edificio viejo y estropeado de Nueva York, mis rodillas dobladas, mi cabeza sobre ellas mientras mis delgados brazos abrazaban mis piernas flexionadas. Mis ojos cerrados y mi pelo dejando caer agua.

— ¿Angie? —

Había escuchado mi nombre siendo nombrado por una voz femenina, voz que no había reconocido pero que sabía que conocía. No había movido un solo musculo, no había sacado las palabras de Jame de mi cabeza "Violó a mi hija"

Durante aquella tormentosa noche, en la que había corrido siendo mojada por la lluvia, imágenes de Zayn tomando la pureza e inocencia de una muchacha sin rostro, la misma a la que escuchaba suplicar a gritos que parara habían sido reproducidas al cerrar mis ojos.

Sus gritos suplicantes fueron ignorados igual que yo ignoraba aquella voz llamándome. Una mano buscó mi rostro bajo mi pelo y lo encontró.

—Angie, abre los ojos, mírame. — la obedecí.

La rubia de las tetas pegadas a la garganta sostenía mi rostro entre sus manos mientras me preguntaba que hacia ahí, que había pasado. No le contestaba pues no tenía palabras.

—Vámonos. —

Me ayudó a levantarme y la seguí a donde quiera que fuera que me llevaba, yo iría sin preguntar. No quería volver a casa ¿estaría Zayn allí? Y Jame ¿Dónde estaría? No sé cuánto tiempo caminé un paso por detrás de ella, a su lado derecho.

Entramos en un piso desordenado, su tamaño estaba dentro de lo considerado normal, ni muy grande ni muy pequeño. Me informó que su compañera de piso estaba fuera "lo ha estado por tres días" dijo. Me ofreció su ducha y yo acepté.

Me dio algo de su diminuta ropa para que la usara una vez que saliera del confort del agua cayendo sobre mí, llevándose los restos del dolor del cielo y dejando mi dolor justo donde estaba.

No sería el agua quien se lo llevaría, el tiempo lo haría, después de todo es quien siempre se lleva todo, justo en el momento en el que lo quiere, se lo lleva.

Entre en la cocina, allí estaba la rubia preparando un té. No hice sonido alguno solo me quede allí, delante de la puerta mirando como Jessica dejaba que el agua hirviendo callera en cascada dentro de una taza.

Tragué saliva, por ver si así, podía salir sonido alguno de mi garganta. Lo hizo y la rubia de las tetas pegadas a la garganta se giró dando con mi figura vistiendo su ropa. Un vestido rosa palo se pegaba a mi cuerpo con determinación.

—Siéntate, te he preparado un té. —puso la taza delante mi cuando me senté. — he llamado a Harry, está viniendo para acá. — yo solo asentí sentada en aquella silla de madera.

Estuvimos calladas, yo mirando el contenido de la taza y ella inmensa en sus pensamientos hasta que unos toques en la puerta de madera robusta la hicieron moverse.

—Está en la cocina. — escuché la voz de Jessica atreves del aire.

Harry se sentó donde antes estaba Jessica, en la silla de madera junto a la mía. Se dedicó a mirarme unos segundos mientras yo miraba el té ya frio, mis manos rodeaban la taza y se llevaron su calor.

— ¿Qué ha pasado? —

—Es una historia larga, vámonos, te la cuento luego. —

Una vez que las horas pasaron y la historia de la noche pasada se resbaló de mis labios y cayó en los oídos de Harry fui a mi trabajo. No a trabajar, no, sino a por una historia con principio y final.

A las ocho y cinco Jame estaba en su taburete y yo mirándolo tras el cristal de la ventana. Siguió con su rutina, para él hoy era igual que ayer. Cuando empezó con la rutina que mantenía era uno de los puntos de la historia que yo estaba buscando aquel día.

La rubia de las tetas pegadas a la garganta me había sustituido, ella miraba revistas sentada en el extremo de la barra contrario a Jame, yo hubiera leído junto a él, pero mi rutina cambió, y me dedicaba a mirar lo que el cristal me mostraba.

La campanilla anunció mi llegada, Jessica me miró, Jame no, caminé hasta aquel hombre del vaso de cerveza entre las manos y me senté a su lado. No llevaba libro entre mis manos pero aun así conocería una historia nueva. Él miraba el contenido de su vaso de cerveza, yo algún punto fijo en aquella pared frente a nosotros.

—Supongo que quieres la historia completa. —

—Sí. —

Bebió lo que le quedaba en su vaso, por primera vez dejó el vaso vacío, por primera vez en el fondo del vaso de cristal no había nada.

Las palabras comenzaron a salir sin fuerzas, tristes, roncas y dolidas. Cada una de ellas era una espina que se clavaban en la memoria de Jame después de atravesar mi corazón.

—Emma se parecía a ti, no físicamente pero si en su personalidad. Era tan inocente y pura como tú, sus ojos seguían irradiando la tranquilidad de una niña pequeña, como tú nunca supo hacer mal a nadie, como tú confió en Zayn. —

Me contó que era rubia de pelo corto y ondulado, ojos azules como el cielo de california cuando el sol brilla en él. Su piel era blanca, tanto que quería imitar el color de la nieve de diciembre caída sobre Nueva York.

El corazón de Emma latía con fuerza en su pecho el día que vio a Zayn, sus ojos se cruzaron y ella confundida por el brillo de esos ojos miel no pudo ver la oscuridad en ellos, yo tampoco pude hacerlo. Zayn le dijo que la quería pero no era cierto, solo quería robarle lo único que ella tenía, quiso hacerlo sin que ella lo supiese, que fuera ella quien se lo entregara. Y ella incapaz de ver la maldad quiso hacerlo, quiso darle su pureza e inocencia.

—"Yo quería papá" me decía llorando "pero me hacía daño, le pedí que parara y no lo hizo" y ahí supe lo que le había robado a mi hija. —

Jame me dijo que desde que Zayn tomó a la fuerza lo que quería de ella sus ojos nunca más fueron azules como el cielo de california cuando el sol brillaba en él lo era, pasaron a ser como el cielo de Nueva York sin sol en él.

El dolor rodeo su corazón y se fue metiendo en el hasta sustituirlo.

—Quiso perdonar a Zayn, pero él no quiso saber nada de ella "solo quería follarte y ya lo he hecho" le dijo el hijo de puta, no lo soportó, tres noches después se suicidó. —

El final de la historia llagaba y estaba lejos de ser feliz. Jame con lágrimas en los ojos me dijo que la encontró sobre la cama, sus ojos estaban cerrados y su pelo rubio se abría sobre la almohada.

Llevaba puesto su vestido favorito, era rosa palo por encima de las rodillas con un estampado de flores. Sus pies estaban descalzos, parecía un ángel, solo le faltaban las alas. Su edredón banco estaba lleno de su sangre, se había desprendido de sus venas y se habían llevado su vida.

—Acaricié su rostro y estaba frio. —

Jame pronunció las últimas palabras de su historia, no paraba de llorar como un bebe hambriento, y mis lágrimas habían salido también, abracé a Jame, quise consolarlo pero fue él quien me consoló a mí. Sus brazos me rodeaban y una de sus manos acariciaba mi pelo.

Tal vez, Emma, no solo parecía un ángel, sino que lo fuera de verdad. Tal vez subió a descansar sobre las nubes. Tal vez en estos tres años en los que ella siempre tuvo diecisiete, había estado durmiendo, tranquila sobre la suavidad de las nubes con alas en su espalda y su vestido favorito cubriendo su cuerpo.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora