Capítulo: 41

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Mi padre.

Es curioso como las cosas pasan en la vida, como ir viviendo de casualidad en casualidad se hace entretenido, como dejar de planear para vivir de lo que surja se hace emocionante, como dejase llevar llega a ser divertido.

Yo siempre había tomado la vida como algo serio, y había vivido según las normas que me eran impuestas. Por casualidad descubrí que la vida es mucho mejor si no te la tomas del todo enserio, si vives sin normas, si sigues tus impulsos.

Aprendí que acabas en tu lugar, cuando te dejas llevas, cuando dejas de planear cada segundo de tu vida y vas viviendo según lo que valla viniendo. Así terminas en el lugar en el cual estabas destinado a estar, o al menos así fue para mí.

Fue gracias a su mano moviendo con prisa mi hombro que desperté. Me queje mientras su mano me abandonaba y su voz pronunciaba mi nombre con prisa y urgencia. "Despiértate de un vez Angie" optó por decirme ante mi indiferencia hacia él.

Yo seguí allí con mis ojos cerrados, tumbada en aquel sofá mientras lo escuchaba corretear de un lado para otro. "Vas tarde a clase, ya no me da tiempo a llevarte." Escuché esas palabras y mis ojos se abrieron de golpe.

— ¿Porqué no me has despertado antes? — Dije mientras me ponía de pie y corría hacia la habitación de Harry.

—Lo intenté. — Me gritó— pero no lo conseguí. — dijo entrando en su cuarto.

Lo miré reclamándole que no lo intentara con más ganas, que no hubiera tenido éxito y quité la camiseta, de mi pijama grande, de mi cuerpo. Harry se acercó a mi, besó la cima de mi cabeza mientras yo luchaba por meterme en unos vaqueros ajustados y diciendo "nos vemos luego" se fue.

A pesar de mi carrera desenfrenada llegue tarde a clase. A donde no llegué tarde fue a mi trabajo, la rubia si lo hizo. Y cuando llegó fue acompañada de Harry. Al parecer lo pasaban bien juntos, entraron sonriendo, casi riendo.

Los miré caminar hacia la barra, Natacha lo hacía desde su ventana. Le empezaba a gustar la rubia de las tetas pegadas a la garganta, no porque su relación con ella estuviera avanzando, lo hacía por la mirada de su nieto, por el brillo en sus ojos.

Cuando Jame se fue, Zayn entró. Parecía haber estado esperando allí fuera a que aquel pobre hombre saliera para entrar. Yo no le pregunté si mis sospechas eran ciertas o no, yo le di una mirada rápida y seguí limpiando una de las mesas del lugar, sin poner mucha atención a su persona.

—Hola. — dijo parando los energéticos movimientos de mi mano con la suya.

— ¿Qué haces aquí?— me coloqué tras la barra y él delante.

—He venido a buscar a mi novia, porque eres mi novia ¿no?

—Sí. — Lo miré. — Lo siento, es solo que estoy cansada, el sofá de Harry no es muy cómodo.

—Mi cama sí.

Llevábamos un día siendo novios y ya me quería de nuevo en su cama. No me lo dijo aquella noche, pero es que conmigo a su lado dormía mejor, se podía aferrar a lo único real que tenía, proteger a lo único que quería, a mí, y no tenía miedo de perderme cuando despertaba en la mañana y me veía allí, tumbada junto a él con una mano en su cuerpo, con mi pelo castaño esparcido en su almohada y mi respiración tranquila cuando yo dormía junto a él.

Y supongo que yo también dormía mejor junto a él, porque no tuvo que insistir para que aquella noche durmiera junto a él, aquella y las que le siguieron, pero no me mudé allí, solo dormía allí, mi ropa seguía en el armario de Harry, al menos la mayoría, porque una parte estaba en el de Zayn, para vestirme cuando despertara.

Aquella mañana de sábado, salí de la cama dejando a Zayn durmiendo en ella, la noche anterior después de dejarme en su casa se marchó y regresó lo suficiente tarde como para que yo ya durmiera.

Estaba entrando en la cocina, dispuesta a prepararme un desayuno, cuando en timbre sonó. Salí de la cocina y miré hacia la puerta cerrada del cuarto de Zayn, él no salió asique fui yo la que abrió la puerta principal.

Tras la puerta encontré a un hombre de algo más de cincuenta años, olía a tabaco, supuse que fumaba. El me miró de arriba abajo y de abajo a arriba. Me apartó con uno de sus brazos y entró en el interior del piso.

No sabía muy bien cómo reaccionar ante aquella visita inesperada, queria hablar pero una vez más las palabras no me salían del cuerpo, y cuando parecía que lo harían el hombre gritó el nombre del que dormía. Acto seguido se giró hacia a mí y yo retrocedí un poco, solo un poco.

— ¿Dónde coño está?—

Se acercaba a mi mientras yo retrocedía, hasta que choqué contra la pared, entonces agarró mi delgado brazo con fuerza "¡contéstame!" gritó en mi rostro y yo me asusté, tenía miedo, me había gritado con esa furia con la que mi padre solía gritarme y yo dejé de pensar con claridad.

Apretó aún más mi brazo y golpeó mi rostro con la mano que no me sostenía. Fue cuando noté su cruel tacto en mi rostro que grité con fuerza el nombre del seguía durmiendo. Su nombre salió solo de mis labios, seguramente pidiéndole su protección.

Noté como mi sangre manchaba mi labio inferior, y como la puerta del cuarto se abrió con preocupación, la misma con la que Zayn corría hacia mí. Los dos notamos como Zayn llegó hasta nosotros, pero ni yo dejé de mirar el suelo ni ese hombre de mirarme a mí.

— ¿Qué haces aquí?

Aquel hombre me lanzó a los pies de Zayn, lo miré, estaba tenso, con su mandíbula apretada y luchando por no meterme entre sus brazos, por no protegerme. Me levanté del suele y fue entonces cuando Zayn me habló de una manera brusca y despiadada.

—Vete a la habitación ahora mismo. — Lo obedecí desconforme por su forma de tratarme.

No tardó mucho en volver a la habitación en la cual yo permanecía sentada en la cama mirando mi regazo. Abrió la puerta y corrió para arrodillarse frente a mí. Cogió mis manos y buscó mi mirada, pero yo no le dejé encontrarla.

—Lo siento. — dijo soltando mis manos y cogiendo mi rostro. — No quería tratarte así, te lo juro, pero tenía que hacerlo no podía dejar que supiera que me importas. —Miré sus ojos estaban suplicando mi perdón.

— ¿Quién es?

—Mi padre. — habló dudoso. — Voy a limpiarte ese labio.

Salió de la habitación y volvió con un algodón mojado entre sus dedos que colocó con cuidado en mi labio herido.

— ¿Qué te hizo exactamente?

— ¿Qué quería?

—Pequeña. — me miró a los ojos no quería responderme pero tampoco ocultarme la verdad. — Es una historia larga, pero te juro que no dejaré que te haga ningún daño.

No lo dudaba sabía que no dejaría que aquel hombre volviera a ponerme un dedo encima, no era yo la que tenía miedo a que no pudiera cumplir con aquella promesa, era él. Le aterraba no poder mantenerme a salvo. Me abracé a su cuerpo y él de manera instintiva se abrazó al mío. "Te quiero" me susurró y yo lo abracé más fuerte, diciéndole en silencio que no se preocupara, que estaba a salvo a su lado.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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