Capítulo: 10

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Necesito respuestas.


Dolía, dolía como duele tener una daga clavada en el corazón, verlo así, otra vez, me dolía. Mis lágrimas caían, ya no las podía detener, mis labios fueron a parar a su frente, más fría de lo que debería estas al igual que todo su cuerpo. Pero eso suele pasar cuando se pierde sangre en grandes cantidades, como él estaba haciendo.

Me separé de él, apenas unos centímetros para mirar su rostro pálido, lo acaricié, mis dedos cálidos delinearon cada pequeña parte del rostro frio de Zayn, mientras mis lágrimas salía sin que yo tratara de negárselo, ya había dado esa lucha por perdida.

—Zayn despierta por favor. —susurré rozando nuestras narices. —No me hagas esto. —volví a susurrar antes de volver a besar su frente.

Pegué nuestras frentes y apreté mis ojos tratando de tranquilizarme y hacer algo más que llorar mientras que Zayn se desangraba a mi lado. Pero por desgracia yo no era buena en estas situaciones y Zayn, tenía la mala costumbre de aparecer ante mí sangrando.

Su cabeza lentamente comenzó a moverse, me separé de él y acaricié su rostro mientras que la hablaba.

—Zayn, vamos abre los ojos, por favor, Zayn. —

Entreabrió los ojos encontrándose con mi cara bañada en lágrimas. Con sus ojos cerrados, nuevamente, llevó una de sus manos a mi rostro y con su pulgar comenzó a dibujar círculos en él.

—Estoy bien, venga Angie tranquila. —

—Zayn...—su voz me calló.

— ¿Has llamado a una ambulancia?—

No, no lo había hecho, debía haber sido lo primero que yo tendría que haber hecho pero ni siquiera se me ocurrió, moví mi cabeza haciéndole entender que no e intenté moverme, ir a por mí móvil y avisar a esa ambulancia que él necesitaba, pero me sujetó impidiendo que lo hiciera.

—Zayn necesitas un médico. —

—No, ya estoy bien, ayúdame a levantarme. — lo ayudé a sentarse en uno de los sillones y me agaché junto a él.

— ¿Qué tienes en contra de los médicos?—

—Nada, solo que no necesito uno, estoy bien. —

—Zayn, te estoy viendo, no estás bien ¡deja de mentirme!—

Esas palabras salieron de mí con fuerza, y él siguió allí sentado atravesándome con su mirada. Su mano se posó en mi mejilla una vez más en aquella noche. Su voz salió de él débil, como él estaba.

—Vale, tienes razón, no estoy bien, pero lo estaré. —

Yo quería llamar a un médico y él que lo llevara a mi casa, quería que yo condujera su coche, cuando yo nunca había tenido una mano sobre un volante y un pie sobre uno de esos pedales que tienen los coches. Él siguió insistiendo y yo negándome ¿Cómo podía seguir pidiéndome que condujera sabiendo que yo no sabía hacerlo? Tal vez quería que muriéramos los dos.

—Zayn, no puedo. — Dije sentándome junto a él. —Déjame llamar a un médico. —

—Angie, lo harás bien, solo tienes que hacerlo que yo te diga, y tranquilizarte. — sus ojos no querían seguir abiertos.

—Zayn por favor...—

—Venga pequeña, vamos a mi coche. —

Lo senté, como pude, en el asiento del copiloto y yo me senté en el del conductor. El pánico me invadió, se apoderó de cada milímetro de mí ser. Quería huir, irme lejos, correr hasta que mis piernas no pudieran más, hasta que necesitara parar para respirar.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora