Capítulo: 28

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Pecado revelado.


Cada persona es diferente, cada persona tiene una historia escrita con tinta de su corazón en el aire, cada persona tiene su papel en la vida de otros, cada persona tiene sus miedos, sus sueños, esperanzas, deseos y rencores.

Por nuestra vida pasan todo tipos de personas, están aquellas que pasan sin dar su nombre y dejando su huella difícil de borrar. Aquellas que aparecen un día y nunca se van, aquellas que no aportan nada, pero tienes su nombre grabado en tu mente.

Están aquellas que marcan un antes y un después en tu vida, como Zayn lo haría en la mía y aquellas que son conocidos y un día te dan un verdad escondida, como Jame haría conmigo.

Fuera pronto las lágrimas de tristeza de aquel cielo oscurecido se unirían a su furia, esta pasaría a ser dolor, su gruñido serian quejas incontrolables, y su luz fugaz sería su sangre derramada.

Dentro de aquella desastrosa cafetería pasaría lo mismo, mis lágrimas de tristeza se unirían a la furia de Zayn, estas pasarían a dolor, mi dolor y su compasión seria mi sangre derramada.

— ¡No le dirás una sola palabra! —

Sus gritos me volvieron asustar de nuevo, no iban para mí, pero me asustaron igual, hicieron que soltara su brazo tenso y fuerte. Pero no asustaron a Jame, el hombre de ojos tristes ni siquiera parpadeó

En el momento en el que Jame dio un paso al frente, yo, ya había llegado a una conclusión: no quería que doliera.

Zayn no contaría uno de sus secretos y los tres éramos consiente de aquel hecho. Si alguien hablaba esa noche no sería él, sería Jame, en un intento desesperado de alejarme de Zayn.

Yo no era más que un mero espectador de los restos de su pasado junto. Desde mi sitio, unos pasos detrás de Zayn, podía verlos a ambos. Zayn estaba lleno de furia y una pequeña pincelada desorientada de miedo. En Jame solo había dolor y odio llevados con serenidad.

Cuando estaba cerca de aquello que había deseado y pedido quería huir, no quería tenerlo, mi miedo era el culpable. Eso ya me había pasado muchas veces antes, como aquella vez que quería galletas y no llegaba al tarro, cuando conseguí alcanzarlo, ya nos las quería, tenía miedo a ser descubierta.

—Vamos Zayn, cuéntale como... —

— ¡Cállate! — fue un grito gutural salido de aquella pincelada desorientada de miedo. — eres un maldito despojo humano. —

Miré a Zayn incrédula por aquellas palabras. Yo sabía de su odio a Jame, pero aun así esas palabras me parecían demasiado fuertes para aquel hombre destrozado, sin consuelo alguno. Jame no calló, él protegería aquella noche lo único que le quedaba: una camarera inocente y pura, yo.

—Soy un maldito despojo humano, soy lo que tú creaste. —

—Vámonos, Angie. —me dijo Zayn.

Agarró mi brazo con fuerza, trataba de no hacerlo, de no hacerme daño, pero no podía. Nadie podría evitar que me hiciera daño, aunque yo me había dicho una y otra vez, hasta que llegué a creérmelo, que no me haría daño no era más que una mentira.

"Las niñas buenas no mienten y tú eres un niña buena" Mi padre me había repetido tantas veces esa frase durante toda mi vida que acabé creyéndomela. Pero ¿y si estábamos equivocados? ¿Y si yo no era una niña buena?

Había mentido y muchas veces a lo largo de los años. Cada vez que algo me hacía daño había mentido. Había buscado con desespero una mentira que darme para calmar el dolor. Y la había encontrado todas las veces hasta aquel momento. Fue entonces cuando no tuve una mentira que decirme, que me di cuenta que yo mentía, no era una niña buena.

—Suéltala. —

La mandíbula de Jame estaba apretada, estaba mostrando algo más, algo distinto a su dolor. Parecía que saltaría sobre Zayn cual animal protegiendo a su cría. Zayn me soltó, me concedió libertad.

Ambos me miraban. Lo ojos de uno me suplicaban que me quedara y lo escuchara, y los del otro que me fuera con él y no escuchara.

—Quiero escuchar lo que Jame tiene que decir. —

No quería escuchar, pero sabía que el dolor tenía que llegar ¿Qué más da hoy que mañana o dentro de años? Va a doler igual.

Tenía que doler, así que, que lo hiciera ya, que el dolor me desgarra el alma, parara mi corazón, me destruyera, me hiciera más fuerte, tal vez, y que fuera mi bandera, si es lo que tenía que hacer que lo hiciera como lo hizo con Jame.

—Angie, por favor, pequeña. — Zayn me suplicó acariciando mi rostro, su furia se perdió, la pincelada de miedo creció y ocupó su lugar.

Ignoré su tacto, mi deseo de obedecerlo y caminé hacia Jame. Zayn tiraba desesperado de su pelo negro, oscuro como el cielo esa noche. El pasado vendría aquella noche a visitarlo y no podría cerrar la puerta. Paré a un metro de Jame, tras mi espalda Zayn buscando la solución a su problema.

Todo cometemos errores, es normal en el ser humano, pero los de Zayn dejaron de ser erres en el momento que sabía el daño que hacía, ahí, pasaron a ser pecados. Tal era su miedo y desesperación que hubiera pactado el pago de sus pecados con Lucifer, para que yo no los conociese.

— ¡No! —gritó cuando Jame trató de hablar. —No puedo permitirlo. — el giro esperado de nuestra historia se hacer acercaba. —Ella es diferente, estoy enamorado de Angie. — le dijo a Jame buscando su piedad.

—Violó a mi hija. — no tuvo piedad.

Cuatro palabras que pararon el mundo, mi mundo, recorrieron mi corazón para luego estrujarlo hasta hacerlo sangrar, cuatro palabras que explicaban la tortura de Jame, cuatro palabras que querían quemar mi alma ¿lo conseguirían?

Fuera las lágrimas de tristeza de aquel cielo oscurecido, ya se unían a su furia, estas pasaron a ser dolor, sus gruñidos eran quejas incontrolables y su luz fugaz su sangre derramada.

Dentro mis lágrimas de tristeza se unieron a la furia de Zayn, esta paso a ser dolor, mi dolor y su compasión era mi sangre derramada.

—No es verdad. —

Zayn veloz se colocó frente a Jame. Sus palabras esperanza para mí, uno de ellos mentía.

— ¡Te pidió que pararas! — la fuerza de esa voz no parecía natural. — ¿y lo hiciste? — en su ojos estaba el fuego del mismísimo infierno. — ¿eh? — empujó sus hombros sin dejar de gritarle. — ¡Dime! ¿Paraste? —

— ¡No, no lo hice! —

Lo hizo, mi novio violó a la hija de Jame. Lo peor de toda era que no había el más mínimo rastro de arrepentimiento en él por lo que hizo, por su pecado.

Cerré mis ojos despacio y par de lágrimas recorrieron mis mejillas, las acariciaban queriéndome consolar, pero yo, aquella noche yo no tenía consuelo. Zayn caminó hacia mí mientras yo lo hacía de espalda, alejándome de él.

—Pequeña. — las lágrimas salían de sus ojos también. —No, no me tengas miedo, yo te quiero. —

Trató de tocar mi rostro, pero huí del tacto que tanto había buscado antes. Salí de aquella cafetería, corrí bajo la tormenta sin un destino al cual dirigirme.

Mis piernas se movían solas sin saber muy bien hacia donde, mi cabello chocaba con mi espalda, mi corazón latía como loco, mi sangre corría en mis venas como yo lo hacía por las calles, mi respiración era irregular, y mis lágrimas mojaban mi cara, no paraban de salir.

Igual que aquella vez que dejé a Zayn el callejo sin salida. Esta vez el cielo lloraba como yo lo hacía, sin consuelo, dejaba sus lágrimas sobre mí. Se mezclaban con las mías, dejaban el dolor donde estaba y me mojaba sin desearlo, pero no podía evitarlo, las lágrimas salían solas. La verdad nos dolía.

¡Dolía! El dolor me desgarraba el alma, paró mi corazón, me destruía, poco a poco, no me hacía fuerte, en aquel momento era más débil de lo que nunca fui ¿sería el dolor mi bandera desde ahora?

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora