Capítulo: 25

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Mi silencio.


Las semanas pasaron y nos llevaron hasta final de marzo, a solo tres días de comenzar un nuevo mes y a dos del estreno de una obra solidaria que yo protagonizaría. Para aquel momento las cosas estaban bien. Vivía con Zayn sin saber nada de él, sin saber sus secretos.

La cama estaba cálida, nuestros cuerpo la fueron calentando a lo larga de la noche. El brazo derecho de Zayn me agarraba firme por la cintura mientras dormíamos. Siempre lo hacía, no importaba lo lejos que estuviéramos el uno del otro al meternos entre las sabanas, cuando despertaba ese brazo estaba aferrado a mí.

Zayn, inconscientemente quería asegurarse que no me iría a ninguna parte, que cuando él despertara, yo seguiría ahí. Su brazo buscaba mi tacto en la noche, sin él saberlo, era nuestro contacto el que le permitía dormir tranquilo y seguro, sin despertarse en mitad de la noche por el ruido de la lluvia azotando el gran ventanal.

Los rayos de luz solar comenzaban a entrar en la habitación de paredes negras, y con su llegada mis ojos se fueron abriendo. Me giré tratando, sin éxito, esquivar la luz. Di con los ojos cerrados de Zayn.

El brazo de Zayn se endureció cuando mi cuerpo se movió bajo él. Me senté en la cama con su brazo sujetando mi cintura, no quería que fuera a ningún lado, no sin él. Estaba por salir de la cama cuando su voz se desprendió de entre sus labios.

— ¿Dónde vas? — sus ojos seguían cerrados y su brazo firme en mi cintura.

—Al baño, pero me lo estaba poniendo difícil. —

Me dejó salir y se movió hasta el centro de la cama, sin abrir sus ojos, no debería querer avergonzar al sol aquella mañana de sábado. Mi mano rozó el mango de la puerta del baño y su móvil, comenzó a sonar.

Cuando el agua que limpiaba mi cuerpo dejó de caer me permitió escuchar de nuevo el móvil de Zayn, sonaba en la mesilla junto a él "¿Qué coño quieres Jack?" eso fue lo que escuché antes de encender el secador. Con su sonido ya no escuchaba nada de lo que pasara tras esa puerta entreabierta.

Algo de mascara de pestañas, un poco, muy poco, de colorete melocotón en mis mejilla y una toalla roja escondiendo mi cuerpo. Abrí la puerta entreabierta y me dirigí al gran armario empotrado que formaba una de las paredes negras de la habitación.

Zayn seguía en al centro de la cama, pero ahora sus ojos avergonzaban al sol. Estaban abiertos y miraban como yo vestía mi cuerpo. El móvil, ya callado, descansaba junto a él.

—Pequeña. —lo miré y él continuó. — No puedo llevarte, llama a Harry, dile que te lleve. —

—O puedo coger el autobús. — sugerí.

Apartó la sabana y el edredón nórdico que cubrían sus piernas, saltó de la cama y caminó hasta mí. Sujetó mi cintura mientras posaba sus labios sobre mi frente y susurraba sobre ella "lo siento" poco audible, para terminar besándola con ternura.

Acarició mi mejilla antes de atacar mis labios. "De verdad que lo siento" dijo entre beso y beso "y mucho" volvió hablar nuevamente entre beso y beso. "Te quiero" dijo antes de darme un último beso con pasión mezclada con cariño.

—No pasa nada, no tienes que llevarme a todos lados. — le hablé con mis manos en su cuello.

—Tengo que cuidar de ti, protegerte. —

Lo hacía, cuidaba de mí, lo que yo no sabía es si lo hacía de algo en particular o de todo en general, tal vez de ambas cosas al mismo tiempo.

Las tres horas de ensayo pasaron rápidas y divertidas. El próximo lunes seria el ensayo general por la mañana y el estreno por la tarde. Aquel sábado comí con Louis. Me hacía reír, con él, el sabor de mi arroz era mejor.

Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora