Capítulo: 35

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Él.


No sabía cómo reaccionaría cuando sus ojos se abrieran y me viera. No esperaba palabras cálidas escapándose de entre sus labios, ni tampoco una sonrisa o sus brazos rodeándome. Tal vez se enfadara porque había vuelto a pesar de que me dijo que no lo hiciera.

Nunca le gustó que yo le desobedeciera o que lo le llevara la contraria. Tampoco le gustaba que le dijera que no llevaba razón en algo, aunque le diera razones que demostraran que estaba equivocado.

Hacia tanto tiempo que no escuchaba su voz, pero no lo suficiente como para olvidarla, Tampoco había olvidado la vena de su cuello hinchada cuando se enfadaba y sus ojos tan abiertos como les era posible estarlo.

Fue abriendo despacio sus ojos marrones, mi madre y yo mirábamos como realizaba aquella lenta acción, expectantes, curiosas por su reacción al verme allí, parada frente a la cama de hospital en la que él descansaba.

Cuando abrió sus ojos del todo se encontró con mi madre, ella lo miraba con una sonrisa piadosa en sus labios rosados. Le pedía piedad a su demonio, ese que despertaría cuando me viera allí.

Cuando su demonio salía mis lágrimas no lo calman, como a Zayn, sino que lo enfadan más. Y yo no sabía pararlas, nunca supe, cuando era mi padre el que me gritaba eran ellas las que ganan siempre.

- ¿Cómo te sientes hoy? -le preguntó mi madre.

Aquel hombre allí tumbado no le contestó, antes de poder hacerlo sus ojos dieron con mi figura parada a los pies de la cama de hospital. Su cuerpo se tensó y sus labios se apretaron.

En cuestión de segundos estaba mirando a mi madre con furia, no me quería allí, me lo hizo saber cuando me fui meses atrás, y su mirada me lo estaba recordando en aquel momento.

- ¿Qué hace aquí?- me miraba a mí, pero no era a mí a quien hablaba.

-Ha venido a ver como estas. -

Él no era de aquellas personas que te sorprende, como el padre Darío, que un día dejó de ser lo que siempre vi para ser lo que siempre fue. Él siempre me había dejado ver quién era, pero nunca fui consciente de ello, su demonio se despertaba siempre en el peor momento.

Era su demonio el que nos había estado alejando, el que no le dejaba ver que a veces una despedida no es para siempre, el que no me dejó decirle que le quería.

-Te dije que si te ibas no volvieras, nunca. -

Las palabras una vez más se me quedaron atrapadas en la garganta, y allí se me formaba una bola con ellas.

La bola crecía y cada vez me hacían más daño. Sabía que después de la bola las lágrimas vendrían, así que luché por decir algo que no ya no podía seguir callando por más tiempo.

-Me iré, solo quería verte, saber que te recuperarías, que estarías bien- Las lágrimas ya estaban listas para salir. - Te quiero. - susurré lo que nunca le dije antes y debí haberle dicho.

No le di tiempo para pronunciar palabra, salí de aquella habitación, dejé caer mis lágrimas cuando cerré la puerta. Iban a salir con o sin mi consentimiento, así que no luché, las dejé salir.

Mis pies se movían, no muy agiles, por los largos pasillos. Fui esquivando gente hasta que llegué a la puerta y salí del hospital.

Caminé por aquel pueblecito español perdido en alguna parte de la meseta central, sin saber a dónde ir, sintiéndome un perrito perdido en busca de aquella persona que lo hace sentir especial.

Cuando quise parar de caminar sin saber por dónde mis pasos me llevaban, me di cuenta que estaba entre los arboles del bosque tras la casa de ms padres. Miré hacia el cielo, el verde de los arboles intentaban esconderlo, pero no lo conseguían, no del todo. El cielo comenzaba a oscurecerse, la luna pronto brillaría en lo más alto.

Desde allí no sería como desde Nueva York, las estrellas tampoco lo serian, allí nada era como en Nueva York. Allí no estaba Harry para hacerme reír sin control, ni Natacha para hablarme sin parar, tampoco estaba Jame dispuesto a cuidar de mi, ni Zayn para evitar que mi demonio saliera.

Volvía a caminar, esta vez siendo consiente hacia donde iba, tocando los tronco de los arboles con la punta de mis dedos, perdiéndome entre ellos, dándole tiempo a la luna para que llegara a la parte del cielo que estaba sobre mí.

Golpeé con delicadeza la puerta de madera y esperé a que mi madre, desde el otro lado, la abriera.

- ¿Donde estabas?- preguntó con dureza.

-En el bosque. -

Miré sus ojos estos me miraban tratando de decirme algo, traté de leerlos, pero no pude. Mi madre me dejó pasar sin apartar su mirada de mí. Pasé por su lado y la dejé a tras mi espalda.

Una vez dentro de la casa en la que pasé mi infancia traté de dirigirme a la que fue mi habitación durante años, pero su voz me hizo parar.

-Angie tu padre...-

-Me iré mañana. - La interrumpí. - Cuando le den el alta y vuelva a casa yo no estaré aquí. - traté de volver a andar.

-Quiere hablar contigo. -

Las palabras de mi madre me volvieron a parar, el trayecto hacia aquella habitación toda pintada de rosa se estaba haciendo largo, demasiado largo para lo cerca que estaba.

Yo ya le había dicho a mi padre todo lo que tenía que decirle. Le había confesado ese sentimiento que tenia clavado en el alma, como el daño que Zayn le hizo a Emma estaba clavado en el alma de Jame, daño que la desgarraba sin piedad, sin remordimientos, sin culpa por sus actos.

El que yo no tuviera nada más que decirle a mi padre no quería decir que él no tuviese nada que decirme a mí.

No quería escuchar lo que él tenía para decirme, pero tampoco quería que cargara con esas palabras. Se lo que pueden pesar, se lo difícil que es cargar algo que tienes que decir, y no quería eso para mi padre, inevitablemente lo quería, y cuando quieres a alguien no quieres que nada le haga el más mínimo daño.

Fue él quien me gritó sin descanso, él que trató de convertirme en quien yo no era, fue él que hizo que callara, que no gritara, que no luchara, fue él quien me enseño a obedecer.

Pero también fue él quien me besaba la frente cuando llegaba la noche, el que se aseguraba que no había monstros en el armario para que yo durmiera tranquila, fue él me sostuvo para que no callera tras mis primeros pasos.

Él era mi padre y yo lo quería, siempre lo quise y eso no cambiaria.




Hola!!

¿como estais?

Quería pediros disculpas por todo lo que estoy tardando en subir capítulos, estoy bastante ocupada y apenas tengo tiempo. Tambien me quiero disculpar por que sé que los últimos capitulos que he subido no son de lo mejor, duermo poco y como consecuencia de ello no me quedan muy bien los capítulos.

Os agradezco muchísimo que sigais leyendo, que voteis y comenteis. Gracias por apoyarme, es vuestro apoyo el que me hace seguir escribiendo.

Bueno y por último os quiero pedir un favor enorme, si tuvieras un poco de tiempo ¿os podriais pasar por mi nueva hisoria? Se llama Errores del corazón.

Besos y abrazos.


Libérame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora