The same → KyuHyun

Capítulo 1

Año 1863

Sus ojos reflejaban un brillo que jamás se podría comparar. Leves destellos en tono verde se hacían presentes y  cuando el sol acariciaba su piel, la hacía lucir más blanca.

—¿Qué pasa con usted?—Se acercó a mí—¿No vendrá?

—Oh, claro. Disculpe la espera, Marie. Últimamente mi mente se encuentra en todos lados y al mismo tiempo en ninguno.

—Lo entiendo.

Levantó su cabeza para poder darme una de esas sonrisas que sabría que guardaría en mi mente siempre.

A veces pensaba que ni todo el tiempo sería suficiente para dejar de amarla. Año tras año, mes tras mes, día tras día, suspiro tras suspiro, anhelo tras anhelo, todos los poseía ella.

Si tan sólo pudiera decirle cuanto deseo estrujarla entre mis brazos.

—KyuHyun, me he enamorado.

Me quedé parado en seco. Mis sentidos desaparecieron por unos segundos, para después regresar con un dolor inmenso y al mismo tiempo una pizca de esperanza.

—¿De quién?—Pregunté con recelo.

—¿Recuerda a Jung TaekWoon?

—Su prometido...

—Sí, exactamente. Después de conocerlo, me he dado cuenta de que quiero permanecer con él.

Me mantuve sin emoción alguna para evitar soltar un suspiro. Después de todo, la había perdido.

¿Qué estaba pensando? La perdí sin siquiera haber podido demostrarle mis sentimientos.

Sonreí falsamente y seguí caminando por el césped. Después de todo, nunca hubieramos podido ser amantes. Yo no era un principe, ni un emperador, no era nada.

—Pensé que no quería absolutamente nada con esa persona...

—Creo que lo juzgue sin conocerlo— Sonrió—. Estoy agradecida con no haber escapado para evitar casarme con él... tal vez ahora no me sentiría tan feliz.

Tenía razón. Jamás, desde que la conocía, había sonreído tan abiertamente como ahora. Ella estaba contenta y enamorada... pero no de mí.

—¿Sabe? Decidimos adelantar la ceremonia. Sólo tres semanas más y estaré unida al hombre que amo.

Sonreí amargamente y asentí.

—Me alegro por usted... y por él.

Marie soltó una pequeña risa y se lanzó a mí, enredando sus brazos alrededor de mi cuello.

—Siento si esto es atrevido, pero... eres como mi hermano y me siento feliz de tener tu apoyo.

De pronto sentí ganas de vomitar a causa del contacto tan personal con ella.

Tiempo atrás la relación con ella era lo suficientemente buena para poder hablarle sin formalidades, pero ese ya no era el caso.

—Si no le molesta, estaré en la biblioteca—. Hice una reverencia y me alejé.

Entré al lugar tratando de contenerme para no salir a toda prisa y asesinar al hombre que me había arrebatado lo que más amaba.

Subí hasta el último piso de aquella biblioteca y me encerré en la última habitación de ésta, en donde nadie me molestaría.

Dejé que las lagrimas cayeran; una tras otra.

No podía evitarlo, ¿cómo pude siquiera pensar que ella se quedaría conmigo? Al lado de él, no soy nada.