Cap 31 Entre flores y travesuras

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Una semana después...

El hospital había recibido el primer pago gracias al cheque de Shinobu. Aunque la deuda seguía siendo enorme, al menos ya no la despertaba cada noche como un peso sobre el pecho. Eso le daba un respiro... pero su nueva batalla era otra: sobrevivir al ritmo de la empresa de moda de Douma. Y eso... resultaba mucho más complicado de lo que jamás había imaginado.

La oficina era un campo de guerra: mesas cubiertas de papeles, bocetos enredados entre rollos de tela, agujas, reglas y hasta maniquíes sin brazos. Yushima cruzaba la sala con sus tacones como si marchara sobre un campo minado, soltando órdenes sin parar.

Yushima (estresada, casi gritando): ¡No, no, no! ¡Ese diseño va con seda, no con lino! ¿Quién aprobó este desastre?
¡Shinobu, anota: la pasarela preliminar se adelanta dos días!

Shinobu estaba en su escritorio, la pluma firme, pero con el ceño apretado como si la vida le colgara de ese cuaderno.

Shinobu (susurrando para sí, intentando calmarse): Respira, Shinobu... solo respira...

Entonces, la puerta se abrió y la energía cambió de golpe. Douma entró como si viniera de un paseo por el parque, indiferente al caos. En sus manos llevaba un ramo grande, fresco, perfectamente arreglado. Las flores parecían demasiado bonitas para ese ambiente de guerra textil.

Yushima lo miró, esperando un informe, pero Douma pasó de largo y se dirigió directamente hacia Shinobu.

Douma (sonriendo, coqueto, con voz suave): Para ti, Shinobu. Una pequeña muestra de lo bien que lo estás haciendo.

El bolígrafo se le resbaló de la mano. Shinobu lo miró con los ojos muy abiertos, como si alguien le hubiera entregado dinamita en lugar de flores.

Shinobu (atónita): ¿P-para mí? ¿Pero... por qué?

Douma (inclinándose un poco, tono meloso): Porque iluminas esta empresa más que estas flores. Y porque trabajas demasiado, mereces un detalle.

El calor le subió al rostro de golpe. Tomó el ramo con ambas manos, rígida, como si sostuviera un trofeo que no sabía si exhibir o esconder bajo la mesa.

Shinobu (en voz baja, incómoda, sin mirarlo directo): Ehm... gracias... supongo...

Yushima, al costado, dejó caer unos papeles de puro fastidio.

Yushima (con un suspiro pesado): Douma... ¿de verdad vienes con flores en medio del desastre que tenemos?

Douma (tranquilo, aún sonriendo): Yushima, tus gritos no solucionan nada. Pero unas flores, en cambio, cambian el ánimo de cualquiera.

Yushima (cruzándose de brazos): ¡Sí, claro! Porque lo que arregla un desfile son margaritas, no diseñadores.

Douma (encogiéndose de hombros, casi divertido): Oye, un desfile de flores no estaría nada mal.

Yushima rodó los ojos y se dejó caer en una silla como si le pesaran diez años de golpe.

Yushima (resignada): Voy a morir joven por el estrés... y tú aquí, coqueteando como si esto fuera una cita.

Douma (susurrando, sin perder la sonrisa): Bueno... joven ya no eres...

_____

La mesa de juntas era un campo de batalla aparte: prendas mal dobladas, chaquetas mezcladas con vestidos que no tenían nada que ver y zapatos que parecían sacados de un carnaval. Yushima revolvía todo con el ceño más fruncido que nunca.

Yushima (señalando con ambas manos): ¡Mira esto, Douma! Este vestido no combina con esta chaqueta, ¡y mucho menos con estos zapatos! ¡Es un crimen contra el buen gusto!

ღᴇsᴛᴏ ᴇs ᴀᴍᴏʀ 2ღ 𝕾𝖍𝖎𝖓𝖔𝖇𝖚 𝖝 𝕯𝖔𝖚𝖒𝖆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora