—¿Esto es en serio? —Se preguntaba a sí misma mientras caminaba dentro de su edificio.
La lluvia torrencial afuera la había dejado como una rata mojada con todo el cabello pegado a la frente, tuvo que meter mi mochila debajo de la camiseta de mi uniforme para evitar que toda la tarea que había hecho en casa de Eliana se mojase. No iba a pasar por el sacrificio de la explicación de su madre de nuevo. Puso su mochila en el piso y se arrodilló allí en la superficie cubierta de pisadas de barro para tratar de conseguir su celular y sus llaves; de todas maneras, tendría que lavar el sábado y ya era viernes. Cuando por fin las encontró, se puso de pie y caminó hasta el ascensor. El reloj de su celular marcaba las 4:40 de la tarde, Victoria no veía el momento de llegar al departamento y pedirle a su abuela un té calentito. Su espalda la estaba matando, se lamentaba cada paso por parecer una anciana de diecisiete años.
—Excuse me, miss. (Disculpe, señorita)
Escuchó detrás de ella una voz gruesa y algo rasposa y no le entendió, Victoria se dio la vuelta y abrió los ojos ampliamente, frente a ella estaba parado un chico rubio de ojos claros, igual de empapado que ella con una gran mochila colgando de su hombro y su celular en la mano con un audífono en su oído, probablemente tuviese unos veinte años o tal vez un poco más, ¿había estado ahí desde que entró en el edificio? ¡Virgencita santa! ella no lo había notado, pero ahora que lo hacía ¡Nazareno bendito, uh lala!
El chico miró en su celular antes de hablar de nuevo, lucía nervioso y empapado para empeorar. Presionó un botón en su endemoniadamente notable IPhone y pareció poner atención a algo en el audífono.
—¿Hablas inglés? —preguntó el chico, arrastrando las palabras.
Victoria hizo una mueca. Perfecto, gringo tenía que ser. Ya sabía ella que algo tan sabroso como el chocolate blanco no se veía por esos lares. Negó con la cabeza, en inglés llevaba un 12 y eso porque la ayudaban.
—No, chico —se encogió de hombros—. Hi, hello, how are you, fine thanks and you... de resto, soy una india —ella apretó los labios y suspiró—. I'm sorry... es perdón ¿no? porque es una de mis mejores frases en inglés.
—Damn, it's more difficult than I thought (maldición, es más difícil de lo que pensé)—él gruñó mirando el celular y tecleando rápidamente en él, Victoria empezó a caminar de nuevo hacia el ascensor.
—La tuya, por si acaso... —murmuró ella.
Pero entonces le escuchó exclamar—. Wait a minute, miss! (espere un minuto, señorita)—ella volteó, él caminó de nuevo hacia ella, miraba el celular—. Mi padre vive en este edificio ¿Me puede ayudar a encontrarlo? Yo no hablo mucho español —arrastraba las palabras, realmente a Victoria se le hacía difícil entenderlo, pero se le ocurrió una idea.
—Para tu carro, hijo —ella puso una mano frente a él y tomó su celular—. ¿Estás conectado de algún WiFi? Supongo, porque no creo que esa cosa tenga señal aquí si no sabes hablar español ¿Cómo ponerle un plan de megas, no? —le preguntó, sabía que probablemente no la entendería pero no le costaba nada intentar.
Él se rascó la sien derecha con un dedo y negó con la cabeza, pero Victoria logró entender que estaba diciendo un "no entiendo". Así que se apresuró a encontrar la aplicación del traductor en su celular. Cuando al fin dio con ella tecleó lo que quería decir "Te ayudaré ¿Cómo se llama tu padre?" y colocó su celular en su oreja para oír la respuesta, la practicó un par de veces en voz baja antes de voltearse hacia él para hablar.
—I'll... help you... How is your father? —repitió esperando que fuera lo suficientemente decente para que el gringo la entendiese.
Él se quedó con la cabeza ladeada frunciendo el ceño, Victoria resopló ¿No lo había dicho bien?
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Solo para bilingües
HumorVictoria Sandoval no sabe ni cinco de inglés. Cameron Lawrence no sabe hablar español maravillosamente. La primera vez que Victoria y Cameron hablan el traductor Google los hace parecer Tarzán en frente del otro, pero eso no impide que ambos desa...