—Qué raro es verlo en frente de nosotros y no ir a saludarlo o que no esté aquí, pegado a ti como una garrapata —susurró Eliana cerca del oído de Victoria.
Ella, Miguel y Victoria estaban esperando por la madre de Victoria que se había ofrecido a llevarlos al cine el día siguiente a su llegada. Cameron estaba sentado frente al edificio, recostado del muro que lo rodeaba, cruzado de brazos mientras hablaba con doña Cristina, la señora del piso ocho y el perro Cachito.
Eliana tenía razón, era tan raro verlo y no abrazarse a él, no estar a su lado, no mirarlo hasta que se cansara. Su madre estaba parada en la puerta hablando con una vieja amiga del edificio mientras ellos esperaban unos metros más adelante, en los escalones y Victoria debía fingir que él no se significaba nada para ella.
A veces él volteaba y la miraba, pero no hacía nada más que mostrarle parte de una sonrisa y luego se giraba a mirar a la anciana. Victoria permanecía con su mejor cara inexpresiva, no quería que su madre la viera, estaba segura de que en algún momento podría voltear y atraparla mirando a Cameron con ojos de borreguito enamorado.
—Bueno, ya nos vamos —anunció Oriana bajando al fin los escalones, luego de despedirse de su amiga—. ¿Listos todos, no falta nadie?
—Victoria no tiene muchos amigos, solo somos nosotros —Miguel se encogió de hombros con simpleza, Eliana le golpeó el brazo y le hizo una mueca.
Oriana rió y negó con la cabeza, todos se dirigieron hacia el Ford estacionado en frente del edificio. Victoria intentó no mirarlo, pero lo hizo cuando se subió al auto y trató de devolverle una de las tantas medias sonrisas que él le había regalado mientras estaba ahí. Si no fuera porque tenía miedo de perderlo y porque no quería que su madre la reprendiese, ella habría cedido ante su deseo de mandar todo a la mierda porque su estancia en el país no iba a ser lo suficientemente larga para Victoria, nunca.
—¿Quién es él? —preguntó su madre cuando ya estaban dentro del auto.
A Victoria se le paró el corazón de golpe al ver que había apuntado hacia Cameron.
—¿Él? —ella tragó grueso.
—Sí, vive en frente ¿Ya no vive Gabriel Silva ahí o cómo?
La chica respiró tranquila entonces.
—Es el hijo de don Gabriel, por lo que escuché, es gringo, creo... no lo conozco —mintió.
Escuchó la pequeña risa de Miguel proveniente del asiento de atrás y luego el quejido que vino después del golpe que Eliana le había dado.
—Ah... bueno, con razón —su madre rió—. Es un muchacho bonito ¿Por qué será que los gringos siempre son bonitos? —preguntó su madre casualmente mientras encendía el auto, Victoria subió las piernas al asiento queriendo no participar en esa conversación, ella de verdad no quería hablar de él y fingir que no lo conocía, suficientemente malo ya era que tuviera que verlo y pasar de él.
—¡No todos, señora Oriana, no todos! —argumentó Eliana, salvando a Victoria.
Ella y Oriana iniciaron una conversación completamente diferente hasta llegar al cine. Victoria estuvo muy agradecida con su amiga por distraer a su madre, ella no tenía ganas de hacer nada, pero estaba ahí porque sabía que debía estarlo.
Miguel la acompañó hasta la dulcería, mientras Eliana y Oriana compraban las entradas. Él le empujó el hombro mientras estaban en la fila y sonrió. Victoria no pudo mostrarle una sonrisa de vuelta. Estaba pensando demasiado, acerca de Cameron y el mentirle a su mamá y lo mal que se sentía. Cameron no merecía ser un secreto y no tendría por qué escondérselo a su madre, ella tendría que ser capaz de entender, como su abuela.
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Solo para bilingües
HumorVictoria Sandoval no sabe ni cinco de inglés. Cameron Lawrence no sabe hablar español maravillosamente. La primera vez que Victoria y Cameron hablan el traductor Google los hace parecer Tarzán en frente del otro, pero eso no impide que ambos desa...