-¡Que calor hace! -exclamó Victoria entrando en el apartamento de Cameron de golpe, sin tocar, ya era un costumbre para ella cuando solo estaba él entrar así-. ¡Qué mal día escogió mi abuela para lavar el aire acondicionado, de verdad! -ella se abanicó la cara y caminó hasta la cocina donde estaba Cameron-. Veo que también tienes calor... y hambre.
Él comía un sándwich, sentado en la mesa de la cocina, usando solo pantalones cortos.
-Sí, calor da hambre -se excusó él con la boca llena, ella tomó un servilleta y limpió su boca-. ¿Terminaron de estudiar, se fueron todos? -preguntó dejando que pasase la servilleta por las comisuras de su boca.
-Sí, listo -ella se sentó sobre la mesa-. ¡Uff, me había olvidado de que tenías aire aquí! -ella se movió frente a la corriente que expulsaba el aire acondicionado de la sala y se abanicó la el cuello como si intentara incrementar la velocidad de la corriente fría-. Mmh... sí, ya extrañaba esto -murmuró Victoria cerrando los ojos-. Sabes, esta mañana esa chama del primero, que creo que es la única que tiene nuestra edad me preguntó quién eras ¿Y sabes que dije?
-¿Camarón? -preguntó él y luego rió.
-Sí, pero también dije que eras mi prometido -ella sonrió ampliamente y ladeó la cabeza sin aun abrir los ojos-. ¡Y suena tan bien! Solo decirlo "¿Si sabes ese gringo que vive en el edificio? Pues es mi prometido" -Victoria soltó una pequeña risa nada normal-. "¡Ah! ¿Hablas del Cameron que rima con Camarón y está cómo quiere? Pues es él y yo nos casaremos" o mejor "¿Sabes ese hombre rubio y bello que viene de América del Norte? ¡Pues será mi esposo, ¿Cómo te quedó el ojo? A que no te lo esperabas!" -ella volvió a reír, como la malvada de una película-. Por primera vez, me gusta presumir.
-"¿Sabes quién es esa loca que habla sola? Pues será mi esposa... pobre de mí" -dijo Cameron, ella gruñó y tomó de sus sandalias y se la tiró justo en la cabeza-. ¡Hago una prueba! -él se levantó, y rodeó la mesa hasta estar frente a ella-. Yo no diría así, diría "tengo buena suerte" -Cameron sujetó las piernas de Victoria y se colocó entre ellas, poniendo sus manos en su cintura.
Ella ajustó su mano derecha en la nuca de Cameron y lo atrajo y hacia sus labios. Había pasado un mes ya desde aquel juramento que habían hecho en la playa, frente a un hombre que constataba que eran almas gemelas y desde entonces no podían estar muy alejados por mucho tiempo. Ellos no estaban dispuestos a renunciar el uno al otro, querían estar juntos y lo estarían, por eso secretamente se habían comprometido y era más serio de lo que alguien pudiese imaginar.
Ese día estaban en el balcón del apartamento de Cameron cuando él de repente dijo-: Cásate conmigo.
Ella lo miró frunciendo el ceño, pero él parecía realmente serio.
-¿Qué? -había pregunta ella.
-Cásate conmigo -dijo él-. Por favor.
-Pero... -poco a poco su expresión de sorpresa se fue formando- ¿Hablas en serio?
-Sí -asintió convencido-. Si te casas conmigo... obtienes nacionalidad y puedes venir conmigo.
-Pero Cameron, es que yo no puedo ahora...
-No ahora, en un año, cuando vuelva aquí ¿Sí? -él le tomó los hombros y la miró a los ojos-. Cásate conmigo, por favor.
-Sí -ella asintió repetidas veces-. Sí, por supuesto que sí.
Victoria sabía que no podía decírselo a nadie todavía, porque estaba segura de que nadie lo entendería, aunque lo que los demás pensasen no le interesaba en realidad, no quería tener que lidiar con ello tan pronto, prefería pensar que todo iba a estar bien mientras él siguiese ahí.
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Solo para bilingües
HumorVictoria Sandoval no sabe ni cinco de inglés. Cameron Lawrence no sabe hablar español maravillosamente. La primera vez que Victoria y Cameron hablan el traductor Google los hace parecer Tarzán en frente del otro, pero eso no impide que ambos desa...