12. Combinar.

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—¿Y desde cuándo es tu novio? —preguntó Alma a Victoria sin mirarla.

Era como la décima vez que preguntaba algo sobre Cameron y a Victoria ya la tenía harta. Contestaba a sus preguntas cortamente y solo lo hacía porque no quería perturbar el ambiente de estudio, pero ella solo estaba ahí, escribiendo y susurrando preguntas, mirando alternadamente hacia el pasillo en donde quedaba la habitación de Victoria y en donde se encontraba Cameron. En cualquier momento iba a golpearla justo en la nariz y la iba a sacar de su casa tomando su cabello y arrastrándola, solo se contenía por el bien de su grupo.

—Un tiempo —contestó Victoria visiblemente molesta.

Alma aprovechó que Carlos había pedido un tiempo fuera de escribir para levantarse a beber algo, Beatriz, Eliana y Miguel lo siguieron y le permitieron a Alma acercarse a Victoria. Ella se quedó muy quieta entrecerrando los ojos. Solo necesitaba una razón los suficientemente buena que justificara de lleno el puñetazo que quería darle y si podía conseguirla entonces valdría la pena.

—Ya te acostaste con él ¿Verdad? —Alma insistió alzando una ceja.

—¿¡Disculpa!? —Victoria abrió los ojos de par en par y apretó los puños—. ¡Eso no es problema tuyo!

—¡Bueno! Perdón —Alma se encogió de hombros—. Solo sigo que eso es probablemente lo que el busca... enfrentémoslo, Victoria, los extranjeros vienen aquí a pasar en el rato con alguien mientras disfrutan... bueno, de lo que sea que les guste de aquí, luego ellos vuelven a su país y más nunca los vuelves a ver, si acaso te queda una foto —ella sonó despectiva mientras se miraba las uñas—. No creo que lo de ustedes dure mucho, siendo sincera... te lo digo porque me caes bien, ustedes no combinan.

—¿No combinamos? ¿Qué somos? ¿Ropa y zapatos? ¡Mira Almita, ese no es tu problema! —ella le reclamó levantándose del sofá y caminando indignada hacia la cocina.

—¡Te pones así porque sabes que es verdad! —Alma se burló con una gran sonrisa, encogiéndose de hombros muy cómoda en el sofá—. Que conste que estoy siendo amable y te lo advierto ¿No? Deberías agradecérmelo, aunque creo que ya lo sabías.

Victoria iba a devolverse para tomarla del cabello y sacarla de su casa pero Carlos se puso en su camino negando con la cabeza y haciendo una mueca para que no le hiciese caso a Alma. Eliana rodó los ojos y resopló, se levantó de la mesa de la cocina y caminó hasta el sofá donde estaba Alma, cogiendo su celular y su mochila.

—Nos vamos ahora, nosotros terminaremos el resto en la casa, Alma —dijo Eliana marcando un número en su celular—. Llamaré a tu mamá.

—¡Pero yo todavía no me quiero ir! —reclamó Alma frunciendo el ceño.

—¡Bueno, pero nos vamos, no seas perra y deja de actuar así, tú te lo ganas! —exclamó Eliana viéndose encolerizada—. No sé por qué siempre tienes que arruinarlo todo, eres una molestia, de verdad ¿Por qué siquiera considero ayudarte? —masculló mientras se ponía el celular en la oreja.

—Solo estás celosa... —Alma se cruzó de brazos rodando los ojos—. Además, no dije nada malo, solo la verdad... que Victoria no quiera aceptarlo no es mi culpa, a ver si madura y deja de pensar que su gringo la ama.

—Por Dios, que alguien la mate —susurró Miguel rodando los ojos—. Lo haría yo mismo pero no quiero mancharme las manos con su sangre odiosa.

—Es la misma sangre que la de Eliana —le reprochó Carlos a Miguel riendo.

—Elijo creer que Eliana es adoptada —Miguel se encogió de hombros.

—Solo quiero que se vaya... —murmuró Victoria cruzándose de brazos.

Solo para bilingüesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora