Victoria tembló al verlo; de repente cada una de las inseguridades y los miedos en su cabeza desapareció, sus ganas de abrazarlo y nunca soltarlo se incrementaron. Parecía que había pasado tanto tiempo, como un año entero, lo que la hizo pensar que se hubiese desplomado en el piso de haber esperado el año entero. Pero eso ya no importaba porque él estaba, ahí acercándose a ella, Victoria no podía recordar como mantenerse firme.
—Vic... —fue lo primero que dijo al verla.
Victoria sonrió, oírlo había sido todo lo que necesitaba para saltar sobre él envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. Él atrapó su cintura con fuerza y la estrechó contra él. Victoria soltó unas cuantas lágrimas mientras disfrutaba de su calor y su olor, su suavidad. Cerró los ojos sintiéndose como la peor persona del mundo porque ella había planeado ir a verlo para decirle que no podía casarse con él, pero ahora que estaba ahí sabía que no podía hacerlo.
—Te extrañé tanto —masculló contra su cuello.
—Y yo a ti —él la miró con una hermosa sonrisa—. Bésame... —aunque lo estaba pidiendo fue el primero en bajar sus labios hasta los de ella.
Fue beso aun más pasional que el que el que le había dado antes de irse. Sujetó su cara entre sus manos mientras saboreaba sus labios con desesperación. Victoria sonrió en medio del beso, el sabor salado de sus lágrimas llegó hasta sus labios pero no se detuvieron. Ambos necesitaban el contacto el uno con el otro, sus manos estaban en todas partes, el mundo desapareció, las personas, los problemas, todo, solo eran ellos dos... y si la vida pudiese ser como ese momento Cameron y Victoria pudiesen ser completamente felices.
Pero no lo es y nunca lo será, la felicidad no se encuentra sin esfuerzo y no es constante por mucho que lo intentes. Y eso ambos ya lo habían aprendido.
Sin embargo, ese pequeño instante, ahí donde estaban ambos, era felicidad pura.
—Viniste —susurró ella antes de comenzar a besar su cara.
—Vine por ti... no podía seguir así, tenia que recu... recuperarte —él cerró los ojos—. No voy a dejar que me dejes... no lo harás ¿Verdad?
—Cameron... —ella se alejó—, debemos hablar.
—Lo sé —él asintió—. Vamos a casa ¿Sí?
—Sí —ella asintió.
Se volteó para ver a su madre que esperaba de brazos cruzados junto a Francisco. César lucia conmovido pero aun así serio.
—Maletas... —Cameron tiró de la mano de Victoria frunciendo el ceño—. ¿Para qué?
—Yo, iba a verte... hoy mismo, mi papá pagó los boletos, íbamos a ir él y yo, pero Francisco nos detuvo a tiempo.
Cameron sonrió y puso un dedo sobre su frente y luego en la de ella.
—Conectados —dijo, ella rió—. Les devolveré el dinero, lo prometo.
—Bueno, más te vale, esta no es una buena manera de conocer a tu suegro —ella dejó caer sus hombros pesadamente, miró detrás de Cameron al chico que sostenía una cámara de vídeo y los filmaba—. ¿Y ese qué? —interrogó.
Cameron volteó y rió.
—Es Dustin, vino conmigo —él ondeó la mano—, Come over here!
El chico bajó la cámara y la guardó para acercarse. Él era un poco más bajo que Cameron, tenía el cabello castaño y lacio, ojos marrón claro y una barba de unos días, Victoria no había podido reconocerlo al instante pero ahora que estaba cerca lo recordaba.
ESTÁS LEYENDO
Solo para bilingües
HumorVictoria Sandoval no sabe ni cinco de inglés. Cameron Lawrence no sabe hablar español maravillosamente. La primera vez que Victoria y Cameron hablan el traductor Google los hace parecer Tarzán en frente del otro, pero eso no impide que ambos desa...