CAPITULO 23: CAOS

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CHERYL

Mordí mis labios con ansiedad, casi eran las cuatro de la madrugada y el hermano de mi novio seguía sin responder las llamadas, los padres de los gemelos habían ido a aeropuerto para recoger a la madre de Larisa, quien parecía destinada a complicar todavía más las cosas por ahí, ¿no podía esperar un par de días más para hacer su brillante aparición? La madre los chicos era un verdadero manojo de nervios, nada parecía tranquilizarla, todo parecía ponerse más mal con el paso de las horas: Bill en investigación por “mi” secuestro, “los fugitivos” sin dar señales de vida, quizás nunca volviéramos a saber de ellos…

Suspire, de una forma ruidosa, todo se ponía más y más horrible, si tan solo Bill estuviese ahí en esos momentos, joder, mi padre y sus estupideces.

El sonido de pasos en el pasillo en el exterior del departamento me alerto sobre la presencia de alguien, varias personas, a decir verdad, claro, esos gritos…

− ¡No me digas que me calme!−una voz femenina, y no parecía para nada feliz.

La puerta del departamento se abrió bruscamente, me puse de pie del sofá, sin saber qué lugar tomar, algo me decía que todo podría tornarse, uh, ¿desagradable? Entrecruce mis dedos los unos con los otros, para tomar una gran y ruidosa bocanada de aire.

LARISA

Mierda, trate de poner la mente en blanco y no pensar demasiado en la gravedad de las cosas, mierda, ¡estaba alterada! Y mucho, pero no podía poner más histérico a Tom de lo que obviamente ya estaba. Mire por la ventanilla lateral por hacer algo, tratando de ignorar la cadencia de los latidos de mi corazón o los temblores de mis manos…

−Larisa−murmuro el chico de cabello trenzado, lo miré y el no me miraba, mantenía los ojos fijos en la autopista−quiero que te fijes por el espejo retrovisor−fruncí el ceño y acate su petición−y estés atenta de algún auto que copie nuestros movimientos…

Lo mire de regreso, sin comprender a donde quería llegar.

− ¿Qué estas tramando Tom?−lo cuestione, con un nudo en la garganta y el terror a flor de piel, no me gustaba en lo más mínimo el tono muerto de su voz, como si hablara una máquina y no el chico al que amaba.

Además, sus últimas palabras aun bailoteaban en mi mente, “o moriré en el intento”, ¿morir? ¿Para salvarme a mí? No, si algo le pasaba yo no podría seguir viviendo, no sin el…

−vamos a regresar a Berlín−mencionó él, lo mire, sus manos apretaban con fuerza el volante−allá tengo algunos conocidos que podrían ayudarnos en esto…−pareció dudar, regrese mis ojos al espejo retrovisor, tratando de respirar con normalidad, sin conseguirlo, para variar, el pánico comenzaba a tomar control de mi cuerpo−abre la guantera y rebusca ahí.

Suspire, ¿Cómo jodidos podía mirar por el espejo retrovisor, tranquilizarme y rebuscar en la guantera, todo al mismo tiempo? Mierda, invoque a todo mi autocontrol para abrir la guantera y mirar en su interior.

− ¿y qué chingados se supone que tengo que encontrar?−lo cuestione, mientras mi mano se topaba con algo frio y metálico, aparte mi extremidad bruscamente y busque a Tom con la mirada, horrorizada− ¿un arma?−cuestione, con los ojos abiertos como platos.

TOM

La voz de mi Larisa sonaba herida y aterrada por igual, la mire de soslayo, me miraba, podía sentir el peso de sus ojos sobre mi rostro aunque no pudiera verla con claridad. Bien, había tomado la, quizás, necia decisión de regresar a Berlín, aunque, lo más probable fuese que nos tendieran una emboscada y perdiera a mi amada chica de todas formas, pero, mierda, no podía dejar correr la situación y presentarme obedientemente ante Ina, para que le hiciera quien sabe que jodidos a mi chica, a mi niña, a la razón de mi vida, debía de hacer algo al respecto, aunque fuese arriesgado, descabellado y estúpido.

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