CAPÍTULO 2: realidades

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LARISA 

Abrí los ojos y los frote con las palmas de mis manos, bostece sin poder evitármelo, la habitación tenía una tenue iluminación que debía provenir de alguna ventana, me enderece y me senté, ¿dónde demonios estaba? Escudriñe con la vista el lugar, definitivamente no estaba en la sala, donde hasta según recordaba, me había quedado dormida después de llorar a mares por todas mis penas. Mire primero la cama desarreglada y las cortinas echadas, parecía que a ese lugar nunca penetraba la luz del sol…pero claro, estaba en la habitación de Tom, solté un gritito de sorpresa y me tape la boca al instante con mi mano, ¿cómo había llegado ahí? ¿Quién me había llevado? ¿Bill? ¿Tom? Mi corazón acelero sus latidos, pero él, obviamente no estaba a mi lado, estaba sola. Unos toques en la puerta me hicieron estremecer. 

− ¿Larisa?−cuestiono Bill desde el otro lado de la puerta− ¿estás despierta?−su voz se volvió un murmullo y yo me reí. 

−adelante−me baje de la cama y bostece de nuevo, camine hasta la ventana y corrí las cortinas, ¡por Dios! Hacía mucho que no veía así de desordenada la habitación de Tom, ropa regada por doquier, ¡hasta un conjunto femenino de encaje negro! Me ruborice y aparte la mirada. 

La puerta se abrió y Bill se vislumbro en el umbral, estaba en piyamas y con la cara desmaquillada. 

− ¿cómo dormiste?−me miro y sonrió, pero, ¿qué le habían hecho a Bill? ¿Lo habían cambiado por la viva imagen de la dulzura?− ¿tienes hambre? 

−bien−me limite a responderle, camine hasta situarme frente a él− ¿tú me trajiste aquí? 

La sonrisa de Bill se esfumo 

−por supuesto−se encogió de hombros−obviamente no levitaste tu sola, ¿verdad?−le dio a las palabras el sarcasmo necesario para hacerme rabiar, alzo una ceja− ¿o tienes ese poder y no lo sabía?−se carcajeo mientras mis cejas se juntaban por el coraje. 

−muy gracioso−le di un puñetazo en el hombro, se quejo y ahora quien se burlo fui yo−tranquilo Billy, no te vas a romper por ese golpe−le saque la lengua 

−muy graciosa mocosa−vaya, parecía que el viejo Bill todavía estaba por ahí 

−tengo hambre−le sonreí 

Bill arrugo la nariz de una forma muy peculiar, haciéndome reír todavía más, se acerco a mí y olisqueo mi cabello 

−primero báñate, no acepto personas olorosas en mi mesa−se cruzo de brazos mientras que yo lo miraba de lo mas indignada, con las mejillas ardiéndome. 

−necesitas comprarme ropa−me queje sarcásticamente−no traje un cambio extra. 

Me miro de arriba abajo, de una manera evaluativa 

−creo que alguna de mi ropa puede quedarte−bostezo escandalosamente. 

Lo mire de refilón, quizás alguno de sus pantalones me calzaran, el era muy delgado y su ropa era un poco “femenina” 

−buena idea−suspire y sonreí levemente−gracias al cielo que te gusta la ropa de chica…−sus ojos se entrecerraron− ¿cuándo vas a salir del closet Bill? 

Yo sabía de antemano que Bill no era gay no solo porque le había conocido a varias novias, sino que forma de arreglarse era solo una forma de expresión, nada podía quitarle su masculinidad, ni siquiera su maquillaje de ojos. 

Movió su mano y me asentó un golpe en el brazo, arrugue la nariz y solloce 

−no te quejes−soltó una risa divertida−vamos 

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora