CAPÍTULO 1: cielo nublado, corazón adolorido

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LARISA.

Mire por la ventana del auto, el día estaba de lo mas caótico, unas espesas y horribles nubes obscuras cubrían todo donde la vista podía abarcar. Mi mamá conducía en silencio, cosa rara en ella, pero dadas las circunstancias...

− ¿pasa algo mas mamá?−la cuestione sin mirarla, mientras dejábamos atrás Potsdam y virábamos a la derecha, para entrar en la autopista.

Tardo lo que me pareció una eternidad en responderme

−nada hija−soltó un suspiro amargo y roto, la mire y mis ojos se humedecieron.

Hacia tan solo un par de horas en que le habían comunicado a mi mamá que mi abuela, su madre, había muerto de un paro cardiaco, y ninguna de las dos asimilaba aun el golpe. Apoye mis pies en el asiento del BMW y abrace mis rodillas desnudas, no había tenido tiempo ni siquiera de sacarme el uniforme. Bien, quizás la muerte de mi abuela tuviera un lado bueno, como una diminuta estrella en una noche tormentosa, vería a Tom

Casi sonreí ante la idea de ver la cara de enfado que pondría al verme en la puerta de su departamento, pero por una ocasión para la historia, no hacia acto de presencia en él para molestarlo, sino que haría de niñero conmigo. Niñero, que estúpida sonó la palabra, a ningún niñero se le debe de amar, ¿o sí? bueno, al menos no como amaba a mi primo político.

− ¿si quieres quedarte con Bill y Tom?−me cuestiono mi mama, sacándome de mi ensoñación, la mire con los ojos desorbitados, ella despego unos instantes sus ojos azules del pavimento para mirarme−podemos ir a Leipzig, con Simone…

Los gemelos se habían independizado de sus padres desde un par de años atrás, mudándose a Berlín, dejando su casa familiar atrás, en Leipzig.

−está bien−me encogí de hombros tratando de disimular la preocupación que me ocasionaron sus palabras−además, Berlín está más próximo…−mi curiosidad pico un poco− ¿porque lo preguntas?

Ella se encogió de hombros mientras sorbía la nariz

−se que son buenos muchachos, pero no me inspiran confianza, en lo más mínimo−añadió en tono mordaz−estaría más cómoda si te encargara con Simone.

Mordí mi labio inferior, quizás ellos no fueran el mejor ejemplo para mi, Bill, con su cada vez más extraña apariencia, mas andrógina, con sus ojos maquillados y sus constantes cambios de estilo en el cabello, o con sus tatuajes y perforaciones, o Tom, mi Tom, con su excéntrica forma de ver la vida, con sus fiestas, sus vicios, su promiscua vida sexual, su picardía, pero en el fondo, eran buenos chicos, y nunca me dañarían, bueno, no más de lo normal, no más de un puñetazo o un puntapié.

−son buenos chicos−me encogí de hombros y continúe mirando el exterior, los primeros espectaculares anunciaban la proximidad de Berlín

−lo sé pero…−soltó un suspiro−olvídalo

Mis ruidosos pensamientos eran mis únicos compañeros de viaje, mi mamá estaba en otro planeta, de vez en vez lloriqueaba y hablaba consigo misma, pero mi mente, mi mente no quería concentrarse en mi abuela, conforme nos acercábamos a la zona residencial en la que vivían Bill y Tom, mi corazón se aceleraba, tome un respiro y solté el aire por mi boca, moviendo un poco mi cabello, tenía que serenarme, poner mi mejor cara, no permitir que una sonrisa boba se abriera paso en mis labios al mirar al chico, oh Dios, pero, como hacerlo?

− ¿llamaste a Bill?−me cuestiono mi mama en un susurro

Mierda, lo había olvidado.

−no…−rodé los ojos y la mire de soslayo

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora