CAPÍTULO 3: Necesidad

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LARISA

Bien, mi mamá tenía un día de desaparecida, no quería preocuparme por ella, pero las miradas furtivas que Bill me concedía me crispaban un poco los nervios. Me reacomode en la cama de Bill, el me la había cedido y el dormiría en la sala, era raro quitarle su cama al alguien…Tom no había salido de su habitación en todo el día, ni siquiera para comer, debía de tener hambre, pero en ningún momento me atreví a llevarle algo. La puerta de su habitación permaneció cerrada durante todo el bendito día, excepción rota solamente cuando lo mire sentado en su cama, con su torso al descubierto, con una toalla enredada alrededor de su cadera…no era la primera vez que lo veía así, semidesnudo, pero nunca me había cohibido al pensar en la intimidad que nos ofrecía su cuarto, en lo rápido que nos abríamos desnudado y en la magia de sus besos sobre los míos, hasta la fecha, nunca me había abandonado el recuerdo de aquel beso que él me regalo, imposible ignorar la ternura y el fervor con el que me rozo los labios, a pesar de ser solo una niña, era lo que más deseaba en mi vida, desde siempre lo había amado, desde que ambos éramos solo niños, desde la primera vez que mire su cabello rubio y sus ojos marrones tan hermosos, su sonrisa inocente de aquellos días, a pesar de que ahora el gesto se había tornado calculador, seguía siendo algo bello.

Me erguí al escuchar pasos en el pasillo, alguien caminaba hacia la cocina y tenía que ser Tom. Me puse de pie lo mas silenciosamente que fui capaz, tratando de controlar incluso mi propia respiración, necesitaba verlo, solo un instante, aunque fuera de lejos. Contuve la respiración y gire la manija de la puerta, el pasillo estaba completamente a obscuras, pero se notaba un resplandor ligero proveniente de la cocina. Comencé a andar y a desesperarme, mis pies parecían estar en mi contra, fabricando un leve murmullo al rozar el piso, el resplandor se desvaneció y yo me detuve abruptamente, después pasos sigilosos rompieron el silencio, mi corazón se acelero y retrocedí, asustada de encontrarme cara a cara con Tom.

− ¿estás dormido? −la voz de Tom me llegaba en medio de un susurro

−no, no estoy dormido genio

− ¿por qué no fuiste al bar?−cuestiono Tom quedamente, sonaba algo desilusionado

−hubo problemas−silencio−hace un par de noches asesinaron a una chica, la encontraron en los baños de chicos−un suspiro amargo−o al menos eso me dijo Andreas…−silencio−el asunto es que el lugar está bajo investigación y no tengo trabajo mientras tanto, mierda−se quejo el del mohicano−quise contártelo, pero como siempre, estabas borracho, ¿qué piensas de tu vida Tom? ¿O no piensas?

El silencio cayó en el departamento, trague saliva lo más lentamente que fui capaz

−claro que pienso, no seas idiota, solo que…−silencio−solo que en ocasiones no se qué hacer

−pues deberías de empezar a darle rumbo a tu vida hermanito, las cuentas no se pagan solas y tu no ayudas en el mantenimiento de nada−otro suspiro−no te estoy echando en cara el dinero, sabes que me las apaño solo, pero en ocasiones no se qué jodidos hacer y tú no estás ni siquiera para escucharme y es frustrante

−siempre estoy−replico Tom con tono mortificado

−sí, siempre estas…−silencio−pero borracho

−es obvio que no me entiendes−le recrimino el de las trenzas a su hermano

−si supiera lo que te pasa quizás podría entenderte, pero eres un chingado hijo de la mala vida, no quieres contarme

Silencio, me detuve, inconscientemente había comenzado a andar hacia donde estaban los muchachos.

−mañana tocamos en un bar cercano al que tu  trabajas−anuncio Tom, ¿cambiando intencionalmente  de tema?−creo que es del mismo dueño

TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora