Capítulo 23

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Anastasia

Se giro y me abrazó. Me sentía segura en sus brazos. Quería decirle cuanto le quería, pero luego recuerdo las feas palabras que me dijo en su oficina.

- Lo siento Ana. - Dijo muy cerca de mi oreja.

Iba a separarme, quería mantener distancia con él. Pero el me apretó más fuerte.

- Te amo... - Dijo.

No sabía que pensar me habías tratado como una basura. Le quería decir mil cosas pero, esas dos palabras me derrumbaron. No quería seguir llorando ¿y si aún seguía jugando conmigo?

- Porfavor perdóname... - Su voz sonaba tan sincera...

- Yo... No se si puedo perdonarte Christian... Creo que merezco una explicación... - Dije sollozando en su hombro.

Seguíamos abrazados en mitad de la calle y a nadie parecía molestarse.

- Déjame invitarme a un café, déjame explicarte todo porfavor.

- Yo... Yo no sí puedo, me hiciste mucho daño...

- Porfavor... - Su estaba llena de arrepentimiento...

Acepté y fuimos hasta la cafetería más cercana. Estuvimos todo el camino en silencio y aunque yo no quería, tenía que mantener distancia. Estar cerca de él y no poder besarlo y decirle que le quería me mataba.
Entramos en la cafetería y nos sentamos en una mesa alejada. Él se pidió un café y yo un té negro. Ninguno de los dos hablaba, le di un trago a mi té y dediqué a mirarlo, tal y como el estaba haciendo conmigo.

- ¿Vas hablar?... Porque tengo cosas que hacer... - Dije un poco dura. Si continúo más tiempo a su lado me iba a lanzar a sus brazos.

- Yo... Yo - Una pequeña sonrisa aprecia en mi rostro. Era gracioso ver a Christian nervioso, casi nunca se ponía de esa manera - Nunca quise decir lo que dije en mi oficina...

- Pero lo dijiste.

- Lo sé... Yo no sé por donde empezar - Y agacho la cabeza.

- Empieza por el principio Christian.

- ¿Te acuerdas cuando nos encontramos en el teatro? - Asentí, y también me acuerdo de esa mujer que me amenazó en el baño. - La mujer que me acompañaba... Se... Se llama Leila. Ella siempre ha querido estar comigo... Pero es una mujer muy repugnante, hace unos días me llego un e-mail... - Agacha la cabeza intentando buscar las palabras... - Me había amenazado... Con matarte... - Trago saliva, debe estar de broma - Le pedí a Welch que investigará donde estaba y que la encontrase. Pensé en decírtelo pero Leila nos tenía vigilados a los dos. Quería mantenerte segura. Creí tenerlo bajo control, pero luego sucedió lo del accidente de coche de Ethan... Welch no la encontraba y... Y... Yo solo quería mantenerte segura, si te pasaba algo yo... No me lo perdonaría. La única manera de que no te haga daño era separarme de tí y ella me dijo que tenias que sufrir... Si no le hubieras dejado el coche a Ethan... Quizás te hubiera perdido y jamas me lo hubiera perdonado.

Asimilo todo lo que me ha dicho, no creo que haya sido una broma. Parecía tan serio.

- ¿Porque... No me lo dijiste antes?

- No podía... Yo tenía miedo de que ella se enterase y te haga daño.

- Pero si me lo hubieras dicho, nada de esto hubiera pasado. Ahora tu y yo estaríamos juntos...

- Me dijistes que me amabas... ¿Eso pertenece al pasado? - Pregunta cautelosamente.

- Te sigo amando Christian...- Digo en un pequeño susurro.

- Volvamos a intentarlo Ana, ya sabes la verdad. Te quiero de regreso.

Se levanta de la silla y viene a abrazarme. Nos fundimos en un cálido abrazo.

- No es tan fácil, Christian. Yo... Quiero tomarme un tiempo y reflexionar sobre todo lo que me has dicho. Debes entenderme porfavor.

- Está bien, tiempo. Puedo esperar. Pero no lejos de ti, necesito que nos veamos seguido a Ana... Como amigos... Sabremos el momento cuando tengamos que volver juntos.

Asentí con la cabeza. Salimos de la cafetería y nos dirigimos al Escala. Tenía que contarle sobre mi nuevo trabajo en SIP y mi repentina mudanza. A sí que se lo dije.

- ¡¿Como que tienes nuevo trabajo y que te has mudado?! - No ha sido muy buena idea decírselo

- Sí, creo que es lo mejor.

- Pee... pero ahora estás lejos de mí... Ya se que acabamos de acordar que seríamos "amigos" Pero...

- Tiempo, necesito tiempo y tu también.

Llegamos al Escala y en el.ascensor se sentía esa sensación que ya me resultaba familiar. No le deje que me acompañase a hasta mi casa, porque si lo hacía el tiempo que había pedido se iría al garete y acabaríamos haciendo el amor en la entrada de mi casa. Me despedí de él con un beso en la mejilla. Entre en mi casa y estaba todo lleno de cajas de mudanza.

Me sente en el sofá y suspire. Si Christian hubiese sido sincero ninguno de los dos hubiésemos sufrido. Él tendría que habérmelo dicho, no se tendría que haber callado. Yo lo hubiera entendido.

Pensar que casi me estuvieron a punto de matar. Y que casi estuvieron a punto de matar a Ethan por mi culpa... Jamás debí meterme con mi jefe. O simplemente jamás debí enamorarme de él. Poque el amor puede ser lo más bonito que hay en el mundo, pero también puede ser el más cruel. En los libros siempre hay final feliz, quiero pensar yo también tendré uno.

Llamé a una empresa de mudanzas yo sola no podría llevar todas estas cajas al nuevo piso y además no tenía coche. Tendré que comprarme uno nuevo. Esa misma noche llamé a mi madre. Hacia tiempo que no hablábamos, desde ese pequeño incidente en Las Vegas. Según ella era una broma y me estuvo llamando horas después para decirme que era una de sus estúpidas bromas, pero que no le cogía el teléfono.

- Perdóname, cariño. Yo pensé que no te lo tamarias así. - Dijo la suave voz de mi madre.

- Ya está mamá, esta en el pasado. Tengo que colgat. Te quiero.

- Yo también te quiero Annie. Mucho, no lo olvides. Y porfavor ven avisitarme.

- Cuando pueda, lo haré.

Nos despedimos y colgué. Debía agradecerle a mama por haberme hecho esa jugarreta, gracias ella Christian y yo nos acabamos casando en un local cutre de Las Vegas...

Mire la hora y eran casi las 10 de la noche decidí ir a dormir. Pero en la habitación de invitados. Aún no estaba preparada para dormir en la mía.

***

- Y estas la última caja, Srta Steele. - Dijo el tipo que la empresa de mudanzas.

Ya tenía todas mis cosas en el nuevo apartamento. Pagué al señor y este se retiró. Me sente en unas de las cajas y mire a mi alrededor ahora tenía que poner las cosas en su sitio. Pero no lo haría ahora. Estaba demasiado hambrienta y me sorprendí porque no había comido casi nada desde el incidente con Christian. Antes de que pudiese pensar en que restaurante pedir la pizza el timbre sonó.

- Hola vecina - Digo César.

- Hola. - Mi mirada baja hacia sus manos y ví que traía un pastel. Instintivamente pase mi lengua por los labios.

- Te traje esto, como recibimiento en nuestro pequeño pero humilde edificio.

- Gracias. - Cogí el pastel y leí la letras que ponía "Bienvenida" - ¿Quieres un trozo? No me lo comeré todo yo.

- Suena apetitoso, pero he de ir a recoger a mi sobrina al colegio. Nos vemos.

Me dio un beso en la mejilla y se fue. Me quedé perpleja, mi cabeza me decía que me enamorará de él, que él era un chico normal y que nunca me haría daño. Pero mi corazón siempre le pertenecería a Christian.

Me corte un trozo de tarta, estaba buenísima. También corte un pedazo para Christian. ¿El quería ser mi amigo, no? Entonces como buen amigo que será me ayudara a desembalar todas y cada una de las cajas.

Solo es sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora