Capitulo 18. - Pienso en voz alta

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La charla con aquella chica había sido estricta y muy precepto; la chica realmente trasmitía temor en cada palabra que salía por sus labios. Después de terminar de charla ella se había con la misma velocidad inexplicable para un ser humano ¿Sería real la existencia de lo sobrenatural? ¿Yo sería una? ¿Sería por eso que Christian no quería que averigüe, para protegerme? De nuevo las preguntas sin respuestas se hicieron presentes, de nuevo estaba con las dudas e intriga.

Salí de los almacenes, por el mismo camino donde había entrado. Ya se había hecho de noche y las calles estaban oscuras; caminé con mucha valentía por aquellos callejones solitarios y sin luz, si Yorleska se enteraba de esto me mataría y no solo eso, sino también se cabrearía mucho por lo que estaba haciendo ahora. El clima del lugar aún seguía igual de ventoso y frío, un escalofríos se apodero en mi cuerpo haciendo que el miedo me invadiera aún más ¿Por qué me sentía así? Ya casi llegaba a la playa, realmente no me iba a sentir segura hasta que no hubiese personas a mi alrededor. Comencé a sobar mis manos en forma de que se me calentaran y pudiera tranquilizarme.

Crucé hacía la izquierda del callejón para así poder llegar al club que ya se encontraba cerca, pero al hacerlo una sombra oscura paso al frente de mi haciendo que me sobresaltara y chillará, miré en dirección a donde había desaparecido la sombra, pero no se encontraba nada; a lo mejor era un pájaro... Analicé por un momento lo pensado ¿Por qué un pájaro volaría a esa altura y a esta hora? Cerré los ojos respirando hondo, al abrirlos seguí caminando con un paso aún más apresurado ¿En serio? Lo primero que pensé fue en ¿Un pájaro? Me merecía un golpe por eso ¿Un pájaro no volaría a estas horas de las noche? (Al menos que sea un cuervo) Y, sin embargo, no volaría en un callejón así y a esa altura.

Apresuré mi paso para salir del callejón, al hacerlo me sentía un poco más relajada, seguí caminando para entrar al club, pero unas manos me agarraron de la cintura y me llevaron hacía una de las paredes que daban con el callejón del que acababa de salir; iba a gritar por el movimiento tan rápido que había hecho, pero me lo impedían unas suaves manos con un perfume muy reconocible y quienes ahora estaban impidiendo que gritará o hablase.

-¿Qué hacías en los almacenes? ¿Con quién estabas? - La voz gruesa hizo que me calmara un poco más, al menos no era un extraño. Por lo que el pequeño faro reflejaba de luz el rostro de Christian estaba con absoluta seriedad y con el ceño fruncido ¿Cómo él sabía que estaba en los almacenes? ¿Me había seguido? ¿Cómo él había llegado hasta acá?

Él bajo su mano tan lento de mi boca y la posiciono al lado de mi cara afincándose en la pared del callejón, hizo el mismo movimiento con su otra mano dejándome completamente acorralada, su cuerpo estaba aún más cerca de mí y podría llegar a sentir su respiración un poco agitada. Controle mis nervios y respire hondo aun mirándolo a los ojos. La inseguridad me invadió por completo sabiendo que no tenía otra escapatoria.

-¿Me estabas siguiendo? - Ignoré sus preguntas y decidí hacer la mía. Christian aún estaba con el ceño fruncido y mirando directo a mis labios sin ningún disimulo, desvié la mirada y trate de cruzar mis brazos por el pequeño espacio que aún quedaba entre nosotros.

-¿Con quién estabas allá adentro? - Ignoró de igual manera mi pregunta, ¿Cómo él sabía que andaba allá adentro con alguien? ¿Habría escuchado la conversación? Me sentí por un momento un tanto avergonzada ¿Ya he dicho que en muchas de las veces Christian me intimidaba? Cuando estoy cerca de él es como si mis pensamientos se escuchasen o él los leyese tal como lo hacía Erina, cuando me encuentro junto a él es como si yo fuese alguien totalmente transparente y fácil de determinar ¿Sería verdad lo dicho de Erina? ¿Existe realmente lo sobrenatural?

-Me gusta tú cabello, ¿Te lo he dicho? - Dije utilizando la misma técnica que él hacía conmigo para no responder a mis preguntas, me sentía totalmente bien al hacerlo, sonreí satisfactoriamente al igual que él, quién negaba lentamente con su cabeza. Y realmente prefería usar esos tips que había aprendido de él para desviar o ignorar el tema; en definitiva no se lo diría, no quería que ella utilicé sus apreciadas y blancas manos para matarme, ella en cada palabra que decía trasmitía amenaza. Y sí sentía temor por aquellas amenazas que me había dicho, y por lo tanto no quisiese que se hicieran realidad.

El Talismán © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora