Capítulo 3:"¿Te dan miedo las alturas?"

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-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!.- Chillé como una loca cuando noté que caímos sin saber hacia donde, no podía respirar si quiera y mis ojos no se creían lo que veían.

Y, de repente, aterrizamos encima de un coche aparcado como quién no quiere la cosa.

Dios, no podía ni pensar, la sangre no me llegaba al cerebro y temblaba de a emoción tras el salto. ¿Cuantos pisos eran? Me parece que cuatro. Si, hemos saltado cuatro pisos como si nada.

En cambio, él me miraba a la vez que se reía como si no hubiéramos hecho nada.

-Tranquilízate, conmigo siempre estarás a salvo.- Me acarició de forma protectora y noté que me protegía debajo de su cuerpo. Si, estaba loco, pero por otra parte sabía lo que hacía.

Saltamos del coche hasta que me di cuenta de algo obvio... La jodida bata de los hospitales.

-¡Mierda!, ¿Y ahora donde voy yo así, con todo el culo al aire?.- Quería que se me tragase la tierra, me morí de vergüenza y me acurruqué contra una pared mientras el pudor aumentaba más y más. 

Joker vino mirándome como si fuera una damisela en apuros, y me levantó el rostro con los dedos.

-Clarisa, tranquila, tengo la solución perfecta, levántate.- Me puse en pie con cuidado y él, con galantería, me puso su dulce gabardina acariciándome con sus dedos de terciopelo.- Así nadie podrá admirarte más de lo que lo hago yo.

Como si nada, le planté un beso en mitad de la calle, y susurré un "gracias" que le hizo sonreír.

Le seguí por las calles de Gotham que tanto había despreciado cuando vine aquí por primera vez, pero, con él a mi lado, parecían mucho más bonitas. A lo mejor estoy alucinando por la conmoción del salto, pero debo decir que yo lo sentía así.

Me miraba de vez en cuando y sonreía con complicidad, como si supiera algo que yo seguramente no sabía. Fijé mi vista en la cajita, que aún la sostenía en su mano... Me pregunto que habrá allí dentro.

Nos detuvimos en frente de un mercedes azabache que parecía muy caro. De repente, nuestras miradas se cruzaron, y noté esa chispa que teníamos desde la primera vez que nos vimos. Un fuego empezó a arder dentro de mí mientras él ponía una mano en mi cintura y me acariciaba suavemente. No lo aguanté más y le besé con todas mis fuerzas. 

Su lengua rozaba la mía de forma apasionada y nos dejamos llevar, allí, frente al coche, sin importarnos quién nos mirara, por que en el amor no importa lo que opinen los demás, si no lo que opines tú, y, sinceramente, yo opinaba que si le quería besar, le iba a besar cuando, como y donde yo quiera.

Claro, hasta que no corto el rollo el pitido del claxon. 

-¡Venga tortolitos que no tengo todo el día!.- Dijo una voz femenina que parecía la de un camionero.

-Vale Selina, recibido, pero conduces tu, por que yo me voy a ocupar de mi invitada.- Me guiñó un ojo y me abrió la puerta de atrás.-¿Señorita?.

No pude evitar echarme a reír.

-¿Desde cuando eres tan moñas?

-Desde la primera vez que te vi...- Me dirigió una de sus sonrisas tan provocativas... Dios, este chico me desarma por completo. Entré a coche con cuidado de que la gabardina no se estropease y Joker cerró la puerta tras él.

Y allí lo tenía, a mi lado, a tan sólo unos centímetros de distancia; por poco se me cae la baba.

Delirando. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora