Capítulo 11:"No sé quién soy, pero sé que quiero"

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Dudas.

Eso definía absolutamente todos mis pensamientos, me cuestionaba tantas cosas que apenas sabía cual sería mi próxima frase que pondría en cuestión todo.

Sumergida en mis reflexiones, no me di cuenta de que él intentaba hablar, hasta que al final le pude escuchar.

-Igual que tu padre, un completo misterio.

¿¡Que narices significaba ese comentario?! ¡Había escuchado encima quién era mi padre y no me lo había dicho!

Reventé como una bomba radioactiva y arrasé todo lo que pude.

-¡Estoy hasta el gorro de todos tus secretos! ¡De todas tus jodidas movidas de las que nunca me das explicación! Estoy... ¡Estoy cansada de tener que soportar toda esta gilipollez que nunca llega a nada! ¿Quieres contarme todos tus secretos? ¡Adelante! ¡¡¡¡COMO YA SABES LOS MÍOS SIN MI CONSENTIMIENTO YA ME LA SUDA!!! ¡¡¡¡¡ME IMPORTA TODO UNA MIERDA!!!!! ¡¡¡¡NO AGUANTO MÁS!!!!.- Quería reventar todo lo que se me pusiera en frente, como la mesa, que la cogí con brutalidad y la tiré a sus pies mientras él me miraba destrozado, como si temiera perderme. Pues mejor, prefiero que tema, que sienta la incertidumbre que ahora me acecha desde que me enteré de su sucio engaño; con las emociones no se juegan, amigo mío.

Lo peor es que sabía mis intimidades sin poder permitirme que yo se las contara, sin dejarme con la opción de decidir compartirlas con él o no, y yo con eso no podía, desde luego que no.

Me fui indignada a derrumbar más cosas, pensé que eso me haría sentir mejor, y vaya si me hizo sentirme mucho mejor... Nunca lo había hecho antes, pero me encantaría hacerlo todos los días a partir de ese momento.

Cogí la mesita de noche, y, como lo que me había enseñado mi madre, la lancé contra la pared metálica de aquel túnel y luego aplasté mi cuerpo encima de ella con todas mis fuerzas.

Después de aquello, mis ansias por destrozar y aniquilar todo lo que encontraba a mi paso empezaron a crecer.

Me fui a por un payaso y, contra todos mis pronósticos, me vi reflejada en un espejo y me dio miedo el monstruo que había tras él.

Me observaba una maníaca con los ojos desorbitados, con la boca fruncida que dibujaba una siniestra sonrisa, con las manos temblando de pura necesidad de destrozar, arrasar... Era irreconocible.

¿En que clase de monstruo me había convertido?

Caí abajo y empecé a chillar de miedo. Aquel rostro que había en el espejo, aquella cara, era la misma que tenía mi madre cuando sufría una sobredosis; juré que nunca sería como ella...¡Maldita sea! ¡Lo juré!

Joker vino y me abrazó por la espalda mientras me daba dulces besos en el pelo, y yo, como una tonta, me dejé llevar mientras las lágrimas que yo no quería derramar se desbordaban de mis ojos.

-No... No qui-qui-quiero acabar así.- Tartamudeaba y noté como todo mi cuerpo empezaba a temblar de tan sólo recordar aquella imagen.

Supe que él me estaba cambiando, lo sabía, Joker me hacía sentir cosas que nadie me ha hecho sentir, y ahora ser que no sólo son sentimientos buenos.

Él me acariciaba el pelo mientras lloraba desconsolada. Soy un engendro del mal, un monstruo, me han creado para serlo, mi padre seguro que quería una bestia a su disposición.

Empecé a recobrar la cordura y le miré a esos ojos tan misteriosos y que tantas cosas me han hecho sentir. No pude remediarlo, así que le besé sin saber muy bien lo que estaba haciendo.

Fue un beso que me demostró muchas cosas que antes no sabía, y fue un beso que fue creciendo hasta convertirse en fuego sobre nuestros labios.

El deseo y el odio ardían dentro de mí. Quería destruirlo y a la vez abrazarlo, necesitaba odiarle pero no podía aguantar ni tan siquiera un día sin uno de sus besos... Era tan raro...

Le agarré fuertemente presa del éxtasis y la presión de nuestros cuerpos; la sangre no me llegaba a la cabeza lo suficiente para saber que estaba anticipando una equivocación de las grandes.

Él me cogió de la cintura y me levantó mientras yo separaba las piernas y le volvía a besar con una brutalidad animal que nunca había tenido con nadie. Nadie, nadie me había hecho sentirme de esa forma jamás, y no creo que nadie que no sea él lo hiciera...

Rápidamente me tiró boca abajo sobre la cama mientras sus manos se paseaban por mi uniforme de presa.

Mis manos le recorrieron entero, mi curiosidad desataba la parte más oscura de mi. No dirigía mis manos ni quería hacerlo; necesitaba romperle para hacerle sentir lo mismo que me hizo sentir a mí en menos de 24 horas.

Pero aquellas manos suyas, tan suaves y delicadas... Me hechizaban.

Hasta que mi sentido común rompió el conjuro, fue de forma tan drástica e inesperada que apenas supe que hacer. Le empujé muerta de miedo y me fui corriendo al otro extremo de la sala, como una cobarde, como una idiota.

Joker vino hacia mi corriendo, pero alcé la palma de mi mano mientras unas gotas de agua ardientes inundaban mi rostro. No, si volvía, esta vez caería en su trampa.

Su mirada perpleja y desolada me dejaron sin nada que decir. Pero, si yo no le importo, ¿Verdad? No puede ser que le importe alguien como yo, seguro; seria demasiado perfecto para ser cierto.

-Dime que no te vas por favor...Oh no, por favor dime que no...

Mi boca se desencajó por completo cuando le vi, delante mía, arrodillado. Esto no puede ser, en todo caso seria yo la que me tendría que arrodillar ante él.

No vi lágrimas, no vi gemidos de dolor, pero no me hacían falta para ver su escondido infierno.

-Dime que es lo que quieres, cualquier cosa, la que sea.- Clamaba por mí, como si de verdad temiera perderme. Era increíble.

Y en ese momento se me pasaron muchas cosas por la cabeza: Le podría pedir que me ignore y que nunca le pueda volver a ver, o podría pedirle que siempre me dijera la jodida la verdad, o también que me diga que es lo que realmente siente por mí.

Pero algo sobresalía de entre todas ellas.

Yo y mi padre tenemos cuentas pendientes, y ahora que sé quién es, no se va a salir con la suya.

-Quiero poder ver a mi padre.- Bajé la cabeza por que si lo miraba me derretiría allí y me dejaría caer bajo sus destacados encantos.

Me cogía las manos arrodillado mientras me escrutaba el rostro, hasta que al final obtuve repsuesta.

-Esta bien.

Pero no me fiaba ni un pelo... Podría hacer cualquier cosa que no tenga que ver con lo que he dicho; es tan enrevesado...

-Necesito que me lo prometas por lo que más quieres, por que si no, no podré confiar en ti... Y quiero saber si estas dispuesto a cumplir tu palabra.- Mi voz sonaba muy firme y fría, aunque por dentro temía por el futuro.

-Te lo prometo por lo que más quiero.- Tendió una mano mía hasta su boca y la besó.- Tú.

Su sinceridad me abrumaba... Me, me quiere... Dios...

Asentí y me desplomé sobre él en un abrazo que, al fin, supe que era verdadero.

Que bonita es la verdad a veces.



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