Capítulo 3°

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A Thomas le gustaba leer, pero Dylan era consciente de que no tocaba las sagas en las que participaba hasta que estuvieran terminadas. No como él. Y se arrepentía de haberlo hecho. Dejó que el libreto de la tercera película cayera sobre su cara. Había llegado, de nuevo, a aquella fatídica escena.

- Maldita sea... - masculló entre dientes.

Lo observó mientras recogía la cartera y las llaves.

- Quizás tarde un poco, primero tengo que ver a Isabella.

No pudo evitar que el dato le sorprendiera, ¿en qué momento había llegado la novia de su amigo? Apenas hace un día que Thomas volvió...

- ¿Está aquí? - las palabras salieron de su boca antes de que pudiera evitarlo siquiera.

- Sí, llegó unas horas después de mí.

- ¿Y por qué estamos compartiendo habitación si podrías quedarte con ella? - al momento de decirlo se arrepintió, porque parecía que se estuviera quejando.

Pero Thomas no respondió, sólo lo miró con los ojos levemente abiertos para luego dedicarle una suave sonrisa.

- Bueno, no sólo vamos a compartir habitación.

Dylan sintió las mejillas arderle cuando el rubio le hizo recordar ese pequeño e "insignificante" (sí, ja) detalle de 2x2m.

¿Qué le estaba pasando? Desde que Thomas volvió de la pequeña escapada por motivos familiares se sentía más extraño de lo normal. Es decir, se había acostumbrado a un nivel de extrañeza, pero cada vez que avanzaban más y más en el rodaje de la película, cada vez que tocaba el guion de la tercera y cada vez que divagaba acerca de lo que Thomas le hacía sentir... pasaba a un nivel superior que no estaba del todo seguro de poder soportar.

"Y encima ahora esto".

Hizo la croqueta en la enorme cama casi cinco veces antes de estar a punto de caerse al suelo. Hundió la cara en una de las almohadas, sintiendo una repentina ansiedad al recordar el momento de llegada al hotel.

Fue Thomas el primero en entrar a la habitación y nada más hacerlo se detuvo en el umbral de la puerta en seco por lo que Dylan terminó chocando con su espalda. El de ojos pardos no se dio cuenta del escalofrío que recorrió la columna vertebral del mayor ante el contacto.

- Creo que después de esto es inevitable - murmuró, apartándose por fin de la entrada y dejando que Dylan viera el problema.

- ¿El qué es inev...? Oh, no, no, no, no... ¿¡QUÉ!?

Allí, delante de sus narices, estaba la cama de matrimonio más grande que había visto en su vida.

- Bueno, mira el lado positivo.

A Dylan se le ocurrían mil y un razones por la que aquello era muuuy mala idea. Su salud mental, por ejemplo. Ya era suficiente con saber que iban a compartir habitación como para encima...

- Es realmente grande - continuó.- Relajate, Dylan.

" ¡NO PUEDO, THOMAS BRODIE-SANGSTER!".

- Espera, ¿a dónde vas?

- A por la cena.

Al final, no pudo preguntarle qué era inevitable.

Y eso había derivado en la conversación anterior. Ahora mismo estaría con Isabella, muy probablemente.

Un pinchazo en su corazón.

- No, no, no...

Sentía la ansiedad crecer en su pecho a cada segundo que pasaba sin ser capaz de tranquilizarse. Oh, dios, 23 años y se comportaba como una adolescente. Se sentó de un brinco molesto consigo mismo y un súbito mareo lo asaltó.

- Maldita sea.

Tenía que tranquilizarse antes de que el rubio volviera, pero no era capaz de hacerlo. Iba a más. No podía respirar bien debido a la fuerte presión del pecho, tenía punzadas cerca del corazón.

- Thomas... Joder, Thomas.

Se pasó las manos por el cabello castaño antes de enterrar la cara entre las rodillas.

- ¿Dylan?

"Oh, no, no quiero que me veas así".

Escuchó la puerta cerrarse y la cena caer al suelo.

- ¡Eh, eh, Dylan, mírame! - llegó hasta él lo más rápido que pudo y se arrodilló a su lado, los ojos claros de Dylan estaban clavados en los suyos, pero Thomas era consciente de que no lo estaba mirando.

- No...

- ¿No qué? ¿Qué te pasa? ¿Por qué te has puesto así?

El libreto cayó del regazo de Dylan abierto por la última escena que había estado leyendo, captó su atención y masculló una maldición al asimilar por encima de qué se trataba. No, no había querido leer los libros, pero internet era muy traicionero y tenía un imán especial para los spoilers.

- Dylan - volvió a llamarlo, sin mucho resultado.

Quería calmarlo, consolarlo, acunarlo, recordarle y hacerle entender que nada de aquello era real. ¿Pero por qué reaccionaba así por aquella escena?

"Bueno, es él quien aprieta el gatillo".

¿Cómo calmarlo? Aunque eran casi de la misma estatura y él era el mayor en edad, el hecho de que Dylan tenía mucha más fuerza y cuerpo no era ningún secreto para nadie por lo que intentar controlarlo quedaba descartado.

- Tommy - lo llamó, suavemente y consiguió que el de ojos pardos lo mirara.

Una vez que la lucidez apareció de nuevo en las pupilas comenzó a tiritar levemente.

- ¿Po-por qué...? - intentó hablar sin mucho éxito.

Y el rubio se dejó llevar por la necesidad, soltó un poco la boca del globo que llevaba dentro de sí y algo de control escapó de él por primera vez desde que se dio cuenta de lo que sentía por Dylan.

En un rápido movimiento lo agarró de las manos sudorosas, apartándolas de su rostro y juntó sus frentes con brusquedad, consiguiendo que volviera a reaccionar. Dylan lo miraba desde el tormento de la ansiedad, pero él cerró los ojos sintiendo en su rostro la acelerada y entrecortada respiración de su amigo.

- Estoy aquí, Tommy. Estoy aquí, Dylan - le dijo, con suavidad.- No me voy a ir a ninguna parte porque aunque Tommy pierda a Newt, Dylan jamás perderá a Thomas.

Y, poco a poco, sintió la respiración de Dylan más lenta y más suave, más acompasada.

- Lo siento... - escuchó de pronto, a la vez que sentía un peso adicional.

Abrió los ojos y se encontró con la cabeza de Dylan apoyada en su hombro. Sintió que su corazón daba un vuelvo y las molestas abejas de su estómago lo pinchaban sin piedad.

Continuará...


Entre líneas #DylmasNewtmasAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora