Víctima del amor |Death Note| |Ryuzaki|

3-

Cinco días después.

Ya habían pasado cinco malditos días en los cuales Lynette no tuvo oportunidad alguna de hablar con Light desde la noche en que la dejó como si nada en la librería. Había visto al chico en la escuela pero él parecía muy distraído y además, cada vez que Lynette iba a acercarse a él para hablarle, el chico la evitaba y se alejaba, en resúmen, la ignoraba. También había pensado varias veces en ir a hacerle una "linda" visita a su casa pero esa idea no la convencía puesto que seguramente, se haría pasar como si no estuviese en el hogar, aunque la noche anterior la madre de la chica le había pedido que le llevara a los Yagami unas deliciosas manzanas como agradecimiento por recibirlos tan bien el día en que llegaron, Lynette no pudo negarse y se las llevó, la madre de Light, Sachiko Yagami le recibió las manzanas y la invitó a entrar pero Lynette no podía, debía terminar su tarea. En fin, lo único que podía hacer era observar al chico para tratar de encontrar una oportunidad en la cual hablarle, pero cuando parecía estar la suerte de su lado, aparecía Kyomi Takada junto a Light y a decir verdad, le fastidiaba demasiado no poder soltar su furia hacia el castaño, pero su paciencia hasta aquí había llegado. Hoy, sí o sí, sea como sea, le hablaría. Incluso lo secuestraría en caso de ser necesario, okay... no tanto... pero le hablaría y muy seriamente.

Las clases habían transcurrido normalmente. Audrey y Lynette se llevaban muy bien y tenían muchas cosas en común como su amor por los dulces, el terror, la forma de ver ciertas cosas en la humanidad y sobre todo, de mandar bien a la mierda a quienes se lo merecían. Al principio Lynette creía que Audrey era la típica chica nerd, tímida y antisocial del colegio, pero se había equivocado. En estos días conoció mucho más acerca de la pelinegra y podría decirse que le agradaba demasiado su forma de ser, aunque Audrey podía ser muy tierna a veces, por ejemplo: le había revelado a Lynette que amaba los peluches y tenía una gran cantidad de ellos en su cuarto, hasta los coleccionaba, de distintos colores y tamaños. En fin, se llevaban genial y eran grandes amigas en tan poco tiempo, pero claro, también extrañaba mucho a sus dos amigas: Amber y Laureen. Incluso pensó en llamarlas pero el horario no coincidía porque estaban al otro lado del mundo, es decir, mientras en Argentina era de día, en Japón era de noche, por lo cual, si las llamaba de día era obvio que no contestarían porque seguramente estarían durmiendo y además, como estaban las cosas en el colegio anterior, lleno de exámenes, sería mejor no molestarlas.

El día se había pasado medianamente rápido. Durante el transcurso de las clases pudo notar que Light escribía mucho, demasiado. Pero parecía no prestar mucha atención a la clase y sólo estaba sumamente concentrado en lo que sea que escribía. Claro... al ser el mejor estudiante no necesita presar mucha atención, seguro ya lo sabe o lo entiende a la perfección, pero esa actitud era demasiado extraña... bueno... no tanto como la gran cantidad de muertes que hay últimamente, todos son criminales y mueren de un ataque al corazón, es como si alguien o algo estuviese juzgando a todos los malvados, pero Lynette no lo veía como un héroe sino, como un infantil jugando a ser un Dios.

Unos minutos antes de salir del colegio, el profesor le había pedido a Light que recitara una parte del libro que estaban leyendo, el castaño lo hizo a la perfección y el profesor lo felicitó por su puesto y sus excelentes notas, muchos alagos. Pero a Light parecía no importarle. Luego sonó el timbre y ya era hora de irse. Lynette observó como Light tomaba sus cosas y se preparaba para irse, ella lo siguió para poder hablar con él.

Lo vio pasar cerca de unos chicos y uno de ellos le preguntó si irían a tal lugar, cosa que Light negó diciendo que estaba muy ocupado. La castaña se acercó a él rápidamente, quedando a su lado. Lo miró con enojo.

-Hola, Light Yagami -se cruzó de brazos.

-Lynette... eh... estoy ocupado ahora -excusó Light y comenzó a caminar, la chica lo siguió.