Vacaciones...

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Llegaron las vacaciones y algo en mí comenzaba a transformarse.

Y en casa ni te cuento, ahora no era solo aventarse almohadones sino que cada uno se encerraba en un cuarto y comenzaba a gritar contra una almohada.

Creo que al final Nico tenía razón... Solo era cuestión de tiempo.

Aunque no quiero hablar de eso, prefiero contarte como pasamos estos malditos 3 meses. 

¿Te va?

Bueno, esa tarde que me había acompañado Nico fue en Mayo; ahora, estando a mitad de Julio iba dándome cuenta de lo genial que era llegar y poder conversar con una persona que aunque no conozca nada de ti desee saberlo todo. 

Había fin de semanas en que nos juntábamos y cada uno llevaba un libro y comenzábamos una disputa entre cuál era el mejor autor. Esto era genial porque era la primer persona con la que podía hablarle de libros y él no se enojaba.

Creo que esa era una de las razones por lo que me agradaba charlar más con Nico que con Leo, porque a Leo no le podía mencionar Gabriel García Marquez ya que para él ese hombre era y seguirá siendo a pesar de su muerte un pésimo escritor de realismo, cosa que aquí entre dos sabemos que no era exactamente de ese género.

Era la primer persona que no me decía "todo va a estar bien" si no que me decía "aunque este todo mal yo te acompaño"

No sé pero él era alguien diferente que comenzaba a agradarme, que de apoco se introducía en mi vida.

Escuchar música, leer, chatear, se convertían en algo ordinario, en algo obsceno y asqueroso si no lo comentaba con él... Si yo... Si no le decía como estaba y qué hacía.

Suena raro pero en tres meses conoces tan poco o tanto de una persona como te dediques a escucharla y creo que él decidió conocerme, desenvolverme de todas esas capas que antes se había vuelto en mi refugio.

*-*-*-*

Al segundo mes de conocernos era llegar de la puta escuela y hablar con él.

Hablar de incoherencias, de su perro, de mi mamá, de lo mucho que extrañaba a Alan...Mis vacaciones...

Mis tardes...

Mis discusiones...

Toda la mierda se dispersaba con solo oír su voz... Con solo leer uno de sus mensajes.

Si tuviera una amiga, una de esas verdaderas amigas seguro me podría aconsejar, me diría si es un buen chico... Si yo... Si él... Si daría para que salgamos.

Pero esa verdadera amiga ya no existe.

Esos consejos nunca han llegado a mis oídos y el silencio agobia a mi alocado corazón si darle razón a mi mente.

Y Leo de vez en cuando mencionando que tenía un buen trasero, con eso para él bastaba, para mí era indispensable pensar que sería o no alguien con quién debería tener algo... 




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